“Lo creeré cuando lo vea”: La representación LGBTQ+ en Disney

La inclusión de identidades queer es un objetivo claro de la compañía, pero hasta ahora ha sido tirando a mejorable.
Luke Evans y Josh Gad en 'La bella y la bestia'
Luke Evans y Josh Gad en 'La bella y la bestia'
Luke Evans y Josh Gad en 'La bella y la bestia'

En las últimas semanas Disney ha protagonizado varios titulares a cuenta de su representación LGBTQ+, de forma intencionada o no. Ciertas voces quisieron percibir Luca, lo nuevo de Pixar, como una alegoría de salir del armario, mientras que un reciente episodio de Loki (algo después de que Tom Hiddleston asegurara que su personaje era de género fluido) confirmaba que el Dios del Engaño era bisexual. No se trata, en absoluto, de escenarios inéditos para la Casa del Ratón, pues hace tiempo que la coletilla “Disney presenta a su primer personaje gay se ha convertido en un chiste recurrente, lanzado desde un colectivo que afronta su producción con una mezcla entre hastío y escepticismo.

La representación más o menos problemática de la realidad LGBTQ+ forma parte de una tendencia industrial que ha motivado un atento escrutinio y dado pie a asociaciones dedicadas a ello. Es el caso de ODA (Observatorio de la Diversidad en Medios Audiovisuales) en España, que inspirada por el GLAAD de EE.UU. examina la representación dentro del audiovisual. Su Director de Investigación Emilio Papamija advierte de que, sea cual sea el medio del que hablemos, “en general no hay mucha representación LGBTQ+ satisfactoria”. “Últimamente se han ido dando más y más intentos, llevando a la apertura de ODA: definitivamente hay una urgencia de representación”.

Dicha urgencia, hasta el momento y ciñéndonos a Disney, apenas habría conducido a representaciones valiosas. “Estamos en 2021, ya no valen las migajas, necesitamos compromiso real”, defiende Pedro J. García, periodista especializado en cine. “No me sirve un extra al fondo del plano o una referencia ambigua como representación, porque la mayoría de veces el público, sobre todo el infantil, no lo va a procesar como tal. La visibilidad solo funciona cuando es… visible. Y en la mayoría de supuestos casos de personajes LGBTQ+ no lo ha sido. Más que representación, ha sido queerbaiting”.

Scar es un personaje claramente 'queercoded'
Scar es un personaje claramente 'queercoded'

Queercoding, queerbaiting

A la hora de estudiar la relación de Disney con el colectivo, es básico distinguir entre queerbaiting y queercoding. El segundo es bastante anterior y se remonta al célebre código Hays, que entre los años 30 y finales de los 60 estableció que la representación queer era permisible en EE.UU., siempre y cuando fuera mostrada como algo negativo y nunca se enunciara de forma abierta. Dentro de la Casa del Ratón esto pasó normalmente por los villanos, incluso una vez esta censura específica dejó de darse. El capitán Garfio, Úrsula, Jafar, Scar… “todos muy queer, con una pluma gigante, y expresando cómo codifica el imaginario heterosexual a la comunidad LGBTQ+”, destaca Papamija.

El paso del tiempo no ha hecho que deje de existir el queercoding, pero sí que se aleje poco a poco de los antagonistas. Elena Crimental, crítica cultural, recuerda que “Disney tiene un largo historial de queercoding, con villanos amanerados que cumplen estereotipos queer, pero si nos vamos a la actualidad este queercoding ha sido modificado”. “En vez de personajes negativos que se puedan identificar con el colectivo, tenemos protagonistas que podrían serlo. Pasa por ejemplo en la reciente Raya y el último dragón, una película con dos mujeres protagonistas que, de haber sido hombre y mujer, habrían terminado juntos. O en Cruella, donde debemos entender que Artie es gay por su look y su actitud, aunque nunca se diga”.

Raya y Namaari en 'Raya y el último dragón'
Raya y Namaari en 'Raya y el último dragón'

El queerbaiting, por otra parte, busca el reconocimiento, se nutre de la necesidad de representación del colectivo. Es una práctica inherentemente corporativa, que pretende darle al cliente lo que quiere aun cayendo en imposturas. “Quizá el caso que más me molestó fue el de Valquiria en Thor: Ragnarok, recuerda García. “Filmaron una escena con Tessa Thompson en la que una mujer salía de su habitación, dando a entender que se había acostado con ella, pero la borraron del montaje final porque supuestamente distraía de la trama. Qué casualidad que la única escena que nos informaba de su bisexualidad fuera la que no aportaba nada, cuando hay cientos de escenas fácilmente desechables en las relaciones hetero, como Star-Lord con una alienígena en Guardianes de la galaxia.”

