Falcon Lake, la ópera prima de Charlotte Le Bon que hace uso de los códigos del slasher para reinterpretar la novela gráfica coming of age del francés Bastien Vivès titulada Una hermana (Diábolo Ediciones).
Presentada por primera vez en la Quincena de Realizadores de Cannes en 2022, Falcon Lake, el debut en la dirección de la actriz, modelo y artista multidisciplinar Charlotte Le Bon puede correr el riesgo de pasar desapercibida en el abultado calendario de estrenos con los que el mes de septiembre arranca el nuevo curso cinematográfico.
Algo que sería una verdadera pena, porque el atmosférico, bello y perturbador relato de formación de Falcon Lake es una pequeña joya que adapta muy libremente la novela gráfica original.
Bastien Vivès: un 'enfant terrible' del cómic francés
Bastien Vivès es un autor polémico porque, en su abultada obra, la sexualidad y el surgimiento del deseo sexual son elementos fundamentales. Una fina línea que le ha provocado numerosas controversias, sobre todo en aquellas obras donde la representación del deseo y la sexualidad surge entre menores de edad o incluso entre menores y adultos (las más crudas serían La descarga mental o Petit Paul). Una provocación alimentada por el propio autor desde sus redes sociales (y por las que posteriormente pediría disculpas) que acabaría provocando que fuera cancelada la exposición retrospectiva que se iba a celebrar sobre su obra en el pasado Festival de Angoulême.
Una hermana, el título que adapta Charlotte Le Bon, se integraría dentro de dichas temáticas, en una prolífica obra donde también cabe la sátira sobre diferentes aspectos de la sociedad contemporánea (el amor, la blogosfera, los videojuegos) e incluso trabajos donde Vivès no se encuentra como autor completo y que podrían englobarse dentro de la tradición de la bande dessinée más mainstream como Last Man. Una hermana es un relato casi autobiográfico del propio Vivès y su despertar sexual con 14 años en unas vacaciones de verano en la playa, surgido a partir de su relación en la casa de verano familiar con Hélene, una chica de 16 años hija de una amiga de su madre.
Un despertar sexual que desde la mirada y el trazo de Vivès surge de la excitación y a la vez extrañeza de descubrir el cuerpo femenino y las reacciones que provocan en su cuerpo y su mente, contrastando lo real y lo virtual, la realidad de la carnalidad confrontado con su consumo previo de material pornográfico. Pero sobre todo, Una hermana, gracias a su trazo limpio y casi esbozado de los rostros, los entornos y los paisajes, sirve como espejo del lector y sus propios recuerdos de esa transición de la infancia a la vida adulta que es la adolescencia.
Para ello, Vivès representa de manera explícita los progresivos y fugaces encuentros sexuales entre los dos adolescentes, a partir de una fina línea entre lo sugerido y lo mostrado, más una mirada masculina hacia el cuerpo u objeto de deseo que representa la figura de Charlotte.
De la mirada masculina de Vivès a la mirada femenina de Le Bon
En contraposición, Charlotte Le Bon entrega una adaptación tan fidedigna como apócrifa, sobre todo al trasladar su mirada femenina hacia este despertar sexual. Si en la obra de Vivès los encuentros sexuales se representan desde un punto de vista masculino, el de Antoine (renombrado como Bastien en guiño directo al autor del original), en Falcon Lake su directora prefiere alejar la mirada, situarse como una presencia que sobrevuela y analiza este despertar desde la distancia prudencial, prestando atención no solo a la mirada sexualizada de Bastien hacia el cuerpo de Hélene, pero también y sobre todo, hacia la incomodidad de un Bastien superado en muchos momentos por el deseo de su cuerpo y su mente.
Algo que se ve potenciado por ese limbo en el que habita, incómodo con los cambios de su cuerpo y esa tierra de nadie que le inhabilita para disfrutar tanto del mundo de la infancia (representado en su hermano Tití) como del mundo young adult, representado en Hélene y sobre todo en esos otros adolescentes ya mayores de edad que integran el elenco de personajes con los que se relacionan Bastien y Helene y con los que Bastien siente un complejo de inferioridad por su aparente experiencia en el terreno sexual.
Y de ese mundo adolescente, de la confusión fruto de las hormonas y los cambios fisiológicos, es donde Charlotte Le Bon modifica y transforma la novela gráfica original, superándola en todos sus aspectos. En la introducción de un género que va de la mano y que sirve de metáfora del despertar sexual y la crisis de la adolescencia: el terror, en especial el género slasher.
Entre 'Terciopelo azul', 'Viernes 13' e 'It Follows'
En primer lugar, no es casual el cambio de localización de una playa en el original a un misterioso lago ya que la manera de representarlo de Le Bon trae directamente a la memoria la localización de uno de los clásicos del subgénero: el Crystal Lake de la saga Viernes 13.
La sombra de la muerte sobrevuela la novela gráfica original por el aborto de la madre de Hélene y la pérdida de los padres de Antoine/Bastien de una hermana nonata, en Falcon Lake es la leyenda urbana de Chloé -la versión cinematográfica de la Hélene del cómic, transformada de rubia a morena y con guiño a la original cuando Bastien le confiesa a Chloé que él las prefiere rubias-, la presencia espectral de un adolescente que se ahogó en el lago, lo que sobrevuela su relación, la atmósfera espectral de la cinta y el desenlace de la misma, reescribiendo y modificando el tono y el significado del original de Vivès.
Una atmósfera pegajosa, mágica y en algunos momentos tenebrosa, que acerca a la cinta en muchos momentos a dos trabajos que también hablan del coming of age y que son una fuente de inspiración para la película de Le Bon. La primera de ellas, Terciopelo azul de David Lynch, tanto en esa atmósfera atenazadora de la localización, cercana a las sensaciones que transmite el pueblo de Lumberton, entre lo bello y lo perverso, como sobre todo en el símil especular que se produce entre Bastien y el protagonista de la cinta de Lynch, Jeffrey Beaumont, que también descubre, en su regreso a su pueblo de la infancia, los deseos sexuales inconfesos que anidan en su alma.
La segunda cinta que se mira de frente con Falcon Lake y que podría servir incluso de espejo invertido sería It Follows, la ópera prima de David Robert Mitchell. Una revisión formal y temática de La noche de Halloween de Carpenter que pone en primer plano aquello que en el slasher queda sugerido: la crisis de la adolescencia fruto del despertar sexual.
Charlotte Le Bon le da la vuelta de nuevo a ambas miradas y planteamientos, convirtiendo un coming of age naturalista que bien habría podido filmar Éric Rohmer o el Bernardo Bertolucci de Belleza robada, pero imbuyéndolo de un ambiente espectral y onírico y donde la mirada excitada y la pulsión sexual descontrolada del protagonista del cómic original, aquí acaba convertido, a partir de la mirada femenina de Le Bon, en un sugerente cuento en el límite entre el naturalismo y el onirismo.
Un encuentro terrorífico e incómodo con la sexualidad inesperada, como podemos observar en el primer encuentro entre Bastien y Chloé, cuando esta última pasa de ser el objeto de deseo sexual heteronormativo del tebeo original a casi una aparición fantasmal desde los ojos de Bastien y el objetivo subjetivo de Le Bon.
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