Azores y Madeira: playas, volcanes y cascadas en el paraíso portugués

Isla Sao Miguel.
Isla Sao Miguel.
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Isla Sao Miguel.

De una punta a otra, Portugal es un destino simplemente espectacular. Son infinitos los lugares que nos sorprenderán en el país vecino y nos harán volver una y otra vez. Eso incluye también sus islas, las Azores y Madeira, pequeños pedazos de paraíso que emergen entre la inmensidad del océano Atlántico y nos ofrecen naturaleza en estado puro, paisajes sobrecogedores y desconexión del resto del mundo.

Azores, nueve piezas del paraíso

La madre naturaleza decidió crear un auténtico paraíso en la tierra al que el hombre bautizó como Azores. Nueve islas son las que conforman este archipiélago, cada una con una esencia y una personalidad propia que merece la pena descubrir. Entre los viajeros la más popular suele ser la isla de São Miguel, que nos recibe con una gran frondosidad que explica por qué también se la conoce como “Isla Verde”. Alrededor de una bahía se extiende su capital, Ponta Delgada, la puerta de entrada al archipiélago, gracias a su aeropuerto internacional.

Isla Sao Miguel.
Isla Sao Miguel.
Andrea Zanchi Photography / iStock

Pero obviamente es la naturaleza del lugar lo que nos atrae de la isla. El lago de las Siete Ciudades y el de Santiago son los lugares más emblemáticos de São Miguel, y es que contemplar estas maravillas desde el mirador de la Vista do Rei es algo que roba el aliento. A ello le acompaña la presencia de los cráteres de los volcanes que yacen dormidos en estas tierras.

Pero vale la pena ir un paso más allá y aventurarse a las islas más desconocidas del archipiélago. “La isla de Faial contiene una gran variedad de atracciones que van desde paisajes volcánicos y marítimos hasta bosques”, detallan a 20minutos desde la Oficina de Turismo de la conocida como “Isla Azul”. El corazón de Faial lo ocupa la Caldeira, un cono volcánico de 2 kilómetros de ancho y 400 metros de profundidad, que nos recibe con una valiosísima flora endémica.

Ciudad de Horta en Faial.
Ciudad de Horta en Faial.
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Y junto a la ciudad de Horta, la capital, nos topamos con el Monte da Guía, un cono volcánico que forma acantilados, playas rocosas y bahías como las Caldeirinhas, la única área marina protegida de las Azores. Se trata de dos cráteres gemelos inundados por el mar: una zona perfecta para los amantes del submarinismo llena de cuevas sumergidas que explorar.

“Se pueden hacer de actividades como senderismo, paseos a caballo, avistamiento de aves y de ballenas, así como disfrutar de las playas y piscinas naturales”, comentan. Y es que pasar una jornada en la playa de Porto Prim y sumergirnos en su paisaje lunar único debería ser obligatorio en nuestra visita a la isla. En este sentido, “se recomienda pasar de dos a tres días si desea disfrutar de la mayoría de las atracciones que ofrece la isla”, nos aconsejan.

Isla Faial.
Isla Faial.
Andrea Zanchi Photography / iStock

Islas aún más desconocidas en Azores

Menos conocida y visitada es la isla Graciosa, apodada la “Isla Blanca”. Dentro de su espectacular paisaje volcánico destaca la Caldeira da Graciosa, un enorme cono de 270 metros de profundidad con tubos de lava, como Furna da Maria Encantada o Furna do Calcinhas, donde podemos penetrar en las entrañas de la isla.

Y a pesar del su reducido tamaño, Graciosa nos brinda muchas formas de explorarla. Grutas subacuáticas, barcos hundidos y una intensa vida marina hacen del lugar un edén para los submarinistas. Pero también destaca por tu turismo termal, y es que en la costa sureste encontramos el balneario de Carapacho y sus piscinas naturales de aguas terapéuticas que brotan a una temperatura de entre 36 y 40 grados. “Si se visitan solo los principales puntos turísticos, dos o tres días están bien, pero si uno quiere relajarse y ver la isla en detalle, se necesita más tiempo”, nos recomiendan desde la Oficina de Turismo.

