Zinebi 2022 | 'A morte de uma cidade' ('Death of a City'): Perdiendo Lisboa

João Rosas filma los últimos días de una vieja Lisboa devorada por el urbanismo neoliberal en un largometraje de debut consagrado a la dignidad obrera que se presenta en el certamen bilbaíno
'A morte de uma cidade' ('Death of a City')
'A morte de uma cidade' ('Death of a City')
Zinebi
'A morte de uma cidade' ('Death of a City')

Los propósitos que reflejan los obligados prefacios que abren los catálogos de los festivales no siempre encuentran refrendo en una programación en la que resulta difícil rastrear la línea editorial. A un certamen como ZINEBI le sucede todo lo contrario. Basta con ver su selección para comprender que cuestiones como el feminismo (Mutzembacher, Have you seen this woman?, Olores), la identidad sexual y de género (Anhell69, Casa Susanna, Honey), el ecologismo o los estragos causados por un modelo económico depredador, conforman un eje programático transversal; temáticas que no están reñidas con la evolución de la práctica cinematográfica, antes al contrario, pues la experimentación formal –o la búsqueda de vías alternativas a las formas dominantes– se impone como un acto, otro más, de resistencia.

Resulta del todo lógico que una película como A morte de uma cidade (Death of a city) opte al premio al mejor largometraje de debut en la sección ZIFF. Su director, João Rosas, regresa a Lisboa tras años viviendo en Londres. Está a punto de tener una hija. La ciudad con la que se encuentra no es la que recordaba y para, de algún modo, conservar para su descendiente parte de los últimos vestigios de la urbe que guardaba en su memoria y que está a punto de desaparecer, se embarca en un curioso documental. Bajo el auspicio de un amigo francés que trabaja para un fondo de inversión que ha comprado un viejo edificio de la capital lusa para convertirlo en un hotel de lujo en pleno Barrio Alto, y con el pretexto de filmar un publirreportaje para la empresa promotora de la obra, Rosas se entrega a capturar la demolición del inmueble, inequívoca metáfora de la propia Lisboa. Sucede que los trabajadores empiezan a importarle más que sus trabajos, y la pretendida metáfora termina revelándose por otros medios; esto es, por esa colección de testimonios que dan lugar a un álbum de vidas casi siempre anónimas en las que la precariedad, la inmigración y el vampirismo neoliberal rigen los destinos de los más humildes.

La voz en off del director sobrevuela tres cuartas partes del metraje, interrogándose constantemente sobre las implicaciones que conlleva filmar a esa gente (sobre cómo contar sus historias), cuestionándose asuntos como la distancia, los ritmos que imponen las rutinas laborales, el respeto por el cuerpo del trabajador o, simplemente, aportando datos biográficos o apuntes sociológicos (la imposibilidad de una unión obrera derivada de la movilidad constante de los empleados, las empresas impidiendo que entablen relaciones a base de moverlos de una obra a otra). Esos comentarios sobre la imágenes –por momentos un análisis textual simultáneo– pueden resultar abrumadores, incluso pecar de excesivamente dirigistas, pero cuando la voz de Rosas se apaga y deja que las imágenes fluyan, esas ideas resuenan con fuerza en cada plano. Y es que uno no puede permanecer mudo e impasible cuando una parte de su vida se muere ante sus ojos.

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