'Matrix': cómo las Wachowski rompen los estereotipos de género desde una aparente fantasía de poder masculina

Bajo su fachada de fantasía ciberpunk hipervitaminada, 'Matrix' sirvió a las hermanas para subvertir la representación de hombres y mujeres mientras desenmascaraban la masculinidad tóxica.
Matrix y la masculinidad
Matrix y la masculinidad
Cinemanía
Matrix y la masculinidad

[ESTE ARTÍCULO CONTIENE SPOILERS DE 'MATRIX RESURRECTIONS']

“Estoy contenta de que al final haya salido a la luz que esa era nuestra verdadera intención. El mundo corporativo no estaba preparado para eso en ese momento”. Así de rotunda se expresaba Lily Wachowski acerca de la trilogía Matrix como alegoría de la transición de género en una video-entrevista para Netflix en el verano de 2020. 

Lily Wachowski, que transicionó en 2016 -su hermana Lana lo haría en 2012- comentaba también en dicha entrevista que no estaba del todo segura si ese proceso de transición lo racionalizaba de manera totalmente consciente en el momento que desarrollaron la trilogía, pero que posiblemente le rondaba de manera subconsciente en su cabeza.

Switch en 'Matrix'
Switch en 'Matrix'
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Tanto es así, que Switch -una de las rebeldes pertenecientes a la tripulación de la Nabucodonosor, la nave liderada por Morfeo, el personaje interpretado por Laurence Fishburne- en los primeros borradores de Matrix sería un personaje interpretado por dos intérpretes de géneros diferentes (femenino en el entorno virtual y masculino en el mundo real), pero que finalmente tendría el rostro, en ambos mundos, de la actriz Belinda McClory.

Además, si miramos en profundidad y más allá del tópico ci-fi acerca de la guerra por lo “real” entre humanos y máquinas, podemos entrever que ese “Libera tu mente” que entonaba Morfeo para que Thomas Anderson (Keanu Reeves) revelara y liberara todo su potencial y se convirtiera en Neo, bien serviría de metáfora acerca de la transición de género.

Si el entorno virtual de Matrix era una “prisión para la mente”, una mentira envuelta y adornada en metal y cromo que ocultaba la verdadera identidad de unos seres humanos atrapados en una prisión que no se podía oler y ver, pero si sentir, posiblemente las hermanas Wachowski lo concibieron, quizá de manera inconsciente, a partir de una serie de pensamientos que les rondaba por la cabeza sobre la adecuación de su género y si realmente pertenecían al mismo. 

El “yo” que representaban en el exterior, el Matrix interno en el que ellas mismas vivían, y el auténtico “yo” que se encontraban cuando ellas se miraban en el espejo.

Espejos en la saga 'Matrix'
Espejos en la saga 'Matrix'
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Algo representado de manera metafórica tanto en la primera Matrix, cuando Neo acaba de tomar la píldora roja y el espejo ante el que se mira comienza a distorsionarse y fluctuar, como también en la última entrega, donde Thomas Anderson es consciente, de nuevo frente a un espejo líquido, de que el “yo” que el ve frente al espejo es una distorsión y una representación de su foro interno, en contraposición con el otro “yo” que el resto de habitantes de Matrix ven cuando le miran.

Pero más allá de alegorías de transiciones de género, la trilogía Matrix -y a día de hoy también su nueva entrega, Matrix Resurrections- cambiaron de manera subrepticia y desde el interior del mainstream (mucho antes de que la conversación tomara el discurso público en estos últimos años) todos y cada uno de los estereotipos de género establecidos, abrazados y potenciados por la cultura popular. Y todo ello a partir de una ficción adornada con espectaculares coreografías de kung fu, efectos digitales jamás vistos y set pieces de acción llevadas hasta el paroxismo.

Masculinidades tóxicas

No es casual que dentro del universo de Matrix, las némesis contra las que se enfrentan estos luchadores por la libertad estén conformados a partir de los atributos más perniciosos de lo que se ha venido a denominar masculinidades tóxicas. 

Agente Smith
Agente Smith
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Comencemos con el primer villano de la trilogía, el Agente Smith (Hugo Weaving). Un agente del sistema, un antivirus cuya único propósito en la vida es acabar con los rebeldes/virus que pretenden crashear el sistema operativo que es Matrix. Con la única particularidad que, al contrario que sus compañeros/secuaces, no comparte esa clase de mente colmena que les conecta y más importante aún, repleto de sentimientos y sensaciones que le acercan más a los humanos que busca capturar que a sus estoicos y vaciados compañeros de trabajo.

