El lado bueno del escepticismo: cómo puede ayudarnos poner en duda la verdad o eficacia de algo

  • Una de las grandes ventajas del escepticismo es ayuda a las personas a no conformarse y a querer ver más allá.
  • Tiene la capacidad de estimular intelectualmente a quien lo practica. "Todos los científicos son escépticos porque no se conforman con lo que todo el mundo ve o dice", dice la filósofa Marta Larrauri.
  • Quince estrategias que pueden ayudarnos a gestionar la frustración.
La corriente filosófica del escepticismo nació en la antigua Grecia entre los siglos IV y III antes de Cristo.
La corriente filosófica del escepticismo nació en la antigua Grecia entre los siglos IV y III antes de Cristo.
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La corriente filosófica del escepticismo nació en la antigua Grecia entre los siglos IV y III antes de Cristo.

Fue Sigmund Freud quien dijo que “el que se considera un escéptico hará bien en mirar de vez en cuando su escepticismo con escepticismo”. Sin embargo, el escepticismo - definido por la RAE como la “desconfianza o duda de la verdad o eficacia de algo”- también es valorado por los expertos como una poderosa herramienta para enfrentarse a determinadas situaciones.

Pero antes de ahondar en ello, ¿cuál es el origen de esta corriente de pensamiento? El término escepticismo, etimológicamente, proviene del griego y está formada por la palabra ‘skeptikós’ (traducido como 'el que examina') y el sufijo ‘ismo’, que indica que se trata de una doctrina, teoría y sistema.

Su origen, por tanto, lo encontramos en la antigua Grecia y el primer pensador que desarrolló esta corriente filosófica fue Pirrón de Elis entre los siglos IV y III antes de Cristo. Influenciado por los gimnosofistas, filósofos indios que practicaban el ascetismo, Pirrón defendía la duda porque creía fervientemente que el ser humano no dispone de capacidad suficiente para encontrar verdades absolutas.

Hoy en día, el escéptico sigue defendiendo los mismos principios. