Expresiones como 'relaciones tóxicas' se están generalizando en el lenguaje español (junto a anglicismos y neologismos como gaslighting, ghosting o breadcrumbing) para referirnos a una serie de dinámicas de abuso que previamente estaban invisibilizadas o normalizadas como parte de los mecanismos del patriarcado, el sistema social cimentado principalmente en la discriminación de las mujeres.
En esencia, en lo que llamamos relaciones tóxicas (sean de pareja o de amistad) se reproducen comportamientos de abuso físico y emocional o ciertas mecánicas de dependencia emocional (no siempre sólo en las relaciones heterosexuales ni desde el varón hacia la mujer, aunque en este último caso cuenten con un importante componente estructural) que, según señala el profesor de psicología de la Universidad de Málaga José T. Boyano en el medio de divulgación The Conversation, generan un malestar crónico y destrozan la vida cotidiana de las parejas.
Las señales de las relaciones tóxicas
Estas formas de abuso, destaca el experto, "impiden que las personas puedan crecer y expresar libremente su afectividad. En la adolescencia es especialmente preocupante, porque en esta etapa resulta esencial relacionarse con libertad y vivir nuevas experiencias. La adolescencia es un laboratorio para ensayar relaciones afectivas".
De hecho, en casos especialmente graves, una relación de pareja tóxica puede constituir un entorno para los malos tratos y en un factor de riesgo del aislamiento social. De acuerdo con Boyano, a mayor dependencia se incrementa la probabilidad de violencia en el futuro de la pareja.
A menudo, los signos aparecen de forma gradual, de manera que son difíciles de detectar en las primeras etapas, y se vuelven más evidentes conforme la relación avanza y la dependencia entre los miembros de la pareja es mayor. En una escala, el experto expone que se desarrollan de la siguiente manera:
- Sentimientos de malestar: las discusiones son frecuentes, y una parte de la pareja se muestra claramente dominante. Esta dinámica, pese a ser disfuncional, termina por normalizarse.
- Dependencia emocional: la parte dependiente no concibe la estar sin esa pareja o amistad. Se genera una necesidad de contacto con la otra persona, incluso aunque cause sufrimiento.
- Conflictos continuos: las discusiones van siendo más habituales, y la ira se convierte en un elemento importante en la dinámica de la relación. Una persona termina cediendo completamente su iniciativa en favor de la otra, renunciando a hábitos e incluso a otras amistades o relaciones con familiares.
- Falta de comunicación: desaparece el respeto a las opiniones y el interés por escucharlas. se llega a ridiculizar y humillar en público a la otra persona. esto genera sentimientos de miedo, lo que lleva a inhibir la expresión de ideas personales.
- Mitos de amor romántico y creencias sexistas: en el caso de las parejas, representa la vertiente cognitiva del proceso. Se interiorizan ideas como que se necesita a la otra persona para estar completas: el mito de la 'media naranja'. Son ideas heredadas y culturales, a menudo difíciles de detectar, pero que guían el comportamiento.
- Celos y culpabilidad: los celos son comportamientos y emociones que buscan un control exclusivo de la otra persona. La persona celosa siente 'miedo' a perder al otro, que considera suyo. Este miedo se sobrepone a la confianza mutua y a la libertad para relacionarse de manera sana con otras personas fuera de la pareja.
- Control: especialmente tecnológico. La parte dominante quiere conocer qué hace la otra persona, a quién ve y con quién habla; llega a revisar el móvil o a conocer las contraseñas. También puede haber un monitoreo de la actividad en redes, que llega a ser motivo de conflicto.
- Luz de gas: el gaslighting es una forma de abuso emocional que niega sistemáticamente lo que dice la otra persona. Se ignoran sus percepciones y se pone en duda lo que ha visto o recuerda, llegando a provocar que cuestione su propia salud mental.
- Violencia psicológica: a menudo sutil e invisible, implica la entrada de lleno de la relación en el ámbito de los malos tratos. Consiste en un aumento en intensidad y frecuencia de todo lo anterior: control obsesivo, humillación o desvalorización, chantajes...
- Violencia física o sexual: En las primeras etapas se pueden arrojar objetos, dar portazos, gritar, producir lesiones o obligar o presionar a la otra persona para actos sexuales no deseados.
Cómo actuar
Actuar frente a las relaciones tóxicas puede ser muy complejo tanto para quien las sufre como para las personas del propio entorno: no sólo es necesario identificar las señales, sino que la propia víctima debe tomar conciencia de la situación (algo que los propios mecanismos de las relaciones tóxicas suelen dificultar). En muchos casos, puede ser incluso necesario el afrontamiento con ayuda profesional.
El objetivo, en cualquier caso, es generar un ambiente y un entorno que favorezca que la víctima cambie ciertas creencias erróneas (mitos románticos, ideas de dependencia, autopercepciones falsas inducidas por una autoestima dañada...) por otras más racionales. Se debe fomentar una forma de comunicación asertiva, que garantice el respeto de los derechos de la parte afectada.
Al final, remarca el experto, la persona debe sentirse respetada, hablar con su propia voz y pueda vivir en todo momento la vida que desea, tal y como la desee.
Referencias
José T. Boyano. Diez señales para detectar relaciones tóxicas en adolescentes. The Conversation 82023). Consultado online en https://theconversation.com/diez-senales-para-detectar-relaciones-toxicas-en-adolescentes-216960 el 14 de diciembre de 2023.
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