Dakota Johnson ha hecho todo lo posible por alejarse de su experiencia "psicótica" rodando la saga Cincuenta sombras de Grey (2015-2018) y se ha ganado a la crítica con su trabajo en producciones indie y de autor como Suspiria (2018), La familia que tú eliges (2019) o Bailando por la vida (2022). Sin embargo, la actriz ha decidido volver ahora al Hollywood de alto presupuesto fichando por el género que domina la taquilla: la ficción de superhéroes.
Tras la saga Venom (2018) y Morbius (2022), Sony expande su Spider-Verso con la telaraña de Madame Web, primera apuesta protagonizada por una mujer, con una veterana de la televisión, S. J. Clarkson (Jessica Jones, The Defenders), detrás de las cámaras. Johnson se mete en la piel de Cassandra Webb, mentora vidente de ‘Spidey’, representada en las viñetas como una mutante ciega y paralítica de avanzada edad.
La película de Sony ahonda en el origen del personaje y nos trae a una Cassandra más joven que trabaja como paramédico en Manhattan. Tras sufrir un accidente de trabajo, obtiene la habilidad de la clarividencia y, a través de sus visiones del futuro, conecta con tres chicas destinadas a desarrollar poderes arácnidos.
Estas heroínas son Julia Carpenter (Sydney Sweeney), conocida por los lectores de los tebeos como Spider-Woman y futura Madame Web; Mattie Franklin (Celeste O’Connor), sobrina de J. Jonah Jameson y otra Spider-Woman en las páginas; y Anya Corazón (Isabela Merced), alias Spider-Girl, de origen latino. Juntas deben enfrentarse a Ezekiel Sims (Tahar Rahim), un explorador con poderes de araña, vinculado al pasado de Webb.
'Madame Web': crítica
Es prácticamente imposible salvar una película sin un buen guion. Se puede perdonar una dirección sin autoría, algo cada vez más habitual en el cine de superhéroes, o disimular unas interpretaciones perezosas. Sin embargo, un libreto flojo incapaz de sacar jugo a una extensa colección de tebeos desemboca irremediablemente en desastre.
Lo más frustrante de Madame Web es que en todas estas áreas se percibe el propósito de hacerlo bien. Lo vemos en las decisiones en dirección, desde los movimientos de cámara que nos ponen del revés para después darnos la vuelta, como si fuéramos una araña (aunque la calidad del CGI no acompañe), hasta una estética 'dosmilera' con una banda sonora que es un gozo millennial.
También lo vemos en la disposición de su elenco, capitaneado por Johnson en un papel rara avis, irónico y huraño, que le va como anillo al dedo. Incluso lo vemos en el guion, por momentos atinadamente cómico, sin miedo a reformular un personaje sin mucho bagaje en las viñetas para, además, usarlo como tela de araña que entrelaza la vida de otros héroes.
Todo ese potencial aleja a Madame Web del sinsentido de Venom: Habrá Matanza (2021) o el despropósito de Morbius (2022). Sin embargo, esa sensación constante de déjà vu que sufre la protagonista debido a sus visiones contagia el patio de butacas y sentimos inevitablemente que esta historia ya la hemos visto mil veces. Tal vez se deba a que la trama, perezosa y conformista, lejos de fingir saberse autoconsciente o jugar al despiste de la libertad creativa, se deja arrastrar descaradamente por el pesado sello de Marvel.
Madame Web es un amasijo de lugares comunes de la clásica historia de origen, una búsqueda fallida de virtuosismo visual, un pastiche de supeheroínas sin tiempo para brillar en un relato demasiado coral. Tiene buenas ideas, frases punzantes y ganas de hacerlo bien, pero todo ello no hace sino más dolorosa la certeza de que su potencial está desaprovechado.
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