Miguel Ángel Silvestre revela qué actor español fue su gran admiración: "Tenía una obsesión con él"

El actor de ’30 monedas’, una de las series más vistas del momento de HBO Max, ha revelado en esta entrevista a quién tomó como referente durante sus inicios en el cine.
Megan Montaner y Miguel Ángel Silvestre en '30 monedas'
Megan Montaner y Miguel Ángel Silvestre en '30 monedas'
Cinemanía
Megan Montaner y Miguel Ángel Silvestre en '30 monedas'

A veces, en sueños, Miguel Ángel Silvestre vuelve a las pistas de tenis. Si una lesión en el hombro no se lo hubiese impedido, estas habrían sido su hábitat natural, y en ellas habría transcurrido su vida. “Quise ser el mejor tenista del mundo sin tener el mayor talento del mundo”, reveló Silvestre en una entrevista para El País, en la que reconocía que, algunas noches, caía dormido y despertaba en medio de un Roland Garros en marcha. Y su entrenador le decía que era el momento de jugar.

El actor valenciano sustituyó el deporte por la interpretación, con un pequeño receso en el que barajó la posibilidad de continuar la tradición paterna y estudiar fisioterapia. 22 años después de su debut como actor en una obra de Sam Shepard, Miguel Ángel Silvestre se ha convertido en uno de los intérpretes españoles más codiciados de la industria: El Duque de Sin tetas no hay paraíso, Paco en la reciente 30 monedas, un sacerdote canalla en Los enviados y un neonazi en Alacrán enamorado han configurado su cada vez mayor paleta de personajes.

Miguel Ángel Silvestre y Javier Bardem, en  'El alacrán enamorado'
Miguel Ángel Silvestre y Javier Bardem, en 'Alacrán enamorado'
Cinemanía

“Si no te crees que estás encasillado, no te encasillas”, sentenciaba el actor en el pódcast Hablando de cine con. Su trayectoria ascendente ha logrado convencer a los espectadores de que en Silvestre hay más que horas de gimnasio y una mandíbula cuadrada. Y esto ha ocurrido, en gran parte, porque el valenciano se ha exigido mucho a sí mismo. El que quiso ser el mejor tenista del mundo no rebajó sus pretensiones cuando comenzó a actuar: deseaba ser el mejor intérprete del planeta. De ahí, su obsesión con Javier Bardem.

“Tenía una obsesión con Javier Bardem”

En el pódcast, Miguel Ángel Silvestre recordaba que el ganador de un Óscar por No es país para viejos fue el espejo en el que se miró durante sus años de formación. Bardem, con el que coincidió en Alacrán enamorado, era el molde sobre el que Silvestre construyó su carrera. “Me he alimentado del tesón de Javier Bardem”, apuntaba Silvestre, antes de añadir que también ha tomado del actor cuatro veces nominado a la estatuilla las ganas de “trabajar bien”, de “ser un buen compañero” y de “ser el color que pide el director y no manipular tú el color” .

Con el tiempo, sus pretensiones han disminuido. “Le pedía mucho a la vida”, dijo Silvestre, “Javier Bardem, qué estrés”. Sin embargo, la muerte de su padre ha hecho que se concentre en “cosas más simples”. “Ya no busco a los personajes, sino que dejo que vengan y veo si me enamoro o no de ellos”.

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