'Las 100 primeras películas de Nicolas Cage' es la oda definitiva a un actor inagotable

Hablamos con Paco Alcázar, autor con Torïo García del libro que revisa la filmografía de Nicolas Cage personaje a personaje.
100 primeras películas de Nicolas Cage
100 primeras películas de Nicolas Cage
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100 primeras películas de Nicolas Cage

Guste más o menos a la gente, hay que reconocer que Nicolas Cage tiene un currículum espectacular. A lo largo de su carrera, el californiano ha protagonizado películas buenas, malas y regulares, y ha trabajado con los mejores actores y directores de Hollywood. 

"Podría decirse que Nicolas Cage no es solo un actor; es un género cinematográfico en sí mismo", afirman Paco Alcázar y Torïo García en Las 100 primeras películas de Nicolas Cage, un libro elaborado por ambos y editado estos días por el sello ¡Caramba!, de Astiberri.

"El origen del libro fue una de mis tiras para CINEMANÍA", comenta el dibujante Paco Alcázar a nuestra revista. "La dediqué a Nicolas Cage y, al documentarme, me di cuenta de que no había visto muchas de sus películas de los últimos años. Cuando empecé a verlas descubrí algo fascinante, más allá de lo buenas o malas que fueran, y es que hay un toque autoral en sus interpretaciones. Decidí que quería dedicar un libro a su figura y me puse en contacto con Torïo, que tenía un fanzine sobre Nicolas Cage, para que se encargara del tema de buscar toda la información y anécdotas sobre Cage que fuera posible".

El resultado es un simpático e interesante ensayo ilustrado que recorre la peculiar carrera del inclasificable actor estadounidense, con fichas de cada uno de sus filmes y un retrato de Cage en todas y cada una de ellas. "Lo más complicado ha sido luchar contra mi incapacidad natural para dibujar caricaturas y retratos", confiesa Alcázar. 

"Ese fue uno de los retos que me planteé al abordar la idea del proyecto. En la primera parte del libro aparece un Nic muy asimilado a mi estilo gráfico, que fue más o menos sencillo, pero en la segunda parte (los retratos de cada película) busqué un estilo híbrido entre el realismo y la caricatura que me supuso tener que sudar sangre por esta limitación mía como dibujante", explica.

Y si de limitaciones hablamos, no se puede obviar que a Cage se le ha acusado a menudo de sobreactuar en sus películas. "Nicolas Cage es de esos artistas que odias o amas", responde Alcázar cuando se le pregunta por las críticas al actor por sus histriónicas interpretaciones. 

"Su forma de actuar rompe a menudo muchos esquemas que el público de la industria cinematográfica ha ido construyendo en las últimas décadas, así que hace falta cierta amplitud de mente para comprenderlo y apreciarlo. Yo lo admiro, aunque puedo entender que saque de quicio a mucha gente. Todo el arte no tiene por qué ser para todo el mundo", afirma el dibujante.

Las locuras de Nicolas Cage

Sobreactuado o no, lo que es innegable es que Cage es un tipo bastante singular. Para muestra un botón. Durante el rodaje de la comedia negra Besos de vampiro (1989), el actor decidió que su personaje tenía que hacer algo verdaderamente llamativo que impresionara a los futuros espectadores, así que en una escena decidió comerse una cucaracha viva; el numerito aparece en la película. 

"Como el director probablemente no era su mejor amigo, le dijo que había que repetir la escena y Cage, a pesar de que sufre fobia a los insectos, volvió a comerse otra cucaracha. Creo que algo así demuestra el compromiso y la voluntad de originalidad de un actor distinto a todos", apunta Alcázar, que empezó a dibujar para fanzines y lleva ya unos años publicando tebeos e ilustraciones en numerosos medios.

El artista gaditano pertenece al grupo de los que tienen claro que Cage nunca ha sido un actor como los demás, sino que más bien ha seguido sus propias reglas interpretativas (algo que quizás aporte un valor añadido en una industria tan estandarizada como la hollywoodiense). "Él, desde el principio de su carrera, rompe conscientemente con la búsqueda del naturalismo puro del famoso 'método' e introduce elementos del cine mudo, del expresionismo, del teatro kabuki japonés y hasta del vudú. Incluso le pone nombre a su método: 'Nouveau Shamanic".

