Cuando la flora vaginal se altera, las posibilidades de que aparezca una infección son mayores. De hecho, desde la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) advierten de que "el 75% de las mujeres experimentan un episodio de vulvovaginitis sintomática a lo largo de su vida y el 40-50%, al menos, un segundo episodio".
Si bien es cierto que las infecciones vaginales aumentan un 50% en verano, el invierno también es una época propicia para que estas aparezcan provocando síntomas muy incómodos, como picor, ardor, enrojecimiento de la zona vulvar y un flujo anormal.
La ropa ajustada en invierno, una mal compañera
En una Guía publicada en 2022 por la SEGO, Diagnóstico y tratamiento de las infecciones vulvovaginales, destaca como un irritante de la zona íntima la ropa ajustada y los tejidos sintéticos. Y es que debido al frío del invierno, es común elegir pantalones apretados térmicos y otras prendas que pueden propiciar la aparición de humedad en la zona íntima.
Desde el Hospital Universitari General de Catalunya explican que los "pantalones ajustados, bodies o fajas" son algunos ejemplos de prendas de las que no se debe abusar y que conviene evitar en la medida de lo posible. Esto no solo se aplica durante el verano, sino también en épocas en las que hace más frío, como en la que nos encontramos ahora.
Si, además, a esto le añadimos una prenda interior que no esté hecha de algodón, como puede ser la licra, el resultado será un mayor riesgo de sufrir una candidiasis vaginal. Por eso, la ginecóloga Sánchez-Dehesa es muy clara al respecto: "optar por ropa interior de algodón y evitar materiales sintéticos ayuda a mantener la transpiración y reduce la acumulación de humedad, previniendo infecciones".
El consumo de antibióticos en invierno es mayor
El frío trae consigo numerosas infecciones —faringoamigdalitis, bronquitis o neumonías— muchas de las cuales se tratarán con antibióticos. Desde el Instituto Nacional de Estadística (INE) parece que el consumo de estos medicamentos es superior en mujeres que en hombres, algo que llama la atención.
Como explican desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), "los antibióticos solo deben recetarse para tratar infecciones bacterianas. No son adecuados para el tratamiento de infecciones virales como el resfriado y la gripe". Así, una bronquitis, infección de oído o cistitis sí se resolverían con antibióticos.
Como señala el doctor Miquel Àngel Jiménez, jefe del servicio de ginecología y obstetricia del Hospital Universitari Sagrat Cor, "la candidiasis también se produce por la alteración del pH que realizan ciertos antibióticos al destruir la flora vaginal". Por lo tanto, dadas las infecciones que trae consigo el frío y que pueden requerir la toma de este tipo de medicamentos, el riesgo de sufrir una infección debido a un desequilibrio en el pH vaginal se incrementa de manera notable.
Para contrarrestar el efecto nocivo de los antibióticos y mantener una flora vaginal equilibrada, en el caso de que se sufran varias infecciones vaginales al año, los probióticos pueden ser aliados. Pues, como señala la doctora Carmen Pingarrón Santofimia, jefa del equipo de ginecología y obstetricia del Hospital Quirónsalud San José, "protegen de diversas infecciones vaginales y urinarias, facilitan la curación y evitan la recurrencia de dichas infecciones".
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