'Los que se quedan' ('The Holdovers') es una de las mejores películas de 2024: ¿por qué parece rescatada de los años 70?

Alexander Payne ha dirigido una película profundamente deudora del cine del Nuevo Hollywood que lo reencuentra con Paul Giamatti en un cuento navideño sin moraleja pero con mucho abrigo para el corazón.
Imagen de la película 'Los que se quedan'
Imagen de la película 'Los que se quedan'
Cinemanía
Imagen de la película 'Los que se quedan'

La historia de Los que se quedan (The Holdovers), el octavo largometraje de Alexander Payne, se desarrolla en un prestigioso internado privado de Nueva Inglaterra, la ficticia Academia Barton, durante las navidades de 1970. 

Si bien el grueso argumental (un profesor odiado por los alumnos -interpretado por Paul Gimatti- se queda a pasar las vacaciones navideñas con los que no pueden reunirse con sus familias) procede de una película francesa de 1935 (Merlusse, de Marcel Pagnol), la atmósfera, el aspeco y los detalles formales (incluidos los títulos de crédito) de Los que se quedan no pueden ser más inequívocamente setenteros.

Pero el director asegura que no ha hecho una película de época ambientada en los 70: "Es una película contemporánea que finge ser de los 70", le cuenta Payne a nuestra compañera Irene Crespo en la entrevista que puedes leer en el número de enero de CINEMANÍA.

Alexander Payne y los 70

"Quería que, en cuanto a vestuario y decorado, fuéramos tan banales y cutres como si hubiéramos hecho una película de bajo presupuesto entonces", explica el cineasta, profundamente enamorado de la que considera "la última edad dorada de Hollywood". Se refiere al Nuevo Hollywood, claro, la revolución estilística que trajeron directores como Mike Nichols, Hal Ashby, Bob Rafelson, Peter Bogdanovich o Francis Ford Coppola.

Si Los que se quedan recuerda tanto a las películas de estos y otros directores de la época es porque Payne tenía el firme propósito de empapar la producción de su estilo, hasta el punto de proyectar varios títulos (El graduado, Harold y Maude, El último deber, El casero, Luna de papel...) para el equipo en un cine de Boston antes del rodaje. 

"No estábamos intentando imitar conscientemente el aspecto de ninguna de ellas, pero quería que entendieran el tipo de película en la que nos íbamos a embarcar", cuenta en la misma entrevista. Entre los asistentes a esas proyecciones estaban la directora de vestuario habitual del director, Wendy Chuck, y el director de fotografía danés Eigil Bryld (Ocean's 8, Sin malos rollos).

A lo largo de su carrera, Payne ha colaborado especialmente con el director de fotografía James Glennon y, después de su fallecimiento, con Phedon Papamichael -incluida la foto en blanco y negro de Nebraska (2014), por la que fue nominado al Oscar-. Esta es la primera ocasión que trabaja con Bryld, quien tuvo ante sí el reto de filmar la película como si se hubiera trasladado en una máquina del tiempo a los años 70.

Imagen del rodaje de'Los que se quedan'
Imagen del rodaje de'Los que se quedan'
The Holdovers Film

¿'Los que se quedan' en 35mm?

Aunque a lo largo de Los que se quedan es palpable el tempo pausado, atento a los entornos y la modulación de los diálogos y el lenguaje no verbal entre los personajes, de las películas setenteras de Hal Ashby o Bob Rafelson, así como los movimientos de cámara, transiciones y zooms característicos del lenguaje fílmico de la época, llama la atención que una película tan preocupada por la recreación de cierta forma se haya rodado en digital.

Sobre todo en una época donde es patente la recuperación fetichista del celuloide en determinados proyectos como la Licorice Pizza (2021) de Paul Thomas Anderson, otra película ambientada a principios de los años 70. Sin embargo, aunque Alexander Payne y Eigil Bryld consideraron la posibilidad de filmar Los que se quedan en 35mm, finalmente la rechazaron y optaron por el digital con una cámara ARRI Alexa Mini y lentes Zeiss Super Speed.

"Hicimos pruebas en digital, 35mm e incluso 16mm", explica Payne en una entrevista con Frame.io. "Pero nos dimos cuenta de que [si rodábamos en digital] con lo que íbamos a hacer en postproducción el resultado no sería muy distinto, por lo que preferimos aligerar el esfuerzo físico y el presupuesto [rodando en digital]".

Por lo tanto, además de la toma de imágenes a cargo de Bryld, la labor del colorista Joe Gawler en postproducción debe ser tenida muy en cuenta al valorar el exquisito look setentero que consiguen las imágenes de Los que se quedan, a las que se añadieron digitalmente texturas de grano y raspaduras simulando daños en el celuloide (de manera sutil; esto no es el proyecto Grindhouse, de Tarantino y Rodriguez) para dar la impresión de que hubiera sido filmada en 35mm.

Es decir, hubo que recurrir a la última tecnología para reproducir el aspecto de un soporte del pasado cuyas características se quería replicar a toda costa. No es celuloide, sino su apariencia, igual que Los que se quedan es, recordemos las palabras de Payne, "una película contemporánea que finge ser de los 70".

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