Disney ha jugado con la supuesta condición queer de sus protagonistas en los últimos años, consciente de cómo el público se apropiaba de personajes como Elsa en Frozen o Poe y Finn en Star Wars. En el caso del Lefou de Josh Gad, dentro del remake de La bella y la bestia producido en 2017, se llegó al punto de presentarle como abiertamente homosexual, con una escena propia que le identificara de tal modo. ¿Cuál fue el resultado? En opinión de García, “infame”. “Y lo peor no fue por la escena en sí, que se reducía a Lefou bailando con un hombre. Lo peor fue que lo promocionasen. Que prometieran que era abiertamente gay y que la película tenía un ‘momento exclusivamente gay’, para luego darnos eso”.

“Es agotador que cada x meses tengamos un puñado de titulares hablando del ‘primer personaje LGBTQ+ de Disney’ y que luego nos cuelen horrores como ese secundario terrible”, tercia Crimental. “Alguien que tenemos que entender como gay porque aparece vestido de mujer en la escena del baile (¡qué divertido e inclusivo es Disney!). Vaya, es que no solo es negativa su representación, también lo es su estrategia de márketing”. Tanto a Crimental como a García les irrita especialmente lo ocurrido con la serie Con amor, Victor, incluida en el subcatálogo de Disney+ (normalmente asociado al público adulto), Star.

“Meten una serie sobre un romance LGBTQ+ en la plataforma y presumen de ello, pero lo hacen en la sección de adultos para evitar cabrear a ciertos sectores conservadores (y por conservadores me refiero a homófobos)", prosigue Crimental. “En EE.UU. Con amor, Victor la encargaron para Disney+ y la relegaron a Hulu por supuestamente incluir temas maduros”, explica García. “Pero es una serie blanquísima que podría haber estado perfectamente en Disney+, donde por cierto sí está Los Simpson: una serie orientada al público adulto con infinidad de referencias al sexo o el alcohol. Lisa borracha o Bart teniendo 21 novias a lo largo de la serie sí, pero Victor explorando su sexualidad no”.

Puestos a abrazar una representación que parece ser tan demandada por una parte significativa del público, ¿qué le impide a Disney volcarse en serio con ella? Desde luego, existe la posibilidad de que esa parte significativa no lo sea tanto comparativamente, pero casi desde que empezó esta dinámica la Casa del Ratón se topó con un salvoconducto muy provechoso: la exportabilidad.

Elsa en 'Frozen 2'
Elsa en 'Frozen 2'

Conflictos diplomáticos

En 1997 llegaron a la cartelera estadounidense El laberinto rojo, Siete años en el Tíbet y Kundun: este último un film de Martin Scorsese producido por Disney. El modo en que las tres obras abordaban la compleja situación del Tíbet provocó la furia del gobierno de China, y un sucesivo conflicto internacional que sería despachado, entre otras cosas, por la disculpa pública de Michael Eisner (entonces director ejecutivo de la Casa del Ratón) y su consideración de que Kundun “había sido un estúpido error”. A finales de los 90, China ya apuntaba a convertirse en el imprescindible mercado cinematográfico que es hoy.

Desde entonces ha habido un progresivo repliegue de Hollywood ante las autoridades chinas y el modo en que estas seleccionan los blockbusters que merecen llegar a sus carteleras. En lo relativo a Disney el remake de Mulan supone el ejemplo más claro (y fallido) de esta pleitesía, pero China no es el único territorio conflictivo ideológicamente a la hora de exportar sus producciones. Arabia Saudí, Malasia u Omán exigieron la censura de Onward (donde un personaje secundario dejaba caer que era lesbiana), mientras que en 2013 la aprobación de la ley de “propaganda homosexual” dentro de Rusia provocó que La bella y la bestia llegara calificada para adultos.

