Seminci 2022 | ‘Nothing’: la película que no querrás que vean tus hijos

Trine Piil Christensen y Seamus McNally compiten por la Espiga de Oro con este retrato algo maltrecho sobre la generación abandonada
Nothing
Nothing
A Contracorriente
Nothing

Una película es, en gran medida, una forma de ver el mundo o la vida. De ahí que a veces se diga aquello de “Me quedaría a vivir dentro de esta película”. No es el caso de Nothing, cuya cosmovisión invita a todo lo contrario. La película danesa compite en la Sección Oficial de una Seminci que ha arrancado de la mejor forma posible, con Decision to Leave de Park Chan-wook y Eo de Skolimowski.

La premisa de Nothing es, en sí misma, peliaguda. Atacado por un repentino brote de cinismo, un escolar llamado Pierre Anthon (Harald Kaiser Hermann) se rebela contra el sistema educativo y decide subirse a la cima de un árbol y no bajar nunca.

“¿Para qué? ¿Qué sentido tiene la vida?”, les reprocha a sus compañeros de clase que, preocupados por él, le ruegan que baje del árbol. A Pierre Anthon no le hace falta citar a Nietzsche ni a los nihilistas griegos para armar una pequeña revolución en su comunidad inftantil-preadolescente.

Es en ese momento cuando Nothing emprende un camino bastante cuestionable. Los amigos de Pierre Anthon se proponen demostrarle que hay cosas importantes en la vida, cosas por las que merece la pena vivir. Y deciden reunirlas todas en una pequeña cabaña que comparten llamándolas ofrendas.

Empiezan dejando allí unas sandalias o un hámster. Pero pronto las ofrendas van cobrándose un significado más y más morboso, convirtiéndose en revanchas personales entre los chavales. Una tiene que prescindir de su pelo y otra de su virginidad, hasta que llega el turno de las mutilaciones y una se pregunta si está viendo el filme en Seminci o en Sitges, a pesar de la falta de arrojo visual en las escenas más crueles.

Pero el problema fundamental de Nothing es que nunca se llega a explicar cuáles son las motivaciones de estos personajes que gustarán a los fans de El señor de las moscas y a las ecoterroristas con manía a Van Gogh. ¿Han montado este pollo simplemente ante la idea de que los médicos y abogados serán sustituidos por robots?

Tampoco queda muy clara la postura de los cineastas ante sus protagonistas, esa generación abandonada que a la que también podríamos definir sin eufemismos: niñatos mimados o ignorados por sus progenitores que, una y otra vez, se salen con la suya.

De la misma manera, Piil Christensen y McNally parecen recrearse en las andanzas salvajes de sus imberbes protagonistas sin atreverse a darles una lección al final. 

¿Quieres recibir las mejores recomendaciones de cine y series todos los viernes en tu correo? Apúntate a nuestra Newsletter.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento