Durante siglos fueron un alimento humilde y su sencillez las convirtió en postre perfecto tras un potaje de vigilia en los días de Cuaresma, cuando la Iglesia católica prohíbe comer carne. Hoy las torrijas están siempre y en todas partes.
Son una elaboración fácil y perfecta para cocinar en familia. Y aunque ofrecen muchas posibilidades (al vino, al horno, a la naranja, a la francesa, sin huevo, entre otras) siempre nos gusta volver al origen, a la receta de torrijas que nos hacían nuestras abuelas.
Los ingredientes son los que ya sabemos: pan (mejor si es candeal), leche, azúcar, huevo, canela, ralladura de un limón y aceite de oliva (mejor ligero y de baja graduación).
Torrijas más redondas
Pero hay dos ingredientes que le dan mucho más sabor a unas torrijas de la abuela caseras. Uno es la nata.
Cuando ponemos el cazo a calentar solemos echar la leche, el azúcar, las ralladura de limón y la canela. Pero añadir en ese punto un poco de nata líquida va a hacer nuestras torrijas más esponjosas y sabrosas. Más redondas.
El otro ingrediente que va a mejorar unas torrijas de la abuela caseras es la ralladura, que no tiene que ser sólo de limón. Podemos mezclarla con piel de naranja. Como la nata, esta ralladura va a suavizar el "aliño" y el aroma final de nuestras torrijas.
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