El problema, acrecentado con la fusión entre Neo y él es, que los atributos humanos que absorbe y le comienzan a diferenciar de sus congéneres digitales, tales como la codicia, la ira o la rabia, bien podrían servir de modelo base de ese perfil tóxico masculino que las hermanas Wachowski buscan denunciar en su trabajo. 

Sin olvidar otro representante de este colectivo como es Cifra (Joe Pantoliano), el traidor del grupo de Morfeo que vende a su maestro y sus compañeros, en primer lugar por preferir vivir una vida de mentira y de oropeles, un lujo prefabricado e irreal y sobre todo, como buen incel que se precie, por no ser correspondido por una Trinity a la que desea y observa desde una distancia perturbadora.

En Matrix Reloaded, estos perfiles aumentan de manera exponencial, al igual que el resto de elementos de la saga. Comenzando casualmente no con una némesis, sino con uno de los supuestos “héroes” de la rebelión humana, el general Lock (Harry Lennix). 

Lock (Harry Lennix) y Niobe (Jada Pinkett Smith)
Lock (Harry Lennix) y Niobe (Jada Pinkett Smith)
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Un militar encargado de la seguridad de Zion, que cohibe e intenta oprimir (sin conseguirlo) a su pareja, la capitana Niobe de la Logos -interpretada por Jada Pinkett-Smith- y cuya rivalidad y desprecio por Morfeo -antigua pareja de Niobe- solo se sustenta en esa rivalidad machista e infantil entre dos hombres que luchan por una mujer, casi como si fuera un trofeo de caza, pero donde en ningún momento, ninguno de los dos pretendientes se preocupan por conocer o profundizar en lo que realmente siente o piensa su objeto de deseo.

El siguiente ejemplo de esa representación de la masculinidad perversa es la representada en el personaje del Merovingio. Un personaje rodeado de misterio, casi posiblemente un Elegido como Neo proveniente de alguna iteración o versión del sistema pasada que conforma Matrix, pero que decidió, de manera egocéntrica e individualista, aprovecharse de su condición de Elegido para manipular el sistema a su antojo, a expensas de la esclavitud de la raza humana, poniendo por delante lo individual a lo colectivo. 

Casado con Perséfone, una sensual y enigmática Monica Bellucci, femme fatale vaciada de emociones y sentimientos provocado por una relación estancada y el desprecio que siente por parte del Merovingio y que bien podría leerse como una versión futura y en negativo de la relación entre Neo y Trinity si estos fueran pervertidos por el sistema.

Merovingio y Perséfone en 'Matrix Revolutions'
Merovingio y Perséfone en 'Matrix Revolutions'
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Merovingio solo busca el placer inmediato, la posesión de objetos de deseo femeninos única y exclusivamente por el poder y el sometimiento que conlleva. Algo representado en la secuencia de Reloaded localizada en el restaurante, donde Merovingio manipula el deseo sexual de una habitante femenina de Matrix a partir de un pastel modificado digitalmente. Un placer fatuo, caprichoso, casi infantil -su intérprete, Lambert Wilson, representa al personaje siempre en el límite de lo ridículo y lo paródico- donde el supuesto villano principal de la secuela es un niño grande propenso a la pataleta, tan histriónico como inofensivo.

Algo que se puede observar tanto en la secuencia del castillo en Reloaded como en la secuencia del club Inferno en Revolutions. Y se acrecienta aún más en la nueva entrega, Resurrections, donde el breve cameo del personaje del Merovingio -reconvertido aquí en un vagabundo y paria del sistema, diametralmente alejado de su imagen de dandy de la trilogía previa- sirve para que este reclame al nuevamente renacido Neo que ese mundo heteropatriarcal en el que él se movía como pez en el agua, ha desaparecido (aparentemente) en esta nueva reactualización del sistema provocada por el pacto entre Neo y las máquinas al final de Revolutions.

Un pacto al que Neo llega con uno de los dos rostros del verdadero villano de la función y representación global de este conjunto de ejemplos en negativo de la masculinidad normativa: el Arquitecto. El “padre” de Matrix. Una máquina resabiada y prepotente, vaciada de cualquier atisbo de empatía y a la que El Oráculo le define como “un hombre que no es capaz de ver más allá de la decisión que tiene delante de sus ojos”. 

