Se acabaron los contratos de superestrella: la austeridad llega a Hollywood tras la pandemia y las huelgas

Los estudios y las plataformas escatiman gastos apretando las tuercas de intérpretes y directores en lo que algunos llaman ya 'la contracción de la industria'.
Damien Chazelle en el rodaje de 'Babylon' y Nicole Kidman en 'Big Little Lies'.
Damien Chazelle en el rodaje de 'Babylon' y Nicole Kidman en 'Big Little Lies'.
Cinemanía
Damien Chazelle en el rodaje de 'Babylon' y Nicole Kidman en 'Big Little Lies'.

Ya lo avisa la sabiduría popular: a los períodos de bonanza suelen sucederles etapas de vacas flacas. Algo que últimamente Hollywood se ha empeñado en demostrar cerrando el grifo de los contratos estelares, especialmente en streaming. 

Según exponen sendos reportajes de The Hollywood Reporter y Deadline, las estrellas (y sus agentes) deben decir adiós a aquellos días en los que las plataformas estaban dispuestas a soltar lo que fuese con tal de contar con rostros populares. Los directores, por su parte, lo tienen aún peor: el fracaso de un proyecto en pantalla grande les pone más cerca que nunca del temido "nunca volverás a trabajar en esta ciudad".

La pandemia de coronavirus, con ese bajón económico del que los estudios aún no se han recuperado, las ganas de ajustar las cuentas tras la huelga de actores de 2023 y unos servicios de VOD cada vez más necesitados de apretarse el cinturón tras una década de dispendios locos son algunos de los factores que intervienen en el actual estado de cosas.

Adiós a los 'paquetes' de lujo para las estrellas en VOD

Un agente de actores, que se mantiene en el anonimato, afirma en Deadline que a las plataformas se les han acabado las ganas de comprar proyectos con estrellas de cine. En su propia experiencia, la cantidad de estos 'paquetes' rechazada por los servicios de streaming supera la veintena, engrosando lo que llama "la lista de las pifias". 

Así, prosigue esta fuente, los tiempos en los que Netflix desembolsaba millonadas para asegurarse a Kevin Spacey al frente de House of Cards, o en los que Amazon echaba la casa por la ventana ante Julia Roberts y Homecoming son ya cosa del pasado. 

"El dinero no sobra en ninguna parte", explica otro agente. "Ha habido inversiones enormes, 'paquetes' masivos, y muchos de ellos no han dado los mejores retornos a la inversión, precisamente". 

Según otras fuentes citadas por Deadline, esto se debe a un cúmulo de razones. Por una parte, los ejecutivos tienen cada vez más miedo de verse en la obligación de responder ante sus jefes por un fracaso. Por otra, las plataformas ya no sienten la necesidad de atrapar antes que nadie los proyectos especialmente golosos: "Antes, cuando llegaba un paquete, la lógica era 'si no lo compra Netflix, lo hará Apple'. Pero ahora estamos viendo proyectos que no encuentran comprador, y eso es raro". 

A esto hay que sumar el éxito de series como Juego de tronos, Stranger Things y The White Lotus. Shows que partieron sin rostros conocidos al frente y, pese a ello, acabaron arrasando entre el público, la crítica o ambos. 

Para colmo, las estrellas de cine prefieren sus proyectos televisivos en forma de miniseries cuyos plazos de rodaje no les saturen la agenda. Algo que resulta muy poco rentable para las productoras, de ahí que hoy en día proyectos como la primera temporada de True Detective (con Woody Harrelson y Matthew McConaughey) o Big Little Lies (con Nicole Kidman y Reese Witherspoon) se vuelvan cada vez menos frecuentes. 

"Las miniseries no tienen valor de catálogo, pero son lo único que las estrellas quieren hacer", declara una voz procedente del mundo de las plataformas. Y remacha: "Lo que queremos son grandes éxitos que den dinero".

Los directores, bajo amenaza

Si los rostros más populares de Hollywood, esos cuyos rostros atraen un enjambre de dólares, se enfrentan a esta coyuntura, no hace falta ser un experto para adivinar que los directores lo tienen aún peor. No en vano THR abre su pieza con palabras de todo un Damien Chazelle reconociendo que la mala taquilla de Babylon ha puesto su carrera cuesta arriba. 

"No me hago ilusiones", declaró en marzo el autor de La La Land. "No volveré a conseguir un presupuesto del tamaño del de Babylon en mi vida, o al menos no para mi siguiente película". 

Aun así, Chazelle puede llorar por un ojo: aunque los estudios no estén dispuestos a confiarle otros 80 millones de dólares para un rodaje, él al menos seguirá trabajando. Algo que no pueden decir otros cineastas con menos reputación o trayectoria. 

"Cuando se acabaron [las huelgas de actores y guionistas], la gente volvió a la industria y se la encontró totalmente cambiada", afirma un ejecutivo. "Todo perdió impulso, todo se mira con lupa y todo el mundo tiene un nuevo jefe". 

Para empezar, el Hollywood de 2024 produce cada vez menos películas. Algo que afecta sobre todo a esos proyectos de presupuesto mediano que, tradicionalmente, han servido para lanzar nuevos talentos. En cuanto a las superproducciones, están cada vez más controladas por ejecutivos temerosos de ver sus nombres asociados a un fracaso. 

De modo que, si antes un director podía levantar su perfil a base de aceptar proyectos de presupuesto bajo o medio-bajo, ahora se le exige una carrera intachable, sin números rojos, para que las majors no le pongan en su lista negra. Solo unos pocos como David Leitch (Deadpool) parecen gozar de una buena reputación en los despachos. 

El apogeo de las plataformas también tiene parte de culpa. Si bien el VOD parece un territorio más seguro para los directores que las salas de cine, la repercusión de sus proyectos para el mercado digital es infinitamente menor, ya que estos no se traducen en cifras de taquilla que añadir al currículum. "A nadie le importa que tu película funcionara bien en streaming", sentencia un agente. 

Y, por si todo esto fuera poco, también tenemos que contar con la importancia de Rotten Tomatoes, el agregador de críticas que ha llevado a resumir el impacto de un filme en una cifra y una mancha (bien sea esta roja o, en el peor de los casos, verde). Según otra fuente: "La puntuación de Rotten Tomatoes es lo primero que mira la gente antes de contratar a un director".

Y, si los hados se ponen en tu contra, no pienses que mudarte al territorio de las series te ayudará a volver a la pantalla grande. "Que te den las llaves de un Ferrari y logres conducirlo sin estrellarte no significa que te vayan a aplaudir", espeta un productor ante el ejemplo de Cathy Yan, que pasó de fracasar en taquilla con Aves de presa a llevarse un Emmy por Succession. 

La falta de un relevo generacional entre los altos cargos de los estudios es otro de los factores que podrían influir en esta situación. Algo que perjudica especialmente a los directores noveles, sobre todo si estos son mujeres o personas racializadas. 

"Antes, con tal de que no la cagaras a lo bestia, podías mantenerte en activo como director durante veinte años", afirma un agente cuyos clientes (muchos de ellos con varias películas estrenadas en 2024) se ven ahora mismo en paro. Algo que, añade, no se debe tanto a la elaboración de listas negras como a la falta de riesgo e imaginación en la industria: "Sencillamente, se han quedado secos". 

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