'Guardianes de la galaxia 3': ¿Quién es más poderoso, Thanos o Adam Warlock?

Fuerza irresistible contra objeto inamovible: desde 1975, cuando Jim Starlin decidió ponerles cara a cara, Thanos y Adam Warlock llevan poniendo en práctica esa paradoja en las viñetas de los cómics Marvel.

Un enfrentamiento que seguramente jamás veremos en el MCU, puesto que el Titán Loco con el rostro de Josh Brolin ya no está entre nosotros (que sepamos), mientras que el Mesías fallido y cósmico acaba de debutar en Guardianes de la Galaxia Vol. 3 con el rostro de Will Poulter. 

Aun así, las viñetas y la pantalla nos dan indicios de sobra para resolver el dilema... o, al menos, para hacernos una idea de cuáles serían los resultados de un enfrentamiento Thanos-Warlock en pantalla grande. Escóndete y reza lo que sepas mientras dura la tangana, porque cuando estos dos se miden las costillas hasta los Vengadores sudan la gota gorda. 

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¿Quiénes son Thanos y Adam Warlock?

Antes de que empiece el combate, repasemos las capacidades de cada luchador. En la esquina del genocidio cósmico, con un peso de muchas arrobas y calzón azul, tenemos a Thanos, ese alienígena cuyo plan (en la versión cinematográfica, al menos) es aliviar los males del universo diezmando su población mediante el legendario Guantelete del Infinito y esas gemas tan antiguas como el vacío interestelar. Tener un ejército de esbirros fanáticos también ayuda. 

En la esquina de la angustia existencial, ataviado en rojo y dorado (eran los 70, qué vamos a hacerle) y bastante más estilizado que su contrincante pese a los músculos que ha echado Poulter, está Adam Warlock. Bien en papel, bien en cine, hablamos de un humanoide artificial creado para ser el arma definitiva, cuyos poderes pueden poner en jaque a la mayoría de superhéroes de la Tierra. 

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Así pues, nuestro combate parece estar bastante igualado. Pero no te fíes, porque no todo en este universo es tan evidente como parece. 

¿Quién ganaría el combate? 

Empecemos señalando que, si el enfrentamiento se reduce a lo estrictamente físico, Warlock está listo de papeles. Thanos siempre ha sido uno de los individuos más fuertes y resistentes del MCU, capaz tanto de propinar golpes irresistibles como de aguantar cantidades inhumanas de castigo. Si bien Warlock no anda corto en eso de propinar tortazos o recibirlos (que se lo pregunten a Nebula), lo tendría difícil para sobrevivir a las embestidas de tamaño poder. 

Ahora bien: aquí Thanos cuenta con una desventaja. Uno de los poderes de Warlock en las viñetas es el de resucitar gracias a esa siniestra crisálida de la que emergió por primera vez. Aun sin estar seguros de si su equivalente en cine le proporcionará la misma habilidad, es probable que el Adam de la pantalla esté sometido al mismo infernal ciclo de muerte y renacimiento. 

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Lo que tampoco podemos olvidar es la relación de Adam Warlock con los poderes cósmicos de Marvel. En las viñetas, nuestro antihéroe fue durante mucho tiempo el portador de la Gema de Alma (la razón por la que Thanos se interesó por él en primer lugar), algo que le ha dado línea directa con entes tan singulares como Eternidad, Lord Caos, Maestro Orden, Eón y otras criaturas de las que depende el mismísimo tejido de la realidad marvelita. 

Gracias a esta faceta suya, Warlock ha sido uno de los personajes capitales en los cómics de la Saga del Infinito. Aunque sus poderes y capacidades no rayen a la altura de las de Thanos, puede equilibrar la situación con una llamadita a amigos influyentes que le echarán una mano, aunque por cosas de la causalidad cósmica no puedan intervenir en la refriega. De hecho, ha llegado a ocupar el puesto de Tribunal Viviente, destacado miembro de esa cosmología.

Por supuesto, la mayoría de estas afirmaciones están basadas en las versiones de Thanos y Adam Warlock que hemos visto en los cómics. Pero, tanto en ellos como en el audiovisual, ambos personajes empatan en un poder concreto: el de dar la brasa mediante interminables discursos metafísicos. 

Así pues, si nosotros nos viéramos atrapados en un enfrentamiento entre ambos, optaríamos por marcharnos discretamente mientras los dos disertan a gusto. Con un poco de suerte, la charla les llevará un milenio o dos, y durante ese tiempo dejarán al universo en paz.