Diabetes, hipertensión y tabaco aumentan el riesgo de demencia

  • La diabetes puede aumentar el riesgo de demencia en un 50%.
  • Dejar de fumar está fuertemente ligado a la reducción del riesgo de demencia.
  • Quienes tienen mejores oportunidades de educación poseen un menor riesgo de demencia en la edad avanzada.
Personas que viven solas tienen más probabilidades de desarrollar demencia.
Personas que viven solas tienen más probabilidades de desarrollar demencia.
GTRES
Personas que viven solas tienen más probabilidades de desarrollar demencia.

El control de la diabetes y la presión arterial alta, así como medidas para fomentar el abandono del tabaco y reducir el riesgo cardiovascular tienen el potencial de disminuir el riesgo de demencia, incluso en la edad avanzada.

Así lo revela el Informe Mundial sobre el Alzhéimer 2014 La demencia y la Reducción del Riesgo: Un análisis de los factores de protección y modificables. Este documento, en el que se pide que se integre la demencia en los programas mundiales y nacionales de salud pública junto con otras patologías no transmisibles, señala que la diabetes puede aumentar el riesgo de demencia en un 50%. También plantea que la obesidad y la falta de actividad física son factores de riesgo importantes para la diabetes y la hipertensión, y deben, por lo tanto, controlarse.

Aunque la salud cardiovascular está mejorando en muchos países de ingresos altos, muchos países de bajos y medianos ingresos muestran un patrón reciente de aumento de la exposición a factores de riesgo cardiovascular, con incremento de las tasas de diabetes, enfermedades del corazón y derrame cerebral.

En este trabajo, encargado por la organización mundial de asociaciones 'Alzheimer's Disease International' (ADI), se señala que dejar de fumar está fuertemente ligado con una reducción en el riesgo de demencia. Como ejemplo, pone que los estudios sobre la incidencia de demencia entre las personas mayores de 65 años y más han demostrado que los exfumadores tienen un riesgo similar a los que nunca han fumado, mientras que los que continúan consumiendo tabaco poseen un riesgo mucho mayor.

Realizado por un equipo de investigadores dirigido por el profesor Martin Prince, del King's College London (Reino Unido), el trabajo revela que los que han tenido mejores oportunidades de educación poseen un menor riesgo de demencia en la edad avanzada. La evidencia sugiere que la educación no tiene impacto en los cambios en el cerebro que conducen a la demencia, pero reduce su impacto en el funcionamiento intelectual.

Prevención y educación en salud

El documento plantea que si se entra en la vejez con cerebros mejor desarrollados y más saludables es posible que se vivan vidas más largas, más felices y más independientes, con menos posibilidades de desarrollar demencia. Por ello, dice que promover la salud del cerebro es importante durante toda la vida, pero sobre todo a mitad de la vida, puesto que las alteraciones cerebrales pueden comenzar décadas antes de que aparezcan los síntomas.

El estudio, que se hace público como parte del Día Mundial del Alzhéimer, que se celebra este domingo, también insta a incluir más a las personas mayores, con el mensaje de que nunca es demasiado tarde para hacer un cambio, ya que el curso futuro de la epidemia global de demencia es probable que dependa de manera crucial del éxito o el fracaso de los esfuerzos para mejorar la salud pública mundial a través de la población.

Combinar los esfuerzos para hacer frente a la creciente carga mundial de enfermedades no transmisibles será de importancia estratégica, eficiente y rentable, según los autores del documento. A su juicio, llevar una vida saludable es un paso positivo hacia la prevención de una serie de enfermedades a largo plazo, incluyendo el cáncer, las enfermedades del corazón, el derrame cerebral y la diabetes.

El profesor Martin Prince, del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King's College London y autor del informe, subraya: "Ya hay evidencia de varios estudios de que la incidencia de demencia puede estar cayendo en los países de altos ingresos, vinculado a mejoras en la educación y la salud cardiovascular. Tenemos que hacer todo lo posible por acentuar estas tendencias”. Para el año 2050, se estima que el 71% de las personas que viven con demencia estarán en los países de bajos y medianos ingresos.

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