Así es la curiosa nariz electrónica diseñada para olfatear un billón de olores

Una compañía israelí ha desarrollado un dispositivo con un software de inteligencia artificial que 'huele' las distintas señales electrónicas de las bacterias mortales en los alimentos y, así, evitar infecciones alimentarias. 
El olfato del ser humano tiene menos capacidades que el de otros animales, pero sigue siendo muy complicado de imitar artificialmente.
El olfato del ser humano tiene menos capacidades que el de otros animales, pero sigue siendo muy complicado de imitar artificialmente.
Michael Burrows de Pexels
El olfato del ser humano tiene menos capacidades que el de otros animales, pero sigue siendo muy complicado de imitar artificialmente.

La nariz es el órgano del olfato y la entrada al sistema respiratorio y, según los expertos, dispone de cerca de 400 receptores olfativos que nos permiten detectar hasta un billón de olores diferentes. Los seres humanos lo tenemos menos desarrollado que otros animales, sin embargo, su capacidad sigue siendo enorme y replicarla artificialmente es muy complicada.

Hay equipos científicos que, pese al desafío que supone, han intentado crear prótesis que logren la experiencia sensorial de las narices humanas reales sin mucho éxito hasta el momento. No obstante, el avance en inteligencia artificial (IA) ha dado lugar a que existan investigadores que desarrollen unas narices electrónicas con sensores de alta tecnología que son capaces de detectar e informar de olores específicos con mayor precisión y velocidad que antes.

Una nariz artificial podría protegernos contra bacterias alimentarias.

Los que trabajan en el desarrollo de estas narices de laboratorio consideran que estas podrían ser muy útiles para la seguridad alimentaria. En la comida, puede haber bacterias potencialmente mortales, como la salmonella o la E. coli. El profesor Raz Jelinek, codesarrollador de una nariz electrónica llamada Sensifi y profesor de química en la Universidad Ben Gurion del Negev (Israel) afirma para la BBC que estos tipos comunes de bacterias "tienen su propia señal eléctrica" que una nariz artificial podría 'oler'.

De este modo, estos dispositivos podrían evitar que las personas ingieran productos en mal estado que podrían derivar en enfermedades letales. La empresa israelí para la que trabaja Jelinek (también llamada Sensifi) quiere ir más allá del billón de olores de las narices humanas. Sus versiones artificiales disponen de electrodos recubiertos con nanopartículas de carbono que detectan los olores o compuestos orgánicos volátiles (COV) que desprenden las bacterias, explican en el medio de comunicación.

Raz Jelinek, a la derecha, y su alumno Nitzan Shauloff, enseñan uno de los sensores de Sensifi.
Raz Jelinek, a la derecha, y su alumno Nitzan Shauloff, enseñan uno de los sensores de Sensifi.
BBC

El científico entrevistado asegura que las diferentes cepas de bacterias cuentan con una huella digital de COV distinta y emiten una señal eléctrica que Sensifi registra y analiza. En cuanto el dispositivo detecta dicha señal, lo envía a un sistema de software de IA que lo compara con su base de datos en constante crecimiento e informa al usuario de la calidad del alimento.

Con Sensifi, la compañía de Jelinek espera luchar contra las infecciones de la industria alimentaria. Modi Peled, el CEO, detalla que la mayoría de los casos de los productores de alimentos tienen que enviar muestras a un laboratorio para su análisis y esperar los resultados que tardarán varios días en llegar. Sin embargo, sus narices electrónicas dan resultados al momento y sin necesidad de transportar los datos, pudiéndose hacer el análisis en las propias empresas.

Según los desarrolladores de esta nariz, sus ingresos lo recibirán sobre todo del dinero que cobran por las tarifas de suscripción, pero apuntan que su producto como tal será "de bajo costo".

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