“Creo que Disney quiere dar el paso, pero está muy supeditado a los mercados internacionales”, opina García. “Un mínimo de representación en los blockbusters les puede costar millones, pero me encantaría que antepusieran la representación a las ganancias económicas y rompieran sus cadenas con los territorios homófobos. Que dieran la cara por nosotros y dijeran ‘esta escena no se puede cortar, si no lo aceptáis, adiós muy buenas’. Algo que, de momento, parece una utopía”.

Specter (a la derecha) mencionaba a "su mujer" en 'Onward'
Specter (a la derecha) mencionaba a "su mujer" en 'Onward'

La duda persiste, sin embargo. ¿Es posible que los mercados internacionales solo sean una excusa para que la representación evolucione de un modo anecdótico e insuficiente? “Es complicado establecer por qué Disney sigue determinadas estrategias, pero parece evidente que exportar a ciertos mercados es una de sus prioridades y que no se va a arriesgar a meter personajes principales LGBTQ+ o tramas queer de peso en sus grandes apuestas”, reflexiona Crimental. “¿Es esta la única razón por la que no apuestan más por la diversidad? Tampoco me lo parece porque entonces habrían ido dando más pasos a pequeña escala, tanto en los personajes de sus series y cortos como en les creadores que contratan para desarrollarlos”.

Papamija, por su parte, “no se atrevería a dar un motivo exacto”, pero alerta contra lo fácil que es absorber estos discursos y asumir una narrativa puramente estadounidense con varios años a cuestas. “Creo que esta creencia de que todo se reduce a las exportaciones en Rusia y China perpetúa ideas propias de la Guerra Fría, según las cuales los rivales de EE.UU. van a ser por defecto los enemigos de la equidad y los derechos humanos. Resulta muy socorrido limitarse a estas narrativas para excusar los pasos pequeños de Disney, pero deberíamos combatirlas”.

Tessa Thompson en 'Thor: Ragnarok'
Tessa Thompson en 'Thor: Ragnarok'

Buscando el lado positivo

Hay muchas razones para observar la representación LGBTQ+ de Disney desde la irritación, pero nada de lo expuesto hasta ahora evita la percepción de un propósito estable, por tamizado que sea. Es un propósito en el que García, con prudencia, sigue confiando. “Kevin Feige se ha comprometido a mejorar la representación LGBTQ+ en la Fase 4 de Marvel y por ahora no parece que estuviera mintiendo. Loki se acaba de confirmar como bisexual, en Eternos habrá una pareja abiertamente gay y parece que Valquiria será abiertamente queer en Thor: Love and Thunder. Lo creeré cuando lo vea, pero al menos sí creo que quieren dar el paso, aunque les cueste”.

Frente a las limitaciones de las grandes sagas, parece haber consenso en la existencia de un reducto donde la diversidad avanza a buen paso. Ese reducto son las series de televisión. Star contra las Fuerzas del Mal, en Disney XD, logró generar polémica pese a limitarse a incluir un simple beso entre secundarios del mismo género… algo que por otra parte no era tan fácil de recortar como aquella escena de Star Wars”, destaca Crimental, en referencia al beso entre mujeres aparecido al final de El ascenso de Skywalker. “Otras series de animación infantil llevan años dando estos pasos, como ocurrió con Gravity Falls”.

Fotograma de 'Star contra las Fuerzas del Mal'
Fotograma de 'Star contra las Fuerzas del Mal'

“Aunque el mejor ejemplo”, asegura, “es Casa Búho, porque es la protagonista quien es LGBTQ+. Pero claro, todo esto ocurre en productos ‘menores’ que se dirigen solo a niños, que no asociamos tanto a la marca o que pueden reducirse a cortometrajes, como Salir". Salir, uno de los llamados Sparkshorts de Pixar centrado en las dudas de un hombre para salir del armario frente a sus padres, también es destacado por Papamija. Salir se aplica, desde luego, a estas estructuras de poder y presupuesto, según las cuales hacer cortos es más sencillo y menos problemático a la hora de vender. Dentro de las series destacaría a Cyrus, en Andi Mack”.

Hay bastantes ejemplos positivos en televisión.Andi Mack, Diario de una futura presidenta, High School Musical: El musical: La serie, Casa Búho…”, lista García. “El reboot de Los Proud va a tener personajes queer con actores queer poniéndoles voz. Claro que, a nivel de repercusión y visibilidad, es mucho menor de la que tendría una superproducción para cines”. A partir de esta presencia en las series es lícito enfrentarse directamente a la duda que subyace a toda esta tendencia: ¿estamos frente a un esfuerzo honesto? ¿O todo es puro márketing?

