OPINIÓN

La última frontera del hombre y no es la de Portugal

Un hombre en calzoncillos, en una imagen de archivo.
Un hombre en calzoncillos, en una imagen de archivo.
GTRES
Un hombre en calzoncillos, en una imagen de archivo.

La característica propia que más ha marcado mi vida ha sido la curiosidad. Al gato lo mató porque debía tener curiosidad por las cosas peligrosas, pero como yo siento curiosidad por cosas que no matan, aquí me tienen, sano y sabio. Y modesto.

Esa curiosidad me llevó hace días a una charla, presentación, taller, reunión o como quiera llamarse de una empresa que tiene varias marcas de juguetes sexuales, como Womanizer, We-Vibe y Arcwave. El evento se llamaba Brunch y masturbación. Ahí ya me habían ganado. Es como si hacen un evento que se llama Sales millonario y con abdominales. Pues voy, claro.

También porque allí estaban algunas de mis personas favoritas, como la ginecóloga Miriam Al Adib Mendiri, las sexólogas Ana Lombardía y Ana Sierra y Mara Mariño, la bloguera de sexo de 20minutos y mejor persona. A mí esta gente me dice que se va a una casa embrujada llena de gente con motosierras y me voy con ellas.

El caso es que aprendí cosas interesantes sobre el ano, ese gran desconocido, esa zona a la que Simba no podía ir a explorar. Bueno, a ver, lo mismo lo conocemos, pero el caso es que le damos poco uso. Parte de la charla iba sobre el tabú de la estimulación anal y las zonas erógenas masculinas. Boom. ¡Por ahí ni el bigote de una gamba!, dicen algunos. Como que está la gamba deseando meterte ahí el bigote, no te jode.

Allí descubrí que el hombre ha llegado a todos los rincones del planeta, pero no ha llegado a su último rincón. Y es que, según contaba Lombardía, usar el asterisco masculino "parece que atenta con la masculinidad, parece que si te estimulan la zona perianal o los pezones eres menos hombre". De eso nada. A Hulk le tocas el frombehind y sigue siendo verde y musculoso. No es eso la válvula de desinflado.

"El hecho de estar concentrados en el pene limita su sexualidad", dice la sexóloga y que "los hombres se autolimitan por una cuestión sexual, pero cuando se abre el placer a otras partes del cuerpo se abre la puerta a la multiorgasmia masculina, que existe". Boom. Venga orgasmos, como una máquina de churros.

Uno de los chismes que me enseñaron era un estimulador de próstata llamado Vector+ de We-Vibe. Tiene un nombre como de luchar contra Iron Man, pero no, es pequeño, de silicona suave y se mete por el ojo de Orus. Iron Man sería más incómodo. (También nos enseñaron el primer vibrador de aire del mundo para el punto G femenino llamado Womanizer OG, pero ahí no entro porque no tengo punto G. Como mucho un punto negativo, que me los ponían en el colegio y aún me sobran).

Dice Lombardía que "estimulando la zona del punto P se puede llegar al orgasmo y es un tipo de placer que no tiene por qué ir unida a la erección". Dos cosas sobre esto: qué cachondo el que hizo el cuerpo humano poniendo eso ahí dentro, que lo pones en la rodilla, qué se yo, y está más a mano y por otro lado, orgasmo sin erección, el colmo de la vaguería bien llevada.

Pero… ¡Eso no lo hace ningún hombre! (Imagínese leer esto como King Kong golpeándose el pecho). Pues oh, sorpresa. "Cuando hablas con mujeres hetero muchas reconocen que se lo hacen a sus parejas [estimularles la próstata], pero a ellos nunca se les ocurriría decirlo en una reunión con amigos". La próxima vez que quedéis para unas cañas sabed que por estadística en vuestra pandilla hay alguno que tiene explorada la cruz del sur. Y sigue vivo y bien.

Ojo. Si os compráis un Vector+ lo bueno es que parece que te has comprado un juego de disparos para la Xbox. Y además, que no te metes en la compuerta oscura cualquier cosa. Desarrollar un nuevo juguete en We-Vibe puede llevar hasta 4 años y miles y miles de entrevistas a personas anónimas preguntándoles por sus gustos y pasiones y además, hay 10.000 personas en el panel de pruebas. 10.000 héroes y heroínas que se dedican a probar juguetes sexuales. Sí, ya he echado el currículum.

En fin, que en esta ocasión mi curiosidad me ha llevado a expandir mis horizontes, puede que sea una metáfora y los horizontes sean uno y redondo. Anímense, pregúntense, curioseen.

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