El calor es incompatible con la elegancia. Punto. De esta burra no me bajan. Y ojo que digo el calor, que no el verano. El sol, junto al agua del mar, se lleva de otra manera. Pero el sudor que provocan las altas temperaturas en la ciudad, mientras trabajamos, es harina de otro costal. Desde que ha irrumpido esta asadera me dan ganas de mudarme al Polo, de vivir en un invierno constante, de suplicar a un ser superior que apague el horno. No hay manera de ponerse nada que resulte decente y no nos haga deshidratarnos.
Llevar maquillaje es algo así como la antesala de convertirse en un payaso y el pelo parece que me lo he peinado por el método de meter los dedos en un enchufe. Un drama estético. Como por desgracia no puedo largarme de Madrid sin más y tampoco encerrarme en un centro comercial con aire acondicionado en modalidad 'aquí viven pingüinos', os voy a compartir unos cuantos truquillos que han hecho que convierta este sufrimiento acalorado en algo medianamente pasable.
Trucos 'fashion' para sobrevivir al calor del verano
Empecemos por la importancia de lo material. Lo primordial cuando aprieta la canícula es elegir bien con qué telas cubrimos nuestro cuerpecito serrano. Es momento de linos, algodones, sedas, cáñamo... Olvídate de los sintéticos porque te harán sudar y en la mayoría de los casos olerás fatal. Y queridas, el cerquito sudoroso puede ser comprensible. La pestilencia veraniega es motivo de expulsión.
Por cierto, para evitar los síntomas de la exudación, dos consejos. Uno, la ropa amplia, esa que no se pega a la piel es mucho mejor. Por un lado, deja circular el aire y por otro no marca tan fácilmente. Dos. Si la camisa o blusa es obligada, han inventado una cosa que son una especie de 'compresas sobaqueras' (el nombre es horrible y me ha costado escribirlo sin imaginarme la cara de mi madre diciendo que no debería ser así de vulgar) que la verdad es que hacen milagros con la absorción.
En tema de maquillaje, la única solución es reducirlo al mínimo. La mejor opción es optar por una crema de protección solar con color y un poco de máscara de pestañas waterproof para evitar ojos de panda por el sudor descontrolado. Y para el pelo, amiga, ríndete. No sufras con secadores y planchas. Déjalo secar al aire libre y luego recógelo con un gracioso moño (y cientos de horquillas en mi caso). Cualquier otro peinado corre riesgo de estar hecho un horror antes de llegar a la hora del aperitivo.
Por último, pero lo más importante… Haz del abanico tu mejor amigo. Complemento tan español como fundamental estos días. Puede que el aire que mueva sea caliente pero… ¡Es aire! Y eso estos días es gloria bendita. Yo lo acompaño con un pequeño botecito de agua termal que siempre llevo en el bolso y que me descongestiona cuando parece que vengo de correr el maratón de Sevilla. No hace milagros, pero consigue que recuperes algo de graciosa dignidad. Una dignidad que volverá en septiembre, lo prometo. Mientras tanto, amiga, no intentes luchar contra los elementos y lo más importante de todo, si puedes ¡Escápate! Qué con un mojito en la mano todo se ve de otro color.
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