Diligente, generosa y una gran aliada del colectivo LGTBI: así era Emma Penella, la icónica Concha de 'Aquí no hay quien viva'

El periodista Javier P. Martín recuerda a Emma Penella como una persona cálida y amable con todo el equipo de 'Aquí no hay quien viva', justo al contrario de su personaje Concha.
Emma Penella interpretó a la icónica Concha en 'Aquí no hay quien viva'.
Emma Penella interpretó a Concha en 'Aquí no hay quien viva'.
Emma Penella interpretó a la icónica Concha en 'Aquí no hay quien viva'.

Para el numeroso elenco de Aquí no hay quien viva, el equipo de la serie decidió tirar de una mezcla de caras muy establecidas en la industria, actores con bastante experiencia y algunos nombres desconocidos. En el primer grupo se podría incluir a Emma Penella, leyenda viva del cine y el teatro español en quien la directora de casting Elena Arnao pensó para dar vida a Concha, la anciana cascarrabias que al principio compartía techo con su vividor hijo en el 2º B y luego se instaló en casa de Vicenta y Marisa, formando el trío de ancianas más icónico de la televisión patria.

Según se recuerda en el libro Aquí no hay quien viva. Detrás de las cámaras: la historia delirante de esta nuestra comunidad (Plaza & Janés), escrito por el periodista Javier P. Martín, la desaparecida actriz madrileña, galardonada en varias ocasiones con una de las medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC), había sido olvidada por los productores y estaba a punto de retirarse cuando en el año 2003 recibió la propuesta de los responsables de la serie.

“Ella estaba muy mal de las piernas, de la cadera, iba con un bastón…”, cuenta Arnao en el ensayo, donde añade que el día que se entrevistó personalmente con Penella la actriz "se quitó el bastón y empezó a moverse por el salón de su casa, dando vueltas: ‘Mira, mira cómo puedo moverme sin bastón’. Me quedé fascinada. Me fui encantada y le dije a José Luis Moreno: ‘Es estupenda y está muy bien’. La contrataron sin hacerle prueba”.

Emma Penella junto a Gemma Cuervo y Mariví Bilbao en 'Aquí no hay quien viva'
Emma Penella junto a Gemma Cuervo y Mariví Bilbao en 'Aquí no hay quien viva'

Su hija Emma Piedra confiesa en el libro que la actriz había estado mal “porque ya no tenía un trabajo continuo y ya no podía hacer teatro, que era lo que más le gustaba. No tenía salud para eso, porque era diabética, tenía un cáncer de tiroides que nadie lo sabía… No podía levantar un telón todos los días. Y estaba triste, porque era una mujer que sentía que tenía que morir con las botas puestas, y su profesión era tan importante como un hijo, junto con sus tres hijas”.

Nacida en 1931, Penella era hija de Ramón Ruiz Alonso, responsable de la detención y el fusilamiento del poeta García Lorca, y hermana de las también actrices Elisa Montes y Terele Pávez. Tras dar sus primeros pasos en el mundo de la interpretación sobre las tablas del teatro María Guerrero, puso su atractivo físico y su característica voz afónica (doblada en sus comienzos por otras actrices) al servicio de cineastas como Juan Antonio Bardem o Luis García Berlanga, quien la convirtió en protagonista de su magnífica comedia de humor negro El verdugo (1963).

Después de casarse en 1967 con Emiliano Piedra, la actriz protagonizó varias películas producidas por el susodicho, como Fortunata y Jacinta (1970) y La Regenta (1974). Luego, sus trabajos cinematográficos se fueron espaciando cada vez más, aunque Eloy de la Iglesia se fijó en ella para protagonizar La estanquera de Vallecas (1987), donde Penella hacía de encargada de un estanco atracado por un albañil en paro y su amigo. "Las 24 horas de encierro sirven para que Emma Penella dé un recital de exuberancia interpretativa y se coma la pantalla", opinó sobre aquel trabajo Jorge Berlanga.

Emma Penella en 'La estanquera de Vallecas' (1987).
Emma Penella en 'La estanquera de Vallecas' (1987).

Tras quedarse viuda, Penella se aferró al trabajo. Precisamente por eso, recibió con mucha ilusión su papel en Aquí no hay quien viva, emitida originalmente en Antena 3 entre septiembre de 2003 y julio de 2006. Aunque hacerlo también le granjeó la incomprensión de buena parte de la profesión. “Muchos compañeros suyos la tacharon de todo: ‘¿Qué haces rodando una serie como esta, en televisión, con José Luis Moreno…? ¡Y para cuatro frases! Después de toda una carrera de prestigio, haciendo Galdós, con directores de renombre…”, explica una de sus hijas. “Y mi madre les decía: ‘Pues trabajar, que es lo que me gusta’. Era como si se hubiera pasado a otro bando".

