Un piano que entra casi como un martillo, como un percutor. Un piano amenazante (adaptado de la banda de Michel Legrand para El mensajero, de Joseph Losey) que marca el ritmo en la presentación del triángulo protagonista: una actriz diva, altiva, que intenta no parecerlo tanto, aunque le sale regulero (Natalie Portman); una mujer, ama de casa, madre de familia más madura, que cecea, ultimando detalles de una fiesta en su hogar (Julianne Moore); el marido de esta, mucho más joven, inocente, calmado (Charles Melton). Una escena cualquiera en una residencia de suburbio sureño y un zoom a esa ama de casa pidiendo más perritos calientes.
El tono y el lugar en el que nos coloca Todd Haynes al principio de Secretos de un escándalo (el título en español ya preparaba) está cargado de cierto humor e incomodidad. Observar a esas dos grandiosas actrices medirse en egos, vanidad, poder y moralidad parecía que iba a ser algo muy serio, muy grandilocuente, muy intenso. Y lo es, mucho, trata temas relevantes y delicados hoy (desde la identidad al consentimiento), pero lo hace en una perfecta y justa medida entre la tensión y momentos de incluso llegar a reírte a carcajadas.
La primera parte del filme es ese tira y afloja de poder entre Moore y Portman. La última ha llegado hasta allí para aprender y absorber todo lo que pueda de la otra, a quien va a interpretar en una próxima película supuestamente seria (todo es meta por aquí). Moore es Gracie, carne de pantalla, porque algo más de dos décadas atrás, cuando tenía 36 años tuvo una relación con un alumno, de 13. Cumplió condena por ello cuando estaba embarazada de su primer hijo juntos, cuando salió de la cárcel, se casaron, y tuvieron otra hija (una historia basada a su vez en una historia real).
Siguieron viviendo en el mismo lugar, donde les señalaron, miraron, la prensa les machacó y hoy se han construido una realidad sostenida en la negación. Allí siguen también el exmarido y los hijos anteriores de Gracie. Todos hoy forman una extrañísima comunidad en la que o no se habla de lo que pasó o se habla casi con cariño. Pero la llegada de Elizabeth (Natalie Portman) no tarda en esquebrajar ese débil equilibrio. ¿Quién podrá más: la rastreadora de verdades que representa Elizabeth o la negadora de esas verdades que personifica Gracie?
Las dos, en cualquier caso, interpretan a mujeres incómodas, que no gustan, egoístas, dos caras de la misma moneda. Dos mujeres, un reflejo. Y entre ellas está Joe Yoo (la gran sorpresa del filme, Melton, a quien algunos conocerán de la serie Riverdale), a quien entre el inminente síndrome de nido vacío por la salida de sus hijos y las preguntas de Elizabeth le hacen replantearse su vida entera, su matrimonio, su consentimiento. De pronto, Haynes da un giro y nos hace fijarnos en él, ponernos de su lado. El (melo)drama está servido de forma entretenida (hasta divertida) y aparentemente superficial, aunque no lo es. ¿De qué lado ponerse? ¿A quién creer? La línea es fina, móvil y está alterada por los flashes de la prensa sensacionalista.
FICHA TÉCNICA
-
Director:
Todd Haynes
-
Género:
Drama
-
País:
Estados Unidos
-
Sinopsis:
Dos décadas después de que el romance entre Gracie y su alumno Joe escandalizara al país, está a punto de rodarse una película sobre su historia. La actriz Elizabeth Berry vivirá con la familia para entender mejor a Gracie, pero su presencia alterará la convivencia familiar que se ha mantenido estable durante tanto tiempo.
-
Guion: Samy Burch
Reparto: Natalie Portman, Julianne Moore, Charles Melton
Duración: 113 min.
Veredicto: El Todd Haynes más divertido con un reparto impresionante.
Distribuidora: Netflix
Estreno: 23/2/2024
¿Quieres estar a la última de todas las novedades de cine y series? Apúntate a nuestra newsletter.
Comentarios