'Licorice Pizza', te vas a enamorar de lo nuevo de Paul Thomas Anderson

La nueva película de PTA es una deliciosa historia de amor en Los Ángeles de los 70 en la que Cooper Hoffman, hijo de Philip Seymour Hoffman, demuestra que el talento va en los genes
Licorice Pizza
Licorice Pizza
Universal
Licorice Pizza

El pasado viernes vi la nueva película de Paul Thomas Anderson y llevo toda la semana pensando en ella. No paro de escuchar su banda sonora, sobre todo esta canción, y me descubro a mí misma rememorando una y otra vez escenas y secuencias, deseando volver a verla cuando la estrenen el 14 de enero.

Licorice Pizza empieza con un maravilloso y larguísimo plano secuencia que contiene todo el cine de PTA y, a la vez, toda la película que estamos a punto de ver. Nina Simone canta July Tree cuando los caminos de Alana y Gary se cruzan por primera vez, cuando Gary se enamora instantáneamente de Alana y la invita a salir y cuando Alana, que tiene veintimuchos años, se ríe de Gary, que no ha cumplido los 16.

Cooper Hoffman interpreta a Gary y ya desde esa primera secuencia es imposible no caer rendida sus pies. Con su talento de niño actor, sus negocios de camas de agua, de máquinas de Pinball, con su declaración a su hermano de ocho años:

–He conocido a una chica y algún día me casaré con ella… Y tú serás mi padrino de boda.

Es el hijo de Philip Seymour Hoffman y lleva a su padre en la cara, en cada gesto, en el talento que derrocha. Ella es Alana Haim. Ambos son debutantes y los perfectos Gary y Alana. Licorice Pizza es su historia de amor en El Valle (Los Ángeles) en los años 70, un escenario en el que Paul Thomas Anderson creció, que ya transitó en Boogie Nights y que recrea aquí entre la dulzura y la extravagancia: la crisis del petróleo en el año 73, restaurantes japoneses, pruebas de casting, estrellas de Hollywood en restaurantes icónicos de la noche angelina, el recuerdo de Grace Kelly, aspirantes a alcalde que esconden que son homosexuales...

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Un Bradley Cooper enloquecido y con pantalones de campana borda al excéntrico Jon Peters, el peluquero de Barbra Streisand reconvertido en productor de A Star is Born, Sean Penn sobrevuela una hoguera y Tom Waits interpreta el que probablemente sea el mejor papel de su carrera cinematográfica. La película oscila como su imprescindible banda sonora entre lo eléctrico de estos personajes y situaciones, una energía muy propia de los años 70 y del primer amor, y la placidez de una siesta en pareja, más acorde con el peculiar ritmo de enamoramiento de sus protagonistas.

Pero Licorice Pizza no es una historia de amor cualquiera: es una historia sobre todo lo que pasa hasta que Gary y Alana se enamoran, de los camiones a conducir sin gasolina y marcha atrás, los negocios arruinados, los anuncios por la radio, las carreras hasta encontrarse en el punto justo.

Licorice Pizza
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Licorice Pizza es el reverso luminoso de El hilo invisible en la medida en la que enamorarse en esta película es algo bello, sin dobleces, feliz, como el propio filme, tan alejado de los personajes torturados de The Master o Pozos de ambición. De alguna manera, también recuerda a American Graffiti o a las películas más deshilvanadas de Richard Linklater en su forma deliciosa, líquida, tan inaprensible, en la que el tiempo fluye como en la vida.

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