La historia real de Anthony Pellicano, el detective de 'Pam & Tommy' que espió a Hollywood y acabó en la cárcel

Para impedir la difusión de su 'sex tape', Pamela Anderson y Tommy Lee recurrieron a este turbio personaje, protagonista de un juicio que duró dos años y en el que se vieron implicados John McTiernan, Steven Seagal y Tom Cruise.
La historia de Anthony Pellicano (dcha.), el detective de 'Pam & Tommy'.
La historia de Anthony Pellicano (dcha.), el detective de 'Pam & Tommy'.
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La historia de Anthony Pellicano (dcha.), el detective de 'Pam & Tommy'.

"A situaciones desesperadas, medidas desesperadas". Eso pensaron Pamela Anderson y Tommy Lee cuando su vídeo sexual empezó a circular por todo el mundo. Como hemos visto en Pam & Tommy, la pareja recurrió entonces a un detective de Hollywood (Don Harvey) cuyos métodos incluían el espionaje, las palizas a nudillo limpio y, para consternación de Seth Rogen, la destrucción de elepés de King Crimson. Pero seguro que la serie de Disney+ ha exagerado sobre el personaje, ¿verdad? 

Pues más bien no. De hecho, si tenemos en cuenta la calidad del individuo, es probable que el show se haya cortado a la hora de describir sus métodos. Porque ese detective se llama Anthony Pellicano, y fue una de las figuras más turbias de la industria del cine hasta que dio con sus huesos en la cárcel. 

Nacido en Chicago en 1944, Pellicano ejerció como investigador privado en la ciudad de Illinois, ganándose una reputación como experto en escuchas telefónicas. A comienzos de los 90, se trasladó a Los Ángeles, donde su lista de clientes llegó a contar con nombres tales que Courtney Love, Michael Jackson, Chris Rock y, como hemos visto, Tommy y Pamela. 

Más que un detective al uso, eso sí, Anthony Pellicano era un exponente de los 'Hollywood fixers', esos profesionales a los que (se supone) recurren las estrellas para silenciar amenazas contra su imagen pública. Con respecto a su modus operandi, el New York Times le describió en 2019 como un sujeto que siempre llevaba un bate de béisbol en el maletero de su coche y que exigía un adelanto de 25.000 dólares para aceptar sus casos. Una suma que, en buena parte, iba a destinada a pagar los servicios de policías corruptos. 

Steven Seagal y dos peces muertos

Tras una década moviéndose entre las sombras de la industria, el nombre de Pellicano salió a la luz pública en verano de 2002. Fue entonces cuando la periodista Anita Busch encontró un agujero de bala en el parabrisas de su coche, además de una lata con una rosa y dos peces muertos en su maletero, acompañados por una nota en la que se leía "Stop". 

Resultaba que Busch estaba preparando un reportaje sobre Michael Ovitz, antiguo ejecutivo de Disney y cliente de Anthony Pellicano. Tras denunciar a Ovitz, la periodista declaró en el juicio que el detective y sus esbirros habían pinchado su teléfono, borrado su disco duro e incluso tratado de atropellarla con un coche. A esta denuncia se sumó la del productor Julius R. Naso, que había sido objeto de amenazas similares tras demandar a Steven Seagal.

De esta manera, el FBI acabó entrando en las oficinas de Anthony Pellicano, descubriendo en ella un pequeño arsenal de armas y explosivos y su célebre 'sala de guerra' llena de ordenadores dedicados a grabar charlas telefónicas las 24 horas del día. A resultas de dichos hallazgos, el detective acabó en prisión esperando juicio. 

Pellicano acabaría siendo condenado junto a cuatro de sus socios por una larguísima suma de cargos, incluyendo tenencia ilícita de armas, extorsión y falsificación de pasaportes. Pero lo más suculento del proceso resultó ser la lista de nombres mencionados durante el mismo.

Los amigos de Anthony

Durante el juicio, se reveló que Pellicano tenía pinchados los teléfonos de Sylvester Stallone y Keith Carradine, entre otras estrellas, por encargo de sus clientes. Entre aquellos que tuvieron que responder por haber colaborado con él en su negocio destacaron Dennis Wasser (el abogado que representó a Tom Cruise en su divorcio de Nicole Kidman), y, sobre todo, la actriz Linda Fiorentino y el director John McTiernan (Jungla de cristal). 

Fiorentino, que había sido amante del investigador, se lió en 2006 con un agente del FBI llamado Mark T. Rossini, obteniendo a través de él acceso a documentos confidenciales con la excusa de que estaba preparándose para una película policíaca. En realidad, la actriz de La última seducción quería dichos documentos para pasárselos a los abogados de su ex. A resultas de esta artimaña, Rossini perdió su trabajo y fue condenado a 12 meses de cárcel. 

También en 2006, John McTiernan se sentó en el banquillo, acusado de mentir acerca de su relación con Pellicano. El cineasta, que se declaró culpable de los cargos, había contratado al detective para que pinchase el teléfono del productor Charles Roven, al que se había enfrentado durante el rodaje de su remake de Rollerball. Ese patinazo le acabaría costando 382 días en prisión y su exilio de la industria. 

En 2008, Anthony Pellicano fue sentenciado a 15 años de cárcel. El detective volvió a pisar la calle en 2019, y si piensas que ahora vive en la indigencia, estás equivocado: Deadline aseguró en su momento que muchos de sus antiguos clientes le seguían recompensado generosamente por su silencio. 

En 2021, su nombre volvió a los titulares, en esta ocasión al haber sido contratado por Joel Silver (efectivamente: el productor con el que McTiernan había trabajado en Jungla de cristal y Depredador) para representarle con plenos poderes en una negociación con su antiguo socio Daryl Katz. "No puedo ofrecerme como investigador privado", declaró, para a continuación añadir: "Obtengo informaciones que ayudan en la negociación". El que quiera entender…

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