Ya es octubre, las tiendas de Tiger han empezado a vender nuevas decoraciones y las plataformas de streaming se preparan para la llegada de Halloween con recopilatorios de las sagas de películas que más han marcado a los fans del terror, además de con algún que otro estreno para aquellos que buscan una nueva historia con la que entretenerse.
Entre ellas, la película Sangrientos dieciséis, estrenada el pasado 6 de octubre en Prime Video y con Kiernan Shipka (Las escalofriantes aventuras de Sabrina) como protagonista. Mezcla de Regreso al futuro y Scream, esta slasher de comedia narra el viaje en el tiempo de Jamie a 1987, cuando el grupo de amigas de su madre fue brutalmente asesinado por un hombre enmascarado mientras celebraban sus decimosextos cumpleaños.
Con la intención de evitar las muertes que traumatizaron a su familia, la protagonista intentará encontrar al asesino en serie antes de que cumpla con su objetivo. Para ello, deberá introducirse en el círculo de amigos de sus padres y, mientras intenta dar caza al enmascarado, descubrirá que no todo sucedió como ellos le habían contado.
'Sangrientos dieciséis': crítica de la película
Estamos aquí reunidos los amantes de las películas sobre viajes en el tiempo para ver de nuevo cómo una chica de dieciséis años vuelve al pasado y conoce la vida de sus padres cuando eran adolescentes. Sin embargo, esta vez, la relación amorosa entre estos jóvenes es lo de menos: lo importante aquí es que hay un asesino suelto que debe ser detenido antes de que consiga llevar a cabo los asesinatos por los que el pueblo es conocido 35 años más tarde.
La misma protagonista lo afirma al principio del filme. "¿Habéis visto la película Regreso al futuro? Básicamente estoy viviendo esa película ahora". Casi como si Kiernan Shipka nos estuviese diciendo "oye, sabemos que esto no es nada nuevo, solo queríamos divertirnos, divertíos y pegar algunos gritos durante el proceso". Y así ha sido.
Con una especie de "Marty McFly conoce a Ghostface" (la referencia a Scream tampoco falta, esta vez sin que los pobres de 1987 sepan a lo que se refiere con esa Drew Barrymore que resulta no ser la protagonsita), Sangrientos dieciséis no se convertirá en un clásico como los títulos de los que coge inspiración, pero tampoco parece pretenderlo. En su lugar, nos regala una comedia con toques de slasher que funciona perfectamente como entretenimiento para adolescentes.
La característica estética de los 80 es solo el envoltorio. Los chistes sobre el racismo y la incorrección política y burocrática de la época se suceden sin descanso, el cliché sobre los estatus sociales en el instituto marca la trama de la historia y las desagradables cuchilladas a las jóvenes víctimas la convierten en la comedia de terror que verán en Halloween todos aquellos que no son realmente amantes de pasar miedo porque sí para luego no dormir.
Kiernan Shipka vuelve a demostrar por qué lo suyo son las películas y series para adolescentes, esta vez sin magia ni amores de Navidad, y Olivia Holt encandila con su estética ochentera como la madre adolescente de esta y reina y bully del instituto. Hasta la participación de Randall Park y Julie Bowen, relegados a hacer de esos personajes que te hacen saltar de repente y decir "anda, la de Modern Family está aquí también", resulta entrañable.
Lo hemos visto mil veces y no por ello dejaremos de disfrutarlo mil veces más, sobre todo si la reutilización de esos recursos que nos sabemos de memoria resulta en una película como esta. Sin grandes sobresaltos, con alguna muerte inesperada, sin grandes explicaciones sobre la ciencia que lo hace todo posible y con jóvenes talentos como protagonistas, Sangrientos dieciséis es todo lo que esperas de ella cuando le das al play, y eso está bien.
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