Eso del maridaje: ¿con qué vino se acompañan los postres?

  • Los espumosos son tan versátiles que valen para acompañar cualquier postre.
Copa de vino tinto.
Copa de vino tinto.
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Copa de vino tinto.

Estamos aprendiendo a beber vino. Ya sabemos, por ejemplo, que hay que anteponer la calidad a la cantidad. De hecho, en España se beben menos litros de vino al año que hace un cuarto de siglo, pero los bebemos mejores.

Para disfrutarlos mejor no hay como acompañarlos de comida. Comer y beber, pocas cosas hay tan placenteras. Y para sacarle todo la intensidad a una cosa y a la otra hay que saber conjuntar, maridar, que dicen los del vino.

Es una labor subjetiva: al final, el mejor consejo siempre será que bebamos el vino que nos guste

Un maridaje o armonía es el proceso de acompañar un alimento con un vino buscando el máximo equilibrio entre ambos. No es una ciencia exacta; es una labor subjetiva. Al final, el mejor consejo siempre será que bebamos el vino que nos guste. Pero se puede aprender a disfrutar... más.

Los postres también tienen sus vinos aliados. También el cierre dulce de una buena comida necesita de un cribado para elegir el vino más adecuado. Y es que la variedad de sabores en estos alimentos nos brinda todo un abanico de posibilidades y tener diferentes maridajes de vinos.

La regla recomienda que el vino sea igual o un poco más dulce que el postre

Lo básico a la hora de combinar un postre con un vino es tener en cuenta qué tipo de postre vamos a tomar y la cantidad de azúcar que contiene. La regla, y ya sabemos que las reglas están para saltárselas si eso va a ser más divertido, recomienda que el vino que acompaña sea igual o un poco más dulce que el postre.

Hay más pautas que conviene tener en cuenta. Desde Bodegas Franco-Españolas nos dan tres:

  • La intensidad de los sabores
    Si los sabores del postre son fuertes, deben ir acompañados de un vino de similar intensidad.
  • La acidez
    Los vinos con una acidez elevada suelen ir muy bien con postres a base de frutas de acidez natural.
  • El dulzor del vino
    Buscamos que los azúcares en el vino complementen, equilibren o potencien el postre. La corriente clásica del maridaje propone que el dulzor del vino debe ser igual o superior al del plato que acompaña.

Vamos por partes, o sea, por postres. Pero antes un consejo que lo pone todo fácil: las burbujas valen para cualquier postre. Es decir, el champán, el cava y los vinos espumosos son tan versátiles que combinan con todo tipo de postre, desde frutas a helados, pasando por tartas o chocolates. Recuerda que el carbónico ayuda a rebajar el azúcar de un postre.

Una cata de finos con denominación de origen de Jerez.
Vinos de Jerez.
FLICKR.COM

Tartas y pasteles

Dependerán, claro, de los ingredientes y elaboraciones de los dulces. Según los sabores que presente, su dulzor y su textura, podremos elegir el tipo de vino más adecuado para cada caso. Por ejemplo, los pasteles con base de mantequilla o de sabores avainillados pueden casar perfectamente con blancos elaborados con la variedad alemana Riesling. Si buscamos ligereza y dulzor, un espumoso de la región italiana de Anti, elaborado con uva Moscatel, puede ser la mejor elección.

Chocolate

Lo dcho: será en función del tipo o tipos de chocolates que se empleen, porque cambiará su contenido en cacao, su dulzor y sus características aromáticas. Así, los postres de chocolate negro y cierto toque de amargor se podrán acompañar perfectamente con un vino dulce andaluz, de sabor intenso y alto contenido en azúcar, por ejemplo, alguno de los elaborados en Jerez o con la variedad Pedro Ximénez.

Helados

Hay que tener en cuenta los sabores de los helados y su textura, si son helados más bien cremosos o helados de hielo o sorbetes. Y la temperatura: sí, un helado puede estar recién salido del congelador o atemperado un rato en la cocina (más cremoso y menos duro). El complemento ideal pueda ser un vino generoso dulce de tipo cream, elaborado con variedades Palomino y Pedro Ximénez.

Frutas

Lo ideal es acompañar el bocado con vinos ligeros pero de cierta intensidad aromática. La clave está en encontrar el equilibrio entre los puntos de dulzor y acidez del vino y los de las frutas que queremos servir. Si nuestra fruta incluyen azúcares añadidos, nos valdrá un espumosos algo más seco, tipo brut.

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