La maldición de ‘Grease’: cómo las desgracias personales persiguen a sus responsables

John Travolta, Olivia Newton-John y el resto participaron en una película muy querida, pero después de 'Grease' se torció su suerte.
Grease (1978)
Grease (1978)
20minutos | Archivo
Grease (1978)

Que Grease (1978) es uno de los musicales más divertidos y exitosos que se han llevado a las salas de cine es un hecho. Que a muchos de los que participaron en ella les ha mirado un tuerto, también. Para empezar, las desgracias personales se les fueron acumulando a varios de los integrantes del instituto Rydell después de pisarlo. Empezando por el actor que diera vida en esta parodia del cine adolescente de los años cincuenta y sesenta: al gamberro Danny Zuko.

La carrera de John Travolta vivió un declive tras aquella película, y el de Nueva Jersey no volvió a remontar el vuelo hasta que Quentin Tarantino le convenció para que protagonizase Pulp Fiction (1994). Además, el actor tuvo que despedirse en 2020 de su mujer, la también actriz Kelly Preston, que fallecía debido a un cáncer de pecho a los 57 años. Pero, ya antes de enfrentarlo a la pérdida de la madre de sus tres hijos, la vida le había pegado un par de palos a Travolta. 

El primero se lo dio en marzo de 1977, cuando su primera novia, Diana Hylan —a la que conoció durante el rodaje de El chico de la burbuja de plástico (1976), donde ella hacía de su madre— falleció de cáncer y en brazos del actor. Años después, Travolta volvería a aferrarse a la fe en la Cienciología —a la que se asoció hace más de cuatro décadas— para superar la trágica muerte de su hijo adolescente (y autista) Jett, que murió en 2009 a causa de un ataque epiléptico sufrido mientras se encontraba de vacaciones con su familia en la residencia que el actor tiene en Bahamas.

A la actriz que en la película original encarnó a la inocente Sandy Olsson no le ha ido mucho mejor tampoco. Olivia Newton-John, que hoy día tiene 73 años, fue diagnosticada por primera vez con cáncer de mama en 1992. Desde entonces, ha sufrido varias recaídas y tuvo incluso que lanzar un comunicado para desmentir —como así se atrevieron a afirmar ciertos medios— que le quedaran pocas semanas de vida. 

A este grave problema de salud se sumó en 2005 el susto de muerte —y la depresión— que le acarreó el descubrir que su novio, Patrick McDermott, se había ido a pescar y ya nunca regresó. Aunque lo cierto es que el caradura de Patrick, que sería declarado oficialmente muerto tres años después, desapareció aquel día voluntariamente. 

¿El motivo? Fingir su propia muerte —lo acabaron encontrando vivito y coleando en un pueblo del Pacífico mexicano— para huir de sus deudas y evitar tener que seguir pagándole la manutención de su hijo a su exmujer.

Otras tragedias en torno a 'Grease'

Como ocurrió con tantos otros profesionales del show business, el sida se cebó con el autor de la obra original, Warren Casey, que falleció en 1988 a los 53 años. Tres cuartos de lo mismo le pasaría a Dennis Stewart, quien en Grease interpretaba al simpático malote Leo ‘Craterface’.

Stewart, que después de participar en Grease (y en su secuela) se alejó del mundo del cine pero siguió apareciendo (aunque solo fuera fugazmente) en numerosas series de televisión, contrajo VIH en 1993. Moriría en abril del año siguiente en Los Ángeles, con apenas 46 años, por complicaciones derivadas del maldito sida.

Lo cierto es que no le iría mucho mejor al actor Jeff Conaway, a quien los fans de Grease recordarán como Kenickie, el fiel amigo del protagonista. Conaway pasó cinco años casado con la hermana de Olivia Newton-John, Rona —a la que conoció precisamente durante el rodaje de ese filme—, y llegó a convertirse en Danny Zucko en la versión teatral de la comedia. 

Jeff Conaway en 'Grease'
Jeff Conaway en 'Grease'
Cinemanía

Con el tiempo, caería en el mundo de las drogas, y alguna vez que otra confesó que se refugió en ellas para combatir un problema de dolores crónicos. Sea como fuere, el actor fue encontrado inconsciente en su casa en mayo de 2011, y pasó a mejor vida unos días después debido a una hemorragia cerebral provocada por una sobredosis de calmantes. 

Annette Charles en 'Grease'
Annette Charles en 'Grease'
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Apenas tres meses más tarde, moría de cáncer en su residencia californiana la actriz Annette Charles, que en el largometraje interpretaba a la sensual Cha Cha —sí, la que se marcaba un buen baile con el chulo de Danny Zuko y disfrutaba dándole celos a la pobre Sandy—.

Joan Blondell en 'Grease'
Joan Blondell en 'Grease'
Cinemanía

Tampoco tuvo mucha suerte la rubia y risueña actriz que encarnaba a Vi, la simpática camarera de la cafetería en la que la pandilla protagonista se reunía en la película. Joan Blondell, quien llevaba unas cuantas décadas dedicándose al mundo de la interpretación cuando le ofrecieron participar en Grease, murió en Santa Mónica el día de Navidad de 1979, apenas un año después del estreno de la cinta, víctima de un cáncer. 

La misma dolencia que llevó a la tumba al productor Allan Carr, quien tras rodar esta cinta de culto no volvería a triunfar con ninguna otra película. Pocos saben que, antes de convertirse en productor cinematográfico, Carr curró como representante de artistas. 

Durante años, se encargó de llevar la carrera de rostros tan populares como la cantante Cass Elliot, la artista Peggy Lee o el actor Tony Curtis —por cierto, las únicas dos personas a las que rechazó representar durante su periplo como manager fueron Julio Iglesias y Barry Manilow—. El caso es que Carr pasó su última etapa totalmente alcoholizado y acabó muriendo de un cáncer de hígado cuando tenía 62 años.

Ni siquiera el guionista del filme, Bronte Woodard —que dejó este mundo en 1980, a los 39 años, víctima de una insuficiencia renal vinculada a la hepatitis que padecía—, logró escapar de esta especie de maldición de Grease. Menos mal que a Michelle Pfeiffer y demás protas de Grease 2 les ha ido algo mejor en todos los sentidos. Bastante tuvieron estos pobres con cargar en la conciencia con el peso de haber dado vida a aquella malísima secuela. Que Dios aprieta, pero tampoco suele ahogar.

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