Artrosis o artritis, ¿sabes diferenciarlas?

Imagen de una rodilla inflamada.
Imagen de una rodilla inflamada.
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Imagen de una rodilla inflamada.

Ambas son enfermedades que afectan a las articulaciones y comparten algunos síntomas, por eso, muchas personas tienden a confundir la artrosis y la artritis. Sin embargo, son enfermedades con orígenes muy distintos.

Tanto la artrosis como la artritis son enfermedades reumáticas, es decir patologías musculoesqueléticas y que afectan al tejido conectivo. Comparten, por tanto, especialidad, pero sus orígenes y características son distintos.

En primer lugar, la causa. La artrosis es una enfermedad degenerativa que suele aparecer con la edad -entre los 40 y los 60 años- y que se produce por el desgaste del cartílago, la membrana que hay entre los huesos. Los huesos se rozan entre sí y producen dolor y rigidez. Aunque la edad es la principal causa, hay personas que son más propensas a padecerla a edades tempranas, como los deportistas profesionales, las personas con obesidad, alguna actividad laboral, etc.

En la artritis, en cambio, la parte afectada es la membrana sinovial, una capa de tejido que recubre la cápsula articular y envuelve las articulaciones. Se trata de una enfermedad inflamatoria que puede tener diversas causas, como traumatismos, infecciones -que provocan una artritis temporal- o enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, la más común. Puede ser o no crónica y a menudo se relaciona con otras enfermedades, como la gota. Aunque es común que aparezca entre los 30 y los 50 años, puede afectar a cualquier edad, incluso niños, como la artritis idiopática juvenil.

¿Comparten síntomas?

Ambas enfermedades cursan con dolor, rigidez e hinchazón, pero existen algunas diferencias:

  • La rigidez al levantarse por la mañana, en el caso de la artrosis, dura unos minutos, mientras que en la artritis dura al menos una hora después de levantarse.
  • El dolor de la artrosis es mecánico, es decir, que molesta más al moverse, mientras que en el caso de la artritis, el dolor empeora con el reposo.
  • La artrosis provoca dolor en las zonas afectadas y suele estar más localizado, sobre todo en zonas más propensas al desgaste, como la columna, las caderas, las rodillas, en los dedos... En la artritis el dolor es más generalizado, aunque se siente más en las más móviles, como manos y pies, muñecas, hombros, codos, caderas y rodillas. Suele aparecer primero en las articulaciones más pequeñas.
  • Hay síntomas que solo aparecen en caso de artritis, como fiebre ligera, hormigueos, enrojecimiento, malestar cansancio... o en el caso de la artrosis, como entumecimiento o crujidos en los huesos al moverse. Además, en la artritis, los síntomas suelen evolucionar en forma de brotes sintomáticos, mientras que la artrosis los síntomas son más lineales.

A la hora de realizar un diagnóstico, también hay diferencias, pues mientras que en muchos casos basta con hacer una prueba de imagen (radiografía, ecografía, etc.) para aproximarse a un diagnóstico de artrosis, en el caso de la artritis es más complejo y se necesitan pruebas adicionales, como análisis de sangre o del líquido sinovial.

¿Cómo se tratan?

Un diagnóstico prematuro de ambas enfermedades permitirá ralentizarlas y que paciente gane en calidad de vida. Aunque la artrosis es una enfermedad degenerativa que no tiene cura, sí se pueden paliar los síntomas con fármacos analgésicos, como el paracetamol, y antiinflamatorios, como el ibuprofeno. Además, pueden administrarse protectores del cartílago o tratamientos intraarticulares para controlar de los síntomas.

En el caso de la artritis, dependerá del origen de esta, pues si se trata de una infección, se tratará con antibióticos. Sin embargo, en la mayoría de los casos la artrosis tampoco se cura y el tratamiento para tratar los síntomas está basado de corticoides, antiinflamatorios, supresores del dolor u otros más específicos, como los antirreumáticos modificadores de la enfermedad (Fames) o terapias biológicas a base de medicamentos con fórmulas muy complejas.

En ambos casos, una vez diagnosticada la enfermedad, se recomienda:

  • Evitar la obesidad y el sobrepeso.
  • Hacer regularmente ejercicio suave para fortalecer las articulaciones y el cartílago, para fortalecer la musculatura y mejorar la movilidad y, sobre todo, el estado de ánimo. Ejercicios como la natación, el tai chi y el yoga son muy beneficiosos.

Aun tomando estas precauciones y medicándose correctamente, en ocasiones es necesario pasar por el quirófano para reparar lesiones estructurales.

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