El secreto del Coliseo de Roma: así ha conseguido mantenerse en pie más de 2.000 años

Coliseo de Roma.
Coliseo de Roma.
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Coliseo de Roma.

El Anfiteatro Flavio, más conocido como el Coliseo, se ubica imponente en el corazón de Roma, como un testigo vivo de la historia de la ciudad. Su origen se remonta al año 71 d.C., cuando empezó su construcción bajo las órdenes del emperador Vespasiano. Finalmente, se inauguró en el año 80 d.C con el emperador Tito, convirtiéndose en el mayor anfiteatro romano.

Casi dos milenios después, el Coliseo continúa en pie, solo con algunos daños provocados por el propio hombre o por fuertes terremotos e inundaciones. Los antiguos romanos se han ganado la fama de construir edificios realmente resistentes, pero ¿cuál es el secreto? Una reciente investigación consigue aclarar muchas cuestiones y entender cómo el Coliseo ha conseguido mantenerse en pie durante todo este tiempo.

La clave está en los materiales

Según la investigación llevada a cabo por científicos de universidades de Italia, Suiza y Estados Unidos, la clave se encuentra en la composición de la argamasa con la que levantaron las antiguas estructuras romanas. Esta mezcla estaba compuesta por un 88 % de ceniza volcánica y ahí está la clave.

Coliseo de Roma.
Coliseo de Roma.
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Para poder demostrarlo, los investigadores lograron hacer una reproducción de un bloque de cemento basada en el hormigón de los muros del Mercado de Trajano. Seis meses después, lo analizaron utilizando Rayos X y se dieron cuenta de que al mezclar la arena volcánica con la caliza se creaba un nuevo mineral: la estratlingita.

De este modo, se evita la aparición de microfisuras gracias al aglutinante de calcio-aluminio-silicato-hidrato y a la cristalización de la estratlingita, que también ayuda a preservar la cohesión a muy pequeña escala.

Este material tan resistente explicaría cómo los antiguos edificios romanos han logrado mantenerse prácticamente intactos a escala estructural durante casi dos milenios, como por ejemplo el Coliseo, el Mercado de Trajano, el Teatro de Marcelo, el Mausoleo de Adriano, el Panteón y las Termas de Diocleciano. Además, la composición del hormigón romano también ha sido capaz de absorber la energía de las sacudidas sísmicas del terreno.

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