
¿Algo de comer para acompañar el vino? No nos hemos equivocado de pregunta ni de orden de maridaje. Estamos en Berria, y aquí los vinos son los protagonistas absolutos.
Porque a esta casa, abierta hace unos meses junto a la Puerta de Alcalá (Plaza de la Independencia, 6) se viene a beber vino. De hecho, más que en un restaurante estamos en un wine bar. Y no uno cualquiera, sino uno con 1.600 referencias, 800 vinos en carta y 80 que se sirven a copas.
¿La mayor carta de vinos del país? Podría ser, aunque desde Berria tampoco parecen buscar esa especie de récord que tanto nos gusta en los titulares.

La carta, digital pero también en papel para quien prefiera hojearla, es tan impresionante que cabe suponer con estas cifras. Eso sí, salvo que se busque algo concreto, orientarse resulta complicado, así que mucho mejor ponerse en manos del equipo de sumilleres, formado por siete profesionales con una gran trayectoria (Mugaritz, Kappo, Lavinia…) pese a su juventud. Al frente de ellos, Tomás Ucha.
De 25 a miles de euros
Quienes ya estén sufriendo por los precios de un wine bar de este nivel y en esta localización -estupenda la terraza, y muy bonito el interior, diseñado por Gabriela Alcorta, una de las propietarias- pueden estar relativamente tranquilos.
La gama de precios es tan amplia como la carta, con botellas a partir de 25 euros. Y de miles de euros si se antoja alguna de las joyas que tienen en la bodega, claro.
La carta de vino a copas es otro de los puntos fuertes de Berria. En pocos lugares es posible encontrar una oferta tan amplia o la posibilidad de tomarse una copa de algunos de los mejores vinos del mundo.

También en este caso los precios son para todos los presupuestos, con copas entre los 5 y los 90 euros, y la posibilidad de pedir media copa de algunas referencias.
Parece complicado que alguien pueda llegar a aburrirse o siquiera probar todos los vinos de Berria pero, igualmente, la carta se renueva cada dos semanas para incluir nuevas referencias. Una rotación posible gracias de nuevo al equipo de sumilleres y a un sistema propio de identificación de botellas que permite controlar semejante stock.

Los verticales de algunas referencias (diferentes añadas de un mismo vino), la gama internacional con la que juegan, el impecable servicio -trabajan con una docena de copas diferentes de Zalto y Riedel- o la capacidad para sorprender al cliente con pequeñas joyas difíciles de encontrar son parte del encanto de Berria. Por ejemplo, en nuestra última visita pudimos probar Malus Mama, una cotizada sidra vasca que rara vez se deja ver en la carta de algún restaurante.

¿Y algo para picar? Aunque es un asunto secundario, la buena noticia es que también se ha cuidado el tema. La receta es sencilla: muy buen producto y sin complicaciones: jamón, anchoas espectaculares, una ensaladilla rusa que está a la altura, tartar, chuleta... No es fácil estar a la altura de los vinos, pero se consigue sin problema, y se remata con un buen carrito de quesos.
En definitiva, el nuevo lugar de referencia en la capital -y en el país- para los amantes del vino. Suena a tópico desgastado pero, en Berria, tienen miles de argumentos para demostrar que, en este caso, está más que justificado.
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