Luz Noceda, protagonista de 'Casa Búho'
Luz Noceda, protagonista de 'Casa Búho'

“Por un lado está claro que sí es para vender, porque están apelando a un público más amplio y buscan atraer a un target que desea encontrarse con cualquier tipo de representación, por pequeña que sea”, explica Crimental. “Pero esto tampoco quiere decir que no haya honestidad dentro de la compañía, porque en Disney hay creadores que de verdad creen en lo que están haciendo y para quienes es importante dar estos pasos. Basta con leer las declaraciones de Dana Terrace sobre la bisexualidad de Luz Noceda, protagonista de Casa Búho, o de Kate Herron al hilo de Loki”.

Según García, “está claro que los grandes estudios saben que hay un buen trozo de pastel en el público LGBTQ+ y le conviene tenerlo contento”. “Y por supuesto la presión social y mediática también es un factor. Quedar bien, quedar de progresistas, en un clima donde cada vez hay menos tolerancia a la intolerancia en los medios y redes sociales, y todo se mira con lupa. Pero por otro lado también pienso (y aquí quizá peque de idealista) que hay una intención real de hacer las cosas mejor. Disney, Pixar, Marvel, etc., tienen muchos trabajadores LGBTQ+ y, aunque sea a nivel individual, estoy seguro de que hay muchas personas trabajando para mejorar este aspecto”.

“Y el cambio empieza así, con la unión de esas personas con un objetivo común”, insiste. “No voy a dejar de señalar la hipocresía, la doble moral o el queerbaiting, pero también creo que es importante celebrar los pequeños triunfos y darles el beneficio de la duda”.

Loki ha salido recientemente del armario como bisexual
Loki ha salido recientemente del armario como bisexual

Pero, ¿qué es una buena representación?

Quizá sea la cuestión fundamental. No limitarse a aceptar que alguien se declare parte del colectivo en la película o serie de turno, e inspeccionar con lupa las condiciones en las que se da tanto esta representación como su vínculo con imaginarios caducos o tóxicos. Papamija, en particular, se mantiene escéptico ante lo que pueda lograr Disney desde su propia naturaleza de gigante corporativo. “Disney es la máquina de los sueños por excelencia en el mundo occidental, expandiendo una cultura que pretende universalizar y decir que todos somos iguales, absorbiendo nuestras diferencias. Una cultura que descarta identidades colectivas para enmarcarlas en una perspectiva cómoda”.

“En la comunidad queer está pasando lo mismo”, continúa. “¿Cuál es la primera imagen del colectivo que empieza a ser respetada en la sociedad? La de los dos hombres gays de clase acomodada y cuerpos increíbles y normativos, con un perro de mascota y teniéndolo todo en la vida. Es la imagen que se vende y eclipsa a toda la comunidad”. Salir, de hecho y por mucho que se haya señalado como ejemplo positivo (y proponga una relación interracial), se ajusta perfectamente a la imagen mediática/dócil que describe Papamijo.

Crimental también arremete contra estas carencias. “La inclusión queer ha estado limitada hasta ahora a la orientación sexual, pasando por alto las identidades de género”, señala, para arremeter contra la costumbre de que la representación se dé en segundo plano. “Esta diversidad solo se da en personajes secundarios, con la posible excepción de Loki. Ahí de momento solo se ha mencionado la bisexualidad del protagonista, pero veremos si se atreven a mostrarla de forma explícita en pantalla”.

“La representación en series es positiva, pero imagina el impacto de un personaje principal abiertamente queer en una película de Pixar o Marvel”, propone García por su lado. “Sin ambigüedades, sin medias tintas, sin ‘momentos exclusivamente gays’ que se puedan borrar fácilmente en el montaje”. “La buena representación”, concluye Crimental, “es aquella que por desgracia hace que surjan comentarios airados en redes; eso siempre va a demostrar que ha sido algo evidente”.

“Hasta que no veamos a una princesa Disney o a una protagonista de Star Wars abiertamente LGBTQ+, toda representación me parecerá insuficiente. Y eso solo hablando de las películas, porque en lo relativo a la plantilla de creadores de Disney el asunto es mucho más complicado. Sigue quedando un largo camino por recorrer. En ambos sentidos”.

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