Alerta de la OMS: la exposición laboral de los bomberos es cancerígena

Bomberos luchan contra el fuego en un incendio declarado en el monte Penteli, al noreste de Atenas, Grecia.
Bomberos luchan contra el fuego en un incendio declarado en el monte Penteli, al noreste de Atenas, Grecia.
KOSTAS TSIRONIS / EFE
Bomberos luchan contra el fuego en un incendio declarado en el monte Penteli, al noreste de Atenas, Grecia.

La exposición laboral de los bomberos ha sido calificada como cancerígena por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), perteneciente a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Con esta decisión, que se ha producido después de muchos estudios científico, se cambia la clasificación anterior que apuntaba que esta era "posiblemente cancerígena".

Entre las investigaciones se destacan varios liderados por la Universidad de Ciencias de la Salud de Arizona en colaboración con el Departamento de Bomberos de Tucson (Estados Unidos), las cuales aportaron pruebas de que la exposición profesional como bombero provoca cáncer.

Jeff Burgess, uno de los autores de ese estudio que ha sido publicado en la revista científica The Lancet Oncology, ha comentado que el IARC, el principal organismo internacional de investigación sobre el cáncer, considera que la lucha contra el fuego está definitivamente asociada al cáncer

"Este es un resultado realmente importante que nuestra investigación ha ayudado a respaldar, pero también es sólo el principio. Ahora nos toca trabajar con el servicio de bomberos para ayudar a encontrar formas de prevenir este aumento del número de cánceres", ha enfatizado. 

Los resultados de estudio científico 

Además, los estudios encontraron pruebas consistentes de que la exposición profesional como bombero cumplía con cinco características clave de los carcinógenos, proporcionando un fuerte apoyo para la nueva clasificación.

En el mundo existen más de 15 millones de bomberos de todo el mundo que se encuentran expuestos a una compleja mezcla de productos de combustión procedentes de los incendios (hidrocarburos aromáticos policíclicos, compuestos orgánicos volátiles, metales y partículas), a los gases de escape de los motores diesel, a materiales de construcción como el amianto y a otros riesgos como el estrés térmico, el trabajo por turnos y la radiación ultravioleta y de otro tipo.

Además, el uso de retardantes de llama en los textiles y de contaminantes orgánicos persistentes, incluidas las sustancias perfluoradas y polifluoradas, en las espumas contra incendios ha aumentado con el tiempo.

Burgess ha considerado que esta nueva calificación hace aún más hincapié en la necesidad de reducir la exposición y de buscar otras formas de modificar los efectos que procuden. "Tenemos que averiguar cómo prevenir o revertir esos efectos, más allá de reducir las exposiciones", ha enfatizado. 

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