"A mí me encanta que haya un actor dramático que tenga el valor de plantearse hacer cosas distintas a lo que hace todo el mundo. A veces funciona mejor y otras peor, pero es refrescante y doy gracias al cielo de que exista alguien así. Aparte, creo que él, personalmente, transmite una imagen de una cierta vulnerabilidad que lo hace tremendamente simpático, no es una superestrella tipo Tom Cruise, sino alguien mucho más humano con el que resulta sencillo empatizar", concluye.

En la NicCagepedia está el saber

Torïo García, que desde 2010 está al frente de la NicCagepedia —proyecto que fundó en su día junto a un amigo—, coincide en este punto con su compañero de batallas literarias. 

El escritor alicantino recuerda que, desde su debut en la pantalla a los diecisiete años, pasando por su etapa en el cine independiente, su escalada al estrellato y sus problemas con Hacienda —lo que le empujó a aceptar proyectos de toda clase—, Cage "parece embarcado en una metaexperiencia que nos atrae porque representa los miedos y deseos de nuestra sociedad: éxito y fracaso. Realización personal y pragmatismo laboral. Hasta sus míticas extravagancias derrochadoras comprando mansiones encantadas o cráneos de dinosaurio en su vida privada parecen un reflejo deformado de nuestra propia pasión por consumir".

Hay algo magnético en la figura de Cage, que tiene un Oscar por su papel en Leaving Las Vegas (1995), y entre finales de los noventa y finales de los 2000 se forró, llegando a ganar hasta veinte millones de dólares por película. Siempre se lo ha montado muy bien el hombre. Aunque se lo podía haber montado aún mejor porque, si bien es cierto que su filmografía es ya bastante completa, no es menos cierto que el actor rechazó (por diversos motivos) aparecer en algunas de las cintas más icónicas de la historia del cine.

Las mejores malas decisiones

A finales de los noventa, por ejemplo, Cage dijo no a dos largometrajes que se rodaban en Oceanía porque en esa época no quería pasar tanto tiempo alejado de su familia. Uno era Matrix (1999). El otro, El señor de los anillos (2001). Unos años antes, el actor estuvo a punto de encarnar a Vincent Mancini —papel que acabó interpretando Andy García— en la tercera entrega de la saga El padrino (1990). 

Además, según su propia versión, rechazó también el papel de Tom Cruise en Top Gun (1986) porque el filme le parecía "demasiado de derechas", algo curioso, teniendo en cuenta que al poco rodó Pájaros de fuego (1990); "una explotación evidente de la película más famosa del mundo sobre pilotos de caza cretinos", en palabras de los autores de este ensayo.

Este 2021, Cage tiene varias películas en posproducción o a punto de estrenarse, y parece bastante seguro que protagonizará una serie de ocho episodios para Amazon basada en la vida del controvertido Joe Exotic. Aun así, los autores de Las 100 primeras películas de Nicolas Cage tienen claro que su proyecto literario no existiría probablemente si no fuese por lo que ellos llaman “la explosión del fenómeno Cage en internet”. De hecho, durante la segunda década del nuevo milenio, la Red se inundó de parodias, homenajes y alusiones de toda clase al trabajo del actor. Algo que no siempre le ha parecido divertido a Cage, que se toma muy en serio a sí mismo. 

"Aparte de las risas”, apostilla Alcázar, “el fenómeno Cage en las redes tuvo un efecto positivo, y es que llamó la atención sobre toda la carrera de un actor que siempre ha tenido una manera de actuar distinta a la del resto de las estrellas de Hollywood. Podemos quedarnos en lo gracioso de algunos de sus momentos en pantalla, pero hay que reconocerle una valentía y una originalidad innegables. Creo que ni Torïo ni yo nos identificamos con una visión irónica de Nicolas Cage, pero eso no está reñido con que podamos admirarlo y reírnos con él al mismo tiempo".

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