El pasado viernes arrancaba la Semana de la Moda de Nueva York con las propuestas más insólitas de los diseñadores emergentes, como Hillary Taymour para Collina Strada. Esta firma creada sobre las bases del humor y de la reinvención de clásicos nunca deja indiferente a nadie y su último desfile ha dado la vuelta al mundo gracias a sus inusuales y surrealistas diseños.
La marca está fuertemente comprometida con el veganismo y utilizan el altavoz que les brinda la moda para lanzar mensajes de sostenibilidad y en contra de la crueldad animal. "Hablamos al respecto de una manera que no suene tan deprimente y apocalíptica. Nadie va a cambiar la manera en la que vive si no se representa de forma divertida", explica la directora creativa y eso mismo han hecho en su última colección.
Bajo el nombre Por favor, no te comas a mis amigos, Collina Strada presentó al mundo su propuesta para el otoño-invierno 23/24 en el que los animales son los protagonistas. Al igual que Schiaparelli HC FW23, la naturaleza es el eje central de la colección, aunque en lugar de representarlo en la ropa, la californiana lo hizo en las caras de sus modelos mediante máscaras y prótesis.
Lagartos, vacas, conejos, toros, delfines... Ningún animal se ha librado de 'subir' a la pasarela para presentar los nuevos looks de Collina Strada, aunque lo cierto es que nadie ha podido dejar de mirar a las modelos a la cara que se pavoneaban sobre la pasarela.
O bueno, eso solo los que se pavoneaban, porque el resto del tiempo estaban gateando, saltando, haciendo cabriolas, olfateando a la audiencia y liberando a su animal interior, mientras usaban orejas de venado, hocico de cerdo, cabeza de perro, pico de tucán y otras prótesis variadas criaturas creadas por la maquilladora Isamaya Ffrench.
Junto a estos inusuales accesorios, llegaron las Vans blancas con pezuñas impresas en la parte superior, colas de caballo hechas con ovillos de hilo reciclado, apéndices en los hombros que parecían cuernos y estampados que parecían pieles y pastos de flores silvestres. El esquema de color era como My Little Pony, pero a lo Billie Eilish, con una banda sonora incluía ladridos y rugidos.
Una modelo llevaba a Powie, el perro real de la diseñadora, debajo del brazo y con una camiseta de la mascota a juego sobre una camisa transparente de mangas abullonada. Al final, el actor Tommy Dorfman apareció con un vestido de novia lencero y con orejas de conejo bailando sobre la pasarela. El punto, según escribía Hillary Taymour en las notas del desfile, era subrayar la idea de que "estamos todos juntos en esto".
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