El Arquitecto
El Arquitecto
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Un ente arrogante, vaciado de emociones y sentimientos, que se siente descolocado por la decisión que toma Neo al final de Reloaded y cuya única respuesta hacia algo que le descoloca es la de la burla paternalista, al ironizar sobre el concepto de “amor” que compone toda la saga.

Como todo buen bully de patio de colegio que se precie. Un paternalismo que se rompe en mil pedazos en Revolutions cuando el frágil equilibrio del sistema está a punto de estallar en miles de pedazos, provocado por uno de sus hijos, educado y construido a viva imagen de él: el agente Smith ya reconvertido en virus multirreplicante. Y ahí es donde vemos el verdadero rostro de este hombre/maquina tan encantado de conocerse: un bebé llorón irónicamente renombrado como Deus ex Machina.

Deus ex machina
Deus ex Machina
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Porque ese es el rostro infantil con el que se confronta verbalmente Neo en el clímax de Revolutions. Un rostro de bebé conformado por una infinidad de centinelas, diseñado por el ilustrador Geoff Darrow y que representa el verdadero rostro de ese Arquitecto que nos quiso engañar con su apariencia aparentemente arrogante y segura de si mismo que vimos en el clímax de Reloaded, cuando en realidad, su verdadero rostro es el de un bebé inseguro y caprichoso.

Una nueva masculinidad

En oposición a estos hombres en vías de extinción, las hermanas Wachowski proponen una nueva clase de figuras masculinas para afrontar el futuro, ya sea el de la ficción o el del mundo real. Ese es el caso de Rama Kandra, un programa del sistema que toma conciencia del concepto de “amor” y pretende arriesgar todo por Sati, la hija nacida de su unión con Kamala, otro programa del sistema y que incluso se permite mantener una conversación acerca del concepto de “amor” con Neo en los primeros compases de Revolutions.

Sin olvidar al personaje de The Kid, presentado en el cortometraje Kid’s Story, perteneciente a la antología animada titulada Animatrix y desarrollado en Reloaded y Revolutions. Un joven seguidor fervoroso de Neo -él fue quien le liberó- y que sirve de ejemplo de esa nueva masculinidad alejada de los atributos perpetuados por la cultura popular: rudos, hoscos, agresivos y violentos. Atributos que si contiene el capitán Mifune, el jefe militar de Zion, otro “héroe” de la ficción, como el capitán Lock.

The Kid / Mifune
The Kid / Mifune
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Pero los destinos de ambos personajes no pueden ser más diferentes. Si The Kid se convierte en el héroe y última esperanza del asedio de Zion, salvando a su población en el último instante, la vieja masculinidad representada en Mifune cae de manera violenta y gráfica frente a una horda de centinelas que laceran su rostro hasta matarlo, en un acto de violencia tan espectacular como inútil.

Por supuesto, esta nueva masculinidad alejada de la toxicidad del pasado es representada en Neo, el protagonista del relato. Un elegido que, como le dice El Arquitecto, ha desarrollado sentimientos particulares y no globales por una sola persona, Trinity. Pero al contrario que en otros relatos de fantasía y ciencia ficción, la relación entre Neo y Trinity no es la de el caballero andante y la damisela en apuros. Existe un equilibrio entre ambos integrantes de la pareja, dos partes de un todo que conforman una simbiosis que hará avanzar a la raza humana y que desarrollaremos más adelante. 

La evolución de Neo

Continuando con Neo, el personaje interpretado por Keanu Reeves -una decisión de las Wachowski de alejar al héroe de su relato de las características físicas arquetípicas asociadas a esta clase de héroes de acción- evoluciona a lo largo de las tres partes que conforman la trilogía original.

Matrix Reloaded y Matrix Revolutions
Peleas de niños
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De niño/adolescente impaciente y ebrio de poder al descubrir sus posibilidades casi infinitas de manipular el sistema: su entrenamiento con Morfeo, la exultante frase “Sé kung fu” como si fuera un niño que se hubiera tirado por primera vez de un tobogán o hubiera hecho una voltereta, pasando por sus interminables combates contra los agentes y sobre todo contra el Agente Smith (que es sino la famosa y extenuante secuencia del burly brawl de Matrix Reloaded entre infinitos Agentes Smith y Neo o la pelea en el castillo del Merovingio en la misma entrega, sino unos niños pequeños o unos adolescentes retozando por quién es más hombre en el patio del colegio. 