Isla Graciosa.
Isla Graciosa.
Luis Pedrosa / iStock

Y llegamos ahora a punto más occidental de todo Portugal, la fascinante isla Flores. Su nombre no hace más que evidenciar la maravillosa naturaleza que encontraremos al llegar al lugar, marcada por el azul de las hortensias y el verde que cubre prácticamente toda esta tierra. Destacan “los Siete Lagos, cráteres de antiguas erupciones, siendo Funda el más profundo con 108 metros y Comprida el más largo”, nos explican desde la Oficina de Turismo de Flores.

Pero esta isla da muchísimo más de sí. “Las cascadas en la zona oeste son hermosas, como por ejemplo el Poço Ribeira do Ferreiro, con muchos saltos de agua que desembocan en un lago”, destacan. Para llegar hasta este mágico punto se tiene que recorrer un pequeño sendero de unos 600 metros de pura aventura entre la frondosa vegetación, mucha de ella endémica.

Cascadas en la isla Flores.
Cascadas en la isla Flores.
Andrea Zanchi Photography / iStock

Asimismo, es imprescindible la visita a la freguesia de Fajã Grande y sus aguas cristalinas donde nadar y relajarnos mientras disfrutamos del espectáculo del atardecer. Desde aquí podremos llegar hasta la cascada de Poço do Bacalhau, de 90 metros de altura.

Se puede llegar hasta Flores en ferry, pero la opción más recomendada es avión desde otra de las islas. “El número de días para la estancia debería ser entre 3 y 5”, aconsejan.

Isla Flores.
Isla Flores.
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La frondosidad de Madeira

El intenso azul del mar y el brillante verde de la vegetación se combinan a la perfección para regalarnos los bellos paisajes de Madeira. Son cuatro las islas que forman este archipiélago, con dos tercios de su superficie cubiertas por áreas protegidas. Bosques, playas, piscinas naturales, montañas, acantilados… todo esto y mucho más nos espera en este paraíso portugués.

En la isla principal y la que le da nombre al archipiélago encontramos la capital del territorio, Funchal. Esta ciudad de ambiente vibrante arrastra 600 años de historia a sus espaldas y nos ofrece un amplio abanico de actividades, desde un tranquilo paseo por su puerto hasta visitas a espacios verdes como el Jardín tropical de Monte.

Funchal.
Funchal.
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Y en el resto de la isla son muchos los rincones por descubrir, empezando por el mayor bosque de laurisilva del mundo, que podemos recorrer a través de sus senderos y 'levadas’ (canales de agua) y entrar en contacto con su fauna endémica. 

Por ejemplo, desde la Oficina de Turismo de Madeira, nos recomiendan la ruta de la Vereda da Encumeada, que comienza en el Pico Ruivo, la cumbre más alta de la isla, y continúa a través de paisajes volcánicos y frondosas áreas de bosque hasta el paso de Encumeada, donde nos deleitaremos con unas vistas espectaculares de todo el entorno. Otra opción aconsejada es la ruta de la Levada dos Cedros, no apta para quienes teman las alturas, y es que sigue la inclinada y vertiginosa ladera de la Ribeira da Janela.

Madeira.
Madeira.
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Pero eso no es todo, aquí también nos esperan lugares mágicos como las Cuevas de Sao Vicente, para adentrarse en las profundidades de la isla; Cabo Girao, con su inclinado teleférico y sus pasarelas de cristal sobre el abismo, o las piscinas naturales de Porto Moniz, creadas por la propia lava.

Por otro lado, al noreste de Madeira, se alza la isla de Porto Santo. Su costa norte, escarpada y abrupta, contrasta con la de sur, ocupada por una playa que se extiende a lo largo de 9 kilómetros con arena fina y dorada.

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