Las series articuladas como antologías se definen por la heterogeneidad, rasgo que aumenta el interés natural por los ránkings. Black Mirror, la icónica y retorcida creación de Charlie Brooker, ha estrenado su sexta temporada en Netflix y a continuación ordenamos sus cinco capítulos de menos interesante a más atrayente.
5. 'Mazey Day' (episodio 4, Uta Briesewitz)
El episodio ramplón de la tanda. Pone en su foco discursivo la desaprensión de los paparazzi, aspecto nada novedoso que solo sobresale en el tenso momento con una figura pública en la entrada de una discoteca; en la incomodidad de cuando toman fotos a pesar de las circunstancias extremas, y en la potente imagen final.
Zazie Beetz interpreta a una fotógrafa sumida en el conflicto moral que sin embargo, por la necesidad económica, decide retomar su cometido y localizar a una actriz hundida por un suceso del que huye. El giro con el comienza la resolución genera simpatía en el aficionado al fantástico pero su efecto se diluye por su carácter tramposo y, en el fondo, risible. Se ve y se olvida. Sin más.
4. 'Joan es horrible' (episodio 1, Ally Pankiw)
Es un claro ejemplo de propuesta bastante discreta en lo formal pero juguetona en lo conceptual de la que precisamente uno se queda con sus ideas y desecha lo demás. Lleva a otro nivel la cuestión de la exposición pública de la vida de una persona corriente al mostrar a una mujer (buen trabajo de Annie Murphy) que comprueba con horror que la plataforma Streamberry (Netflix con otro logo) ha creado una serie que replica casi tal cual cómo ha sido su día.
Construida sobre los guiños críticos a Netflix al señalar la maldad de la plataforma, cuestionar su política de contenidos, exponer lo que bien podría ser uno de sus sueños húmedos y de paso retratar la actitud de los espectadores, la historia introduce aspectos de los que resuenan. El recorrido fluye en lo relacionado con los términos y condiciones, la letra pequeña que nadie lee, y también con el uso digital de la imagen de los actores (la película El congreso…).
La alusión última a la realidad y la ficción y el simbolismo sobre la vida recuperada (a medias) del epílogo poseen asimismo fuerza evocadora. Sin embargo, como se ha indicado, el capítulo, por cierto con varios 'cameos', no atrapa por su tratamiento. El tono paródico y sobreactuado de Salma Hayek indica en parte cuáles son los problemas de la articulación, no obstante vistosa en lo relativo a una escatológica irreverencia.
3. 'Loch Henry' (episodio 2, Sam Miller)
La mirada Black Mirror no se posa en lo tecnológico, sino que su esencia bulle en torno a la actual edad dorada de las producciones true crime, tan de moda en Netflix (Streamberry…). Inspirada en situaciones clásicas como la del pueblo idílico convertido en lugar fantasma y la del terror que surge al remover la sordidez del pasado, la obra, la más british de la temporada, se adscribe a lo siempre interesante y evoluciona hacia lo atrayente por la carga impactante y turbadora que brota.
Favorecida por las buenas actuaciones (Samuel Blenkin, Myha'la Herrold, Daniel Portman, John Hannah), narra la estancia de dos estudiantes de cine en la localidad de origen de uno de ellos. En principio, además de ver a la madre (y a la suegra), iban a grabar un documental de los que quedan circunscritos a la burbuja de festivales, pero al final desempolvan un caso de asesinatos, sadismo y depravación que encierra fuertes implicaciones al afectar personalmente al chico que vuelve a casa.
Más allá de la impresión del descubrimiento, al que la exposición sabe llevar con eficacia, el tramo final desprende sugerencia y significado por lo que dice acerca de la industria y por la cruda soledad descrita en ese contexto.
2. 'Beyond the Sea' (episodio 3, John Crowley)
Sobre el papel, por sus rostros (Aaron Paul y Josh Hartnett, y tampoco puede obviarse la aportación de Kate Mara) y su planteamiento, era el episodio destacado. Y no defrauda, aunque dura más de lo que debería.
Brooker, a través de la plasmación de John Crowley, imagina una solución para que los astronautas pasen tiempo en casa aun estando en plena misión. Un inteligente a la par que sencillo planteamiento de ciencia ficción con la sugerencia extra de que la avanzada tecnología se da en un 1969 alternativo y de que implica que el componente espacial pase a un segundo plano al primar el marco familiar terrestre.
La doble realidad, en la nave y en el hogar, de los protagonistas cambia a raíz de la tragedia que sacude a uno de ellos, suceso revestido de los ecos que remiten a la secta de Charles Manson. El cauce dramático guía desde entonces el relato, que una vez que el compañero presta su ayuda al afectado sigue una de las vías argumentales intuidas al respecto. Un camino narrativo clásico y reconocible al conectar con elementos como el asidero emocional que da pie a otras intenciones. Que esté claro lo que va a ocurrir no resta interés, el cual se mantiene hasta su buen final.
1. 'Demonio 79' (episodio 5, Toby Haynes)
Se trata del único capítulo sin la breve intro canónica de la serie, elección para nada casual y que viene a subrayar su entidad propia y su condición de variante, presentes también de partida en esos 'Black Mirror presents' y 'A Red Mirror film'. Enmarcado, como indica su título, en 1979, expone lo que tiene que hacer una mujer de vida gris, dependienta de unos grandes almacenes, por indicación del demonio que se le aparece si quiere evitar el fin de los tiempos.
Una situación clásica en el género modulada con atractiva singularidad en virtud del humor negro canalizado, tono por el que las menciones al racismo que padece la protagonista, una india en Inglaterra, calen más. El director Toby Haynes y Brooker (apoyado en el guion por Bish K. Ali) aprovechan el juego que dan la relación y las conversaciones entre la mujer y la criatura (atención a la forma humana que adopta). Un tratamiento realzado por la estupenda actuación, muy expresiva, de Anjana Vasan, bien acompañada por Paapa Essiedu.
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