San Sebastián 2022 | 'Girasoles silvestres': Jaime Rosales esculpe en el tiempo de una madre soltera

Anna Castillo es la protagonista de la última película del director de 'Hermosa juventud' , uno de los filmes españoles que compiten por la Concha de oro en la presente edición de Zinemaldia
'Girasoles silvestres'
'Girasoles silvestres'
A Contracorriente Films
'Girasoles silvestres'

Nosotros también recordamos con elipsis. Cuando tratamos de reconstruir nuestra vida saltamos con naturalidad de un episodio a otro olvidando los días que una vez los unieron. Sin embargo, del cine muchas veces esperamos una narración lineal, cronológica, segundo a segundo, no queriendo ver que este arte es casi siempre una elipsis continua. 

Puede que ahí resida gran parte del encanto de la última película de Jaime Rosales, que en Girasoles silvestres se aleja de la artificiosa Petra y vuelve a la senda naturalista de Hermosa juventud retratando la vida amorosa de una joven madre soltera.

Girasoles silvestres
Girasoles silvestres
A Contracorriente

Rosales nos presenta a su protagonista en la playa cuidando de sus dos hijos pequeños. Suena Triana en una secuencia luminosa como el paraje que los rodea y que encuentra su reflejo al final de la película. No es baladí. La historia que estamos a punto de ver, la historia de Julia, no es alegre o, por lo menos, no siempre lo es. 

Y, sin embargo, hay una mirada radiante, una luz clara que lo envuelve todo y que se parece bastante a la vida con sus claroscuros. La juventud también se presenta como es, pegada a un móvil, mensajes de WhatsApp, Tinder, ligar por internet. Así Julia empieza a frecuentar a Oscar, el hermano de una amiga.

Girasoles silvestres
Girasoles silvestres
A Contracorriente

Hagamos un inciso para hablar de las interpretaciones en Girasoles silvestres. Anna Castillo interpreta a Julia y está más afinada que nunca esa habilidad suya para encarnar el personaje hasta el punto de hacernos olvidar que es una actriz ejerciendo su trabajo. El placer de verla en la pantalla es otro de los motivos que hacen de Girasoles silvestres una película encantadora, así como Manolo Solo (¡por fin haciendo de buena persona!). 

Un deleite que crece aún más cuando aparece Oriol Pla en escena interpretando a Oscar, ese nini macarra que conquista a Julia. Su caracterización, su vestuario, esa gestualidad, hasta el movimiento de los ojos sirven para construir un personaje que, si bien es de reparto, debería ocupar la conversación cinéfila de lo que queda de año.

Con gran economía narrativa, Rosales nos va descubriendo, a la vez que a su protagonista, la verdadera naturaleza de este personaje, con un realismo que recuerda al de Iciar Bollain en Te doy mis ojos. Algo que repite cuando aparece en escena el padre de sus hijos, un militar en Melilla al que los niños le cuentan que no quieren ir al cole en Catalunya porque se habla raro, y después con una tercera pareja que, esta vez sí, habla más catalán que castellano.

Alguien podría esgrimir que no es un retrato muy feminista, el de ver a Julia bandeándose entre diferentes parejas sin oficio ni beneficio, mala estudiante que no quiere ni sacarse los estudios de enfermería, pero el repaso que Rosales le pega a los hombres de su vida no tiene desperdicio: cobardes, egoístas, maltratadores... y, en el mejor de los casos, inmaduros.

Más allá de las peripecias vitales de esta madre joven soltera –como una versión pobre y española de La peor persona del mundo–, lo más destacable de Girasoles silvestres es cómo Rosales las cuenta, acortando y estirando los momentos. Como diría Tarkovski, esculpiendo en el tiempo.

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