Quizás es por su superficial parecido, porque la mejor forma de acoger a un recién llegado es viéndolo como la variación de una celebridad o, simplemente, porque Vogrincic no es un apellido fácil de deletrear, pero las redes sociales ya le han encontrado un apodo al protagonista de La sociedad de la nieve: el Adam Driver uruguayo. Suya es la voz que nos narra la tragedia de los Andes en la candidata de España al Óscar y, pese a haber debutado en 2018, la irrupción de Vogrincic en la primera línea del cine internacional ha cogido por sorpresa hasta a la propia Wikipedia, donde el uruguayo ni siquiera tiene aún un artículo.
Vogrincic no ha desoído las analogías que su flamante comunidad de seguidores traza con el protagonista de Historia de un matrimonio y ha reconocido, en una entrevista, que hay una estrella a la que le gustaría conocer: Adam Driver. El reservado Numa, su personaje en La sociedad de la nieve, es el último papel de Vogrincic en una carrera que se remonta a La noche de 12 años, donde coincidió con Antonio de la Torre y Chino Darín. También lo hemos visto en series como Iosi, el espía arrepentido y, en dos ocasiones, calzándose la camiseta de un club de fútbol (en El presidente y 9).
De Vogrincic a Numa
Con La sociedad de la nieve, Enzo Vogrincic ha tenido que afrontar un cambio físico notorio, de manera que las penalidades en la montaña se vean reflejadas en su corpulencia. Aunque Numa no era jugador de rugby como la mayor parte de sus compañeros de viaje, su transformación ha implicado una abundante pérdida de peso y masa muscular.
Como el resto del reparto, Vogrincic se sometió a una dieta que sólo parece apetecible si la comparamos con la de su personaje: mientras rodaba, sólo comía una lata de atún y una mandarina al día. El resultado, 23 kilos menos. Esto se tradujo en una anomalía cinematográfica, ya que La sociedad de la nieve se rodó de forma cronológica, para recoger así el debilitamiento de sus protagonistas.
Bayona ha alabado, en sus redes sociales, el compromiso de sus actores, así como la ayuda que recibieron de Antonio Escribano padre e hijo, nutricionistas cuya asesoría en la película Gordos permitió (aunque en la dirección opuesta) que asistiéramos a transformaciones físicas como la de Antonio de la Torre.
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