Recientemente Martin Scorsese defendió que Los asesinos de la luna durara 206 minutos: es decir, cerca de tres horas y media de duración. Podíamos emplear el mismo tiempo en ver una serie, así que “había que respetar el cine”. El veterano cineasta no es ajeno a las duraciones desmedidas (su anterior película, El irlandés, ascendió a un minutaje similar), pero a la hora de adaptar el libro homónimo de David Grann ha tenido claro a quién parecerse. Al fin y al cabo, Los asesinos de la luna es una suerte de western, aunque uno alejado de la época habitual para ambientar el género (en los años 20) y con vocación de denuncia social.
En este sentido Scorsese ha reconocido a The Irish Times que en Los asesinos de la luna sigue percibiendo la influencia de Centauros del desierto de John Ford, como en su día esta inspirara Taxi Driver. Es el llamado western crepuscular, al que se adscribiría Los asesinos de la luna. “Siempre quise hacer una película del Oeste, pero pensé que el western había terminado con Sam Peckinpah y Grupo salvaje. El western se convirtió en otra cosa, algo centrado en la forma, algo que no refleja los valores de la América actual”, declara el cineasta. “Uno tiene que arriesgarse. A esta edad, ¿qué otra cosa se puede hacer?”.
Los asesinos de la luna retrata unos crímenes estremecedores contra la nación Osage, un grupo de nativos americanos que estaban en posesión de unos yacimientos de petróleo y cuyos asesinatos en serie demandaron la investigación de un FBI recién oficializado. Es una película, lo admite Scorsese, sin suspense alguno: sabemos quiénes son los asesinos del título. “No es una novela policíaca. Sabemos exactamente quién está haciendo qué, el público nos lleva ventaja”. De ahí que, a la hora de durar más de tres horas, Los asesinos de la luna prefiera ser una película más contemplativa, para la que Scorsese ha citado otra influencia.
“Me gusta mucho el estilo y el ritmo de las buenas películas de terror, como Midsommar o Beau tiene miedo de Ari Aster”, apunta sobre las producciones más recientes del director de Hereditary, que en efecto dilata el ritmo de sus historias para desesperación del público. “El ritmo de estas películas remite a las producciones de serie B de Val Lewton, como La mujer pantera de Jacques Tourneur o Yo anduve con un zombie. Simplemente van un poco más despacio, con más tranquilidad”.
La mezcla del cine de Aster (cuyos ingresos decrecientes estarían a punto de cambiar las prioridades como productora indie de A24) con el terror de bajo presupuesto de los 40 han llevado a una propuesta muy particular. “Quise introducir escenas que no fueran estrictamente narrativas, escenas que tuvieran que ver con la cultura Osage (dejando costumbres como los nombres de los bebés, los funerales y las bodas) para que pudiéramos entender un poco más a esa gente”, prosigue Scorsese. “Confiaba en que el público se dejara sumergir en el mundo de la película”. Los asesinos de la luna se estrena este 20 de octubre.
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