Anitta Ruiz Consultora de moda | #LAROPAHABLA
OPINIÓN

Los nudos que de verdad aprietan no son los de las corbatas

El nudo de la corbarta se puede aflojar, otros nudos sin embargo son más complicados de desatar.
El nudo de la corbarta se puede aflojar, otros nudos sin embargo son más complicados de desatar.
Tracy Hebden LRPS
El nudo de la corbarta se puede aflojar, otros nudos sin embargo son más complicados de desatar.

¡Madredelamorhermoso! Así todo junto y con exclamación. Es lo que me sale, con suspirito incluido y golpeándome el pecho con el abanico como solo saben hacer las señoras en los pueblos. La que se ha 'liado pollito' con el tema de las corbatas, el ahorro energético, la moda masculina y la que se nos viene encima con la crisis. 

Sé que esta columna va a ser una más de las de apuntar al cielo y mirar el dedo y no la luna pero, queridos, aquí hemos venido a hablar de trapos y en los meses que llevamos juntos, nunca un trapo tuvo tanta atención mediática. No iba a ser yo menos.

No voy a volver a hacer un recorrido histórico por el vestir masculino, ni me atrevo a hacer predicciones de cómo irán los hombres en un futuro a trabajar. Pero lo que sí tengo claro es que la forma en que nos presentamos al mundo es importante y condiciona nuestras interacciones con los demás. Puede parecer superficial, pero es parte de nuestra condición humana y, además, una muestra de respeto a la convivencia.

La forma en que nos presentamos al mundo es importante y condiciona nuestras interacciones con los demás

Como bien indicaba el sociólogo alemán Georg Simmel, uno de los primeros en tratar la importancia de la moda en la conducta humana, unir y diferenciar son las dos funciones básicas de la ropa. O si nos queremos poner más sesudos: “Toda existencia individual está determinada por innumerables influencias del ambiente humano”, como dice uno de sus aforismos más famosos. 

¿Qué quiero decir con esto? que en realidad la uniformidad favorece las interacciones personales y nos acerca a todos aquellos mortales que no tenemos ninguna intención de sobresalir de la masa. Porque claro, luego está Brad Pitt que se dedica a utilizar todos los colores de una pantonera para posar en la promoción de su última película ¡e incluso se atreve con las faldas! Él sería el agente diferenciador que diría Simmel. Y sí, ya sé que todos estáis pensando que con el porte y la cara de Pitt cualquiera se pone de verde rotulador fluorescente porque en cualquier caso va a estar estupendo. Pero lo cierto es que la vanguardia estética tiene mucho más que ver con la ética que con la propia estética. Me explico. El día que ‘el guay’ de la oficina decida que ir con una guayabera a trabajar es cool (y las normas de vestuario de la empresa se lo permitan) el resto irá detrás. Tan fácil como eso. Y tan lento, también, porque las asimilaciones de la masa en cuanto a los cambios estéticos se producen con el paso de, al menos, tres generaciones. 

La uniformidad favorece las interacciones personales y nos acerca a todos aquellos mortales que no tenemos ninguna intención de sobresalir de la masa

Voy a poner como ejemplo los tatuajes. Para la gente en torno a los 80 es una aberración digna de pandilleros y carcelarios. Para los de 60, una moda de la que muchos se arrepentirán en el futuro. Para los de 40 una forma más de expresión que tiene sus límites pero a la que estamos acostumbrados. Y finalmente para los de 20 algo prácticamente normal que no sorprende en profesiones cool, pero tampoco en estudiantes de derecho.

En definitiva, lo que separa a unos u otros no es más que el paso del tiempo y la asunción de nuevas formas de expresión que evolucionen con la sociedad siguiendo ese ciclo sin fin de pertenencia/diferenciación. Aunque probablemente, tal y como están las cosas, a más de uno le gustaría poder mirarse cada mañana al espejo y vestir con parsimonia el traje gris más anodino del mundo, simplemente porque eso indicaría que tiene un trabajo al que ir y que por tanto las cosas no van tan mal como pronosticaron. Por desgracia, me parece a mí que este otoño, lo que va a ahogar no va a ser precisamente el nudo de la corbata. 

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