Para acabar transformándose en Revolutions en un líder espiritual, tan maduro como frágil, motivado tanto por su conversación con Rama Kushna, como por la percepción de vulnerabilidad y fragilidad provocada por su pérdida de la visión en el mundo real y las dudas de su condición de Elegido.

El resultado y paso de gigante para su evolución en este nuevo y alternativo camino del héroe es la secuencia del Neodämmerung con el que se cierra la trilogía. Previamente Neo, al preguntarle el Deus ex Machina qué es lo que quiere y Neo responderle “La paz”, ya está cambiando las reglas del relato, no solo de Matrix, sino del cine de acción y fantasía. 

En su enfrentamiento final con el Agente Smith, el espectador siente una sensación de deja vú. Un combate que ya hemos visto. Posiblemente el más espectacular de la trilogía original, pero un enfrentamiento que no tiene fin, con ecos de la burly brawl de Reloaded.

Un enfrentamiento en el que lo que realmente está en juego es la nueva masculinidad frente a la masculinidad tóxica, representado en ese Agente Smith elevado al cubo, cuya codicia ya no tiene límites y busca absorber, contaminar y poseer todo, aunque ese todo sea un erial narcisista de su propio ego, vaciado de toda vida.

Rendición de Neo
Rendición de Neo
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En el otro lado del ring está Neo, que finalmente decide algo pocas veces visto en el clímax de un actioner: rendirse. Para acabar y romper con el ciclo de violencia y siendo consecuente con ese deseo de paz que le había transmitido minutos antes del metraje al Deus ex Machina, permite que Smith le posea, provocando su propia muerte, pero también la del virus insaciable en el que se ha convertido Smith, salvando tanto a máquinas como humanos, en pos de su propia vida.

El festival de espectacularizada ultraviolencia cinética que había sido la trilogía Matrix, termina no con un gran estallido de violencia y venganza, sino con un digamos “coitus interruptus” para aquellos que esperaban la victoria definitiva de alguno de los dos frentes en conflicto. 

Pero si lo pensamos detenidamente, es el final consecuente con la evolución del relato, la filosofía de las Wachowski y el desarrollo del propio Neo. La revolución no será de mano de las armas, porque para evolucionar, hay que abandonar el camino de las armas que llevó a la situación en la que hombres y máquinas se encuentran estancados.

Visibilizando a las figuras femeninas

Matrix está repleta de figuras femeninas poderosas y que superarían ampliamente el test de Bechdel. Desde su figura fundamental, Trinity, con la que no olvidemos, arranca la primera entrega de la saga y que desarrollaremos más adelante, como la capitana Niobe, una mujer independiente e infinitamente más madura que el resto de capitanes del resto de la flota de rebeldes de Zion.

Trinity
Trinity
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Mientras el resto de capitanes masculinos de Zion menosprecian y se burlan de Neo y su condición de Elegido tras descubrirse que posiblemente no es ese Übermensch que profetizaba tanto Nietzche como las fantasías de poder adolescentes de Morfeo, Niobe es la única que da un salto de fe y le cede su nave: “No creo en el Elegido, pero creo en Neo”.

Y tras unas malas experiencias con esos adultolescentes que son Morfeo y Lock, nos reencontramos de nuevo con ella en Matrix Revolutions, no solo como líder de esa nueva actualización de Zion llamada Ion, alejada del ruido y la furia del conflicto bélico, sino en una relación sentimental con una persona de su mismo sexo.

El Oráculo
El Oráculo
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Incluso Perséfone -quizá la representación más cercana a los estereotipos de mujer florero del género de fantasía y ciencia ficción, si nos olvidamos de la mujer del vestido rojo de la primera Matrix- aporta su granito de arena ante el asfixiante heteropatriarcado cuando se enfrenta a su marido en dos ocasiones, desbaratando sus planes y demostrando una inteligencia de la que carece su verborreico pero banal marido.

Lo mismo ocurre con otra de las figuras centrales de la saga, el Oráculo, la “madre” de Matrix y rival de su reverso negativo (como Neo lo es de Smith), el Arquitecto. Una entidad digital que al igual que sus contrapartidas humanas en femenino, busca una solución para el eterno conflicto masculinizado de victorias y derrotas, de unos contra otros, de vencedores y vencidos, de sangre y violencia.

