5 películas de Ridley Scott que merecen más amor

Porque decir que te gustan 'Alien', 'Blade Runner' o 'Thelma & Louise' es ir a lo fácil.
El consejero
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Co 85 años recién cumplidos, Ridley Scott está en una de las fases más fructíferas de su carrera. No es que el director británico haya quitado alguna vez el pie del acelerador, pero tras acabar el año pasado con dos estrenos de alto nivel como El último duelo y La casa Gucci, no dudó en meterse en otro proyecto de gran escala: Napoleón, con Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby como protagonistas.

Scott posee una de las filmografías más variadas del Hollywood actual, demostrando una curiosidad insaciable por los géneros más variopintos, desde la ciencia-ficción y el thriller al drama histórico y el péplum. A lo largo de ese torrente de hiperactividad ha dirigido obras maestras que se han insertado de inmediato en la historia del medio, éxitos de taquilla muy populares, batacazos artísticos, fracasos morrocotudos y también títulos incomprendidos que merece la pena reivindicar.

'El consejero' (2013)

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Al último Ridley Scott le gusta tirar de la maquinaria hollywoodiense para armar repartos sobrecargados de estrellas. Quizás nunca le haya sacado mejor partido que en este imposible cóctel de Michael Fassbender, Brad Pitt, Cameron Diaz, Penélope Cruz y Javier Bardem, sumergidos en las aguas pantanosas de un guion escrito por Cormac McCarthy que no hace ni la más mínima concesión.

Es probable que el público general encontrara sus imágenes –fotografiadas en agresivos colores vivos por Dariusz Wolski– demasiado excesivas para un thriller en barrica, plagado de conversaciones existenciales y constataciones empíricas del mal y la mortalidad. Sin embargo, es solo cuestión de tiempo que El consejero pase a considerarse uno de los clásicos imprescindibles de Scott.

¿Sabes cuál fue también recibida con odio en su momento? Blade Runner. Y esa ni tenía una escena de sexo automovilístico con la que soñaría Julia Ducournau, ni a Rubén Blades en un monólogo antológico.

'Los duelistas' (1977)

Los duelistas
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Un debut digno de aplauso que, sin embargo, quedó ensombrecido por el calibre de sus dos películas posteriores (Alien, Blade Runner), pero por sí mismo podría estar en lo más alto de cualquier filmografía. Incluso lleva a soñar cómo habría sido la carrera de Ridley Scott si hubiera discurrido por otros terrenos.

En esta adaptación de un relato de Joseph Conrad, dos bigotudos Harvey Keitel Keith Carradine se persiguen a lo largo de las primeras décadas del siglo XIX en una serie de duelos filmados con un gusto por los encuadres expresivos y los contraluces líricos que dejaban ya bien claro desde el principio el poderío visual del cineasta, trasladado directamente desde sus inicios en la publicidad.

'Hannibal' (2001)

Hannibal
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Dada la incomprensible buena acogida de la que gozan algunos de sus mamotretos más solemnes (yo estoy pensando en Gladiator y tú eres libre de dejar de leer cuando quieras), tiende a infravalorarse demasiado una faceta pulp muy interesante que asoma en la obra de Scott de vez en cuando; justo lo mismo que ocurre con Anthony Hopkins, que seguro que aquí se lo pasó de maravilla haciendo el gamberro.

Si la novela de Thomas Harris como continuación de El silencio de los corderos ya apostaba por la pasada de rosca, en manos del cineasta británico, con David Mamet y Steven Zaillian al guion, alcanzó unas cotas de locura tan altas como la torre del Palazzo Vecchio. Ninguna derivación posterior del universo Hannibal Lecter se le ha acercado hasta la feliz llegada de la serie de Bryan Fuller.

¿Gary Oldman con la combinación de maquillaje y prótesis más radical de su carrera pasada y futura? Check. ¿Hannibal Lecter sembrando el caos por Florencia con una fedora boyeriana? Check. ¿Julianne Moore haciéndote pensar que es la mejor Clarice Starling de la historia aunque sabes que eso es imposible? Check. ¿Giancarlo Giannini retomando sus tiempos de inspector de policía de giallo? Check. Sin entrar en esa escena con la tapa de los sesos de Ray Liotta, esta película es una fiesta.

'Los impostores' (2003)

Los impostores
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¿Cómo puede un director tan meticuloso y firme contener el torrente de expresividad y gloriosa sobreactuación de Nicolas Cage? Sencillo, le deja hacer lo que mejor se le da a Cage: ser Cage. Este es uno de los títulos más atípicos de la filmografía de Ridley Scott –una dramedia familiar revestida de película de estafas– y, por lo tanto, de los más acogedores. 

Podría haber sido una película indie de Sundance, pero el tratamiento formal del británico, con imagen exageradamente panorámica en 2.35:1 que le obliga a hacer malabarismos para encuadrar primeros planos de los protagonistas de lo que esencialmente es una historia de rostros –el de Cage, atacado en un recital de tics espectacular–, hace que la narración fluya descontrolada, sin los asideros de un thriller cómico convencional ni la hondura de un drama paterno-filial.

'El reino de los cielos' (2005)

El reino de los cielos
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Este podría haber sido un puesto para Prometheus (2012), pero aquella salida por al tangente de la saga Alien, con todo lo fallida, rota y realmente bonita que es, nunca ha ido escasa de defensores desde su mismo estreno en cines. En cambio, El reino de los cielos fue convenientemente machacada en su paso por salas, y no pudo ser apreciada en toda su esencia hasta la aparición del montaje del director –una especialidad en la filmo de Scott–.

Frente a sus otras epopeyas bélico-históricas, en esta descontrolada superproducción, un año posterior a la Alejandro Magno (2004) de Oliver Stone con la que comparte debilidades y aciertos, Scott tira la casa por la ventana para ofrecer una muestra de puro cine espectáculo donde los personajes protagonistas tienen tanto interés como el diseño de vestuario y atrezo del tercer figurante empezando por la izquierda. Nada de interpretaciones subrayadas como un Russel Crowe o Joaquin Phoenix, sino pura superficie –Orlando Bloom, Eva Green– y palabra –Jeremy Irons, Liam Neeson–. Puro cine de atracciones.

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