La Semana de la Moda de París nos están dejando varios momentos que dejan claro que las pasarelas francesas no son todo elegancia y atemporalidad, sino también vanguardia, experimentación y originalidad. El desfile de Rick Owens con sus aliens, Pierre Cardin con su futurismo sesentero y la desnudez de Vaquera nos han demostrado lo contrario.
Sin embargo, siempre ha habido una firma que ha destacado en esta fashion week por no ser como las demás, y esa es Schiaparelli. La marca italiana lleva años presentando sus diseños en París, dando el toque de extravagancia a la capital de la moda. Sus looks de siluetas exageradas, estampados imposibles y accesorios impactantes siempre han puesto la nota diferente.
El año pasado, Daniel Roseberry, director creativo de la 'maison italiana', presentó una colección sin precedentes que dejó al mundo impactado, con vestidos adornados con cabezas de leones, tigres y lobos hiperrealistas que llegaron a indignar a los grupos animalistas.
Para esta temporada de primavera/verano 2024, el diseñador norteamericano ha seguido con esta línea de las 'animaladas', pero esta vez se ha alejado de la sabana y los bosques para adentrarse en las profundidades del mar.
La langosta ha sido la principal inspiración de Roseberry para la creación de 37 looks diferentes, donde este crustáceo estaba presente en varios de ellos. Al parecer, este animal está muy ligado a la historia de la firma, ya que apareció pintada por Dalí en un vestido de linón que diseñó Elsa Schiaparelli y fue usado por la duquesa de Windsor, Wallis Simpson. Su pura sugerencia material y erótica escandalizó a la Inglaterra de los años treinta, que había sido preparada por la abdicación del trono de su amante.
El diseñador juró no tocar la langosta en sus primeros días en Schiaparelli, pensando que era una referencia demasiado obvia para permitirse ese lujo. Pero cuatro años después, después de haber vivido la polémica provocada por las cabezas de animales en su desfile de alta costura de enero, pensó que quería más diversión, de ahí los collares gigantes de langosta y cangrejo, junto a los enormes brazaletes de oro con formas que recuerdan a la obra de Brancusi.
Otros animales marinos que no se han perdido la fiesta de la moda han sido los erizos de mar y caballas. Sin embargo, Schiaparelli también ha rendido un pequeño homenaje a España, incluyendo en su colección una torera (que prestó a Rosalía para que la luciera en el 'front-row') y un piercing XL para el ombligo con forma de toro bravo.
Toda esta locura se contrapone con otros diseños más 'tradicionales' y convencionales, como conjuntos de pantalón 'wide leg' y top de raya diplomática, vestidos negros de noche y looks lenceros. No obstante, el toque Schiaparelli sigue ahí, con maquillajes excéntricos, medias con estampado tatuaje y el conjunto que abrió el desfile. Si bien parece un traje normal con algunos accesorios, tiene mucho más que decir que lo que se ve a simple vista.
Este diseño mostró muchos más detalles a medida que le íbamos observando, desde el esmalte de uñas rojo derramado por el pantalón a los cigarrillos bordados en el chaleco. A estos los acompañaban una cinta métrica de sastre y el icónico ojo de Schiaparelli. El desfile lo cerró con un look que viene siendo típico en todas las colecciones, con las plumas como protagonistas en un top exagerado.
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