El castillo abandonado en medio del bosque que triunfa entre los turistas

Paronella Park.
Paronella Park.
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Paronella Park.

José Paronella llegó a Australia desde Cataluña en 1913. Años después, en 1929, compró un terreno de poco más de 5 hectáreas a lo largo de Mena Creek, una localidad rural en el estado australiano de Queensland, y a partir de entonces, empezó a construir allí todo tipo de estructuras, incluido un castillo, para el disfrute del público. A día de hoy, el lugar está deshabitado y se ha convertido en todo un reclamo para los turistas.

Un centro de recreo para el público

Desde 1929, José Paronella y su mujer Margarita hicieron su sueño realidad y levantaron ellos mismos este complejo en medio del bosque. La estructura más antigua, la Gran Escalera, se construyó para facilitar el transporte de la arena del río para hacer el hormigón. En un primer momento, edificaron una pequeña casa para vivir y después, empezaron con el castillo, las cascadas, los puentes y un largo etcétera.

Paronella Park.
Paronella Park.
Mathias Calabotta / iStock

La pareja trabajó arduamente para lograr su objetivo final: un centro de recreo para el público, que finalmente abrió sus puertas en 1935. El teatro proyectaba películas todos los sábados por la noche; en el salón se celebraban bailes y fiestas; los visitantes disfrutaban de la piscina; el Museo Paronella albergaba colecciones de monedas, pistolas, muñecas…

Un duro trabajo de restauración para volver a la vida

Los propietarios actuales han tenido que llevar a cabo un duro trabajo de restauración. Durante mucho tiempo, el parque estuvo cerrado, ya que sufrió desde incendios hasta inundaciones. Sin embargo, gracias a las reparaciones, Paronella Park volvió a la vida de la mano de Mark y Judy Evans.

Paronella Park.
Paronella Park.
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Por ejemplo, se han vuelto a trazar los caminos, el museo está en continua mejora, se restauró el sistema hidroeléctrico… Además, a día de hoy todavía se puede disfrutar de la increíble colección de 7.500 especias de flora que plantaron José y Margarita. El parque se ha convertido en un hábitat increíble para cientos de variedades de aves, mariposas, peces y muchos otros animales.

Claramente, la joya de la corona del parque es su castillo. Esta estructura, ya deshabitada, emerge de entre la vegetación con sus fachadas y balcones cubiertas de plantas. Frente a él, los visitantes podrán disfrutar de una fuente con un bonito juego de luces y agua.

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