Desde el rosa hasta ir sin sujetador: estas son las tendencias feministas que han marcado la historia

Florence Pugh en el desfile de Valentino HC FW22
Florence Pugh en el desfile de Valentino HC FW22
Getty Images
Florence Pugh en el desfile de Valentino HC FW22

"La tendencia más feminista es, precisamente, no seguir ninguna tendencia, crear tu propio discurso estético sin ir al son de lo que marca la industria, hacer prevalecer tu criterio y personalidad, ser una 'outsider' en toda regla. Ser libre. También sería muy feminista no comprar ni apoyar marcas de moda que fomenten la explotación laboral en el sudeste asiático, donde a fin de cuentas, hay muchas mujeres trabajando en condiciones inefables ¿Cómo podemos considerarnos feministas si apoyamos modelos de negocio basados en la explotación de aquellas personas que no pueden defenderse y que en la mayor parte de los casos, son mujeres?", se pregunta Laura Opazo, autora de La moda es revolución.

"No me metería tanto en la idea de llevar o no llevar zapatos de tacón, llevar minifalda o falda midi, decidir llevar o no sujetador, porque lo ideal es que cada una haga de su capa un sayo… Nunca mejor dicho. Me encanta el concepto del feísmo en la moda, algo que han explotado mucho Miuccia Prada y Vivienne Westwood al reírse de los códigos anacrónicos impuestos a las mujeres, que hemos pasado de llevar prendas pesadas y ser un mero 'adorno' a burlarnos de los cánones y del concepto de belleza", asegura.

Lo sabemos: el feminismo está en el imaginario de muchos ligado a la tendencia 'braless', pero hemos de tener en cuenta que el discurso suele proceder de mujeres blancas cishetero que rara vez tienen un pecho voluminoso. Al igual que ocurre con los tacones, los sujetadores suelen relacionarse con ellos al ser considerados restrictivos y fruto de un régimen patriarcal que encarcela a las mujeres con accesorios y prendas no solo incómodas, sino diseñadas para fetichizar.

Sin embargo, del mismo modo que con el final de los desfiles de Victoria’s Secret ha venido el adiós del furor por los sujetadores 'push up', no podemos evitar preguntarnos… ¿Qué hay de incómodo en un sujetador de Sloggi, por ejemplo, que cuenta con la innovadora tecnología de inyecciones de gel Adapt Twist, que se adapta a los cambios del cuerpo?

Los sujetadores Sloggy se adaptan a nuestro cuerpo
Los sujetadores Sloggy se adaptan a los cambios de nuestro cuerpo
Cortesía

Por cierto, hablando de lencería feminista, cómo no vamos a hacer alusión a las bragas menstruales. Uniqlo cuenta con las bragas mentruales AIRism, prendas interiores que incorporan tecnología para acompañar a las mujeres en su ciclo menstrual y que pueden ser usadas como alternativa o como complemento de otros productos de higiene y protección íntima.

Los vestidos 'womanspreading' son esos de faldas infinitas, volúmenes hiperbólicos y tules interminables que por ejemplo caracterizan a firmas como Giambattista Valli. ¿Que por qué pueden ser considerados feministas? Porque ocupan ese espacio que en ocasiones la sociedad no quiere darnos. Si nos enfrentamos al 'manspreading' en el transporte público y al 'mansplaining' en las oficinas… ¿Por qué no retomar ahora ese espacio que nos ha sido arrebatado?

Vestido de tul con megavolumen de Giambattista Valli
Vestido de tul con megavolumen de Giambattista Valli
Courtesy of Press Office

Siguiendo esta línea están las hombreras, que se introdujeron en el armario femenino a finales de los años 30. Las mujeres comenzaban a incorporarse al universo laboral y Elsa Schiaparelli quiso dotar a la zona de los hombros de sus prendas del mismo volumen que los ellos tenían. "En tiempos complicados, vístete de forma llamativa", aseguró. En los 60, Yves Saint Laurent apostó por 'Le Smoking', esos trajes con chaquetas de marcadas hombreras con las que, en palabras del diseñador, trasladaba "los atributos de un género a otro. Siempre he querido estar al servicio de las mujeres y poder acompañarlas en el movimiento hacia la liberación".

La minifalda no fue creada para el disfrute de la mirada masculina, sino que, como recuerda Sadie Frost en el documental Quant, fue creada por la diseñadora para "tener la libertad para correr, subirte a un árbol y hacer lo que te diera la gana". Muchos vieron en las faldas cortas una oda a la feminidad destinada a su vez a deshacerse de las restricciones de la vergüenza corporal. ¿Y si fue la antecesora del 'free the nipple', lanzando un grito de rebelión cultural?

Manifestantes protestando delantede la Casa Dior por el 'injusto' tratamiento de la minifalda
Manifestantes protestando delante de la Casa Dior por el 'injusto' tratamiento de la minifalda
Getty Images

Hasta hace poco, el rosa se vinculaba con la hiperfeminidad, esa que era demonizada por motivos (para sorpresa de nadie) notablemente machistas. Sin embargo, gracias a que pronto veremos a Barbie revisionada desde un prisma feminista en la gran pantalla y al triunfo de la moda 'gender-fluid', se ha convertido en un color que celebra ser visto y el poder. "Soy una mala feminista porque mi color favorito es el rosa", escribió Roxanne Gay en su ensayo Mala Feminista, y el hecho de que un icono del feminista bromee sobre ello deja claro que el rosa es un color que le pese a quien le pese, genera debate y denota que, hasta ahora, todo lo que se ha relacionado con las mujeres ha intentado ser pisoteado, ninguneado y mofado. ¿Y si dejamos de permitirlo?

Margot Robbie como Barbie
Margot Robbie como Barbie
Warner Bros.

Para finalizar, ¿cómo no vamos a hablar de los pantalones? Madeleine Pelletier fue una de las primeras en luchar por el derecho a usar esta prenda ante la corte francesa y la deportista Violette Morris empleaba pantalones en sus competiciones. Por supuesto, hemos de hablar de Michélle Alliot, que en 1970, cuando se disponía a entrar junto a Denise Cacheux en la Asamblea Nacional de Francia, vio cómo intentaron negarles el acceso por lucir pantalones. La política aseguró que se quitarían la prenda si así podían entrar, por lo que, finalmente, accedieron con sus pantalones puestos. Desde entonces, las mujeres del mundo de la política pudieron acceder con pantalón a edificios oficiales.

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