Y llegamos a Trinity, la figura femenina fundamental de la trilogía original y eje sobre el que se sustenta el regreso a la saga que es Matrix Resurrections. Una figura femenina y pareja de Neo, que se encuentra en igualdad de condiciones con su partenaire masculino. Tanto es así, que Trinity rescata a Neo no una, sino dos veces, tanto en el clímax de la cinta original, resucitándole e insertándole parte de un código que los unirá a ambos. 

Se convertirá en el núcleo narrativo y temático de Matrix Resurrections, como en el inicio de Revolutions, donde el deseo por recuperar a Neo por parte de Trinity, lo define muy bien Perséfone, tras preguntarle el Merovingio si estaría dispuesta a morir por recuperar a Neo: “Ella lo está. Y si tiene que hacerlo, nos matará a todos y cada uno de nosotros”.

Neo y Trinity en 'Matrix'
Neo y Trinity en 'Matrix'
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Por supuesto que Neo también la salvará, rompiendo los esquemas preestablecidos de las cinco versiones anteriores de Matrix, descolocando al Arquitecto y postergando lo inevitable. Pero en ningún momento las Wachowski la sitúan en un escalafón inferior. Al contrario, a lo largo de la saga veremos como Neo se apoya e incluso es más dependiente de sus sentimientos y de su relación con ella que la propia Trinity. 

Casi como si conscientemente, las hermanas decidieran construir al “héroe” del relato a partir de algunos de los atributos habitualmente incorporados a los personajes femeninos y a Trinity de algunos de los que se les suponen a los personajes masculinos.

Esta inversión de atributos hacia los géneros masculinos y femeninos se llevan un paso más allá en Matrix Resurrections. Una cinta que aparentemente sigue el esquema narrativo y estructural de la cinta original -casi como si estuviéramos asistiendo a un reboot del sistema al que se le han añadido algunos upgrades- y donde Neo aparenta ser de nuevo la figura central que sustenta el desarrollo narrativo y argumental del relato. Pero tan lenta como progresivamente, la figura de Trinity comienza a tomar mayor peso en el desarrollo de los acontecimientos.

Trinity/Tiffany en 'Matrix Resurrections'
Trinity/Tiffany en 'Matrix Resurrections'
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Pero con una ligera diferencia. La Trinity con la que nos encontramos -de nuevo bajo el rostro y la apariencia de Carrie Anne-Moss- es una mujer llamada Tiffany, esposa y madre de dos hijos que está casada -en un juego meta absolutamente brillante- con un personaje que se encuentra bajo el rostro de Chad Stahelski, el doble de acción de Keanu Reeves y jefe de especialistas en la trilogía original y actual director de la saga John Wick.

Una figura más cercana al concepto de “masculinidad” normativa que el propio Keanu Reeves y que, al contrario que Neo, busca someter a esta versión de Trinity, de la misma manera que ocurriera en EE UU, tras la Segunda Guerra Mundial, cuando la mujer fue aprisionada en el entorno doméstico y alejada de los entornos laborales y puestos de responsabilidad.

Y así, el destino de Neo no es tanto replicar el destino del Elegido tal cual ocurriera en la saga original, sino despertar a Tiffany/Trinity de la opresión heteropatriarcal de una nueva versión de Matrix controlada por la nueva iteración e imagen global de la masculinidad tóxica que combaten Neo y Trinity: el Arquitecto, transformado aquí en el Analista, bajo la apariencia del actor Neil Patrick Harris. Un Arquitecto que se oculta tras una fachada de empatía de la que carecía su versión primigenia, pero que no es más que un lavado de cara de la misma mirada represora y represiva.

Matrix Resurrections
Matrix Resurrections
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El despertar de Trinity, más poderosa que nunca, se mira de nuevo en la saga original, cuando junto a Neo -para poder despertar ambos del sueño del sistema- deben lanzarse al vacío, desde el tejado de un rascacielos que trae al recuerdo el fallido intento de Neo en el primer filme.

Pero en esta ocasión y jugando de nuevo a ese juego de espejos entre géneros ya habitual en la saga, quien despierta y salva de nuevo a Neo es esta UberTrinity que, junto a Neo, traerá una nueva esperanza y una revolución más duradera a un sistema que de nuevo sirve de alegoría del mundo real en el que vivimos, donde aunque algunos aspectos -al igual que en este nuevo Matrix- han evolucionado en apariencia, todavía queda mucho camino por recorrer para que esos cambios sean permanentes y definitivos.

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