Una actriz generosa en su trato con el equipo

Al principio de la serie, Penella se movía despacio por el plató y tenía que ser ayudada por los chavales de producción a la hora de levantarse y sentarse. Sin embargo, fue cogiendo fuerzas y se terminó adaptando al ritmo frenético de una serie que contaba con una organización poco eficiente y horarios de rodaje interminables. Tanto es así que algunos de los actores principales la abandonaron progresivamente. “Era muy diligente y muy eficiente”, comenta a nuestra revista Javier P. Martín. “Si tenía que salir a grabar una toma a las cuatro de la mañana tras estar unas horas descansando en su camerino, salía con una energía arrolladora”.

El periodista cuenta igualmente que, de todo el cariño que ha recibido en las entrevistas realizadas al equipo y el reparto de la serie, una gran parte estaba dirigido a Emma Penella: “Todo el mundo se emocionaba recordándola, he sentido que era un poco el corazón y la madre del grupo. Era muy generosa en su trato con el equipo, también haciendo regalos por cualquier ocasión, como por ejemplo la lotería de Navidad (ella regalaba un décimo a cada persona del reparto y del equipo)”.

Algunos allegados comentan en el ensayo que los pilares fundamentales de Penella eran los actores Luis Merlo, Loles León, Mariví Bilbao y Fernando Tejero. Y también se dice que era especialmente cariñosa con los hombres homosexuales tanto del equipo artístico como técnico. “Les invitaba a cenas con sus parejas", apunta P. Martín, "les decía que fueran a la piscina de su casa… Es muy gracioso pensar que Concha tenía la mayoría de las frases homófobas de la serie y ella era una gran aliada del colectivo”.

Emma Penella junto a numerosos actores de 'Aquí no hay quien viva'.
Emma Penella junto a numerosos actores de 'Aquí no hay quien viva'.

Orgullo de abuela

Como la serie terminó convertida en un fenómeno histórico, hubo un momento en el que sus actores protagonistas no podían salir a la calle tranquilos. Penella no fue una excepción. “Ir al Hipercor que había al lado de casa de mi madre [que residía en un chalé a las afueras de Madrid], para comprarse unos zapatos, suponía toda la tarde”, ha recordado Emma Piedra. “A veces se disfrazaba, porque no tenía ganas ese día de que la pararan. Se ponía unas gafas de sol que le tapaban toda la cara, una peluca… Y la paraban igual, porque la reconocían igual. Pero tenía muchísimo respeto al público, y no atender a la gente cuando le hablaban era para ella lo peor que podía hacer un actor”.

Asimismo, Emiliana Piedra afirma que a su madre "lo que más ilusión le hacía de la serie era que sus nietos iban a verla. Porque los nietos no se iban a poner Fortunata y Jacinta, La Regenta… Pero esto sí. Y compró la serie entera, a lotes, en copias para todos sus nietos, los seis”. Por no hablar de aquellas tardes de sábado que la actriz pasaba firmando fotografías para los amigos del colegio de sus nietos.

En 2006, José Luis Moreno llegó a un acuerdo para continuar la misma serie, o algo parecido, en Telecinco. Fue así como en abril de 2007 nació La que se avecina, que cambió los personajes y el escenario pero mantuvo gran parte del equipo y el reparto que había terminado la serie en Antena 3. Ese nuevo producto se acabaría convirtiendo en otro fenómeno televisivo, pero Penella no llegó a disfrutar de su éxito porque en agosto de 2007 falleció debido a una septicemia producida por la diabetes que padecía.

Veinte años después de su estreno, Aquí no hay quien viva pervive en el imaginario de la gente, y el personaje de Concha sigue siendo considerado uno de los más icónicos. “Personalmente encuentro su interpretación de las más divertidas", apostilla P. Martín, "y no solo cuando decía frases, sino cuando estaba simplemente figurando por detrás: era la más expresiva, la más entregada en su lenguaje corporal y facial. Y después de lo que me han contado, me parece aún más gracioso pensar que detrás de ese personaje de mujer de malas pulgas, criticona y anticuada había una actriz amorosa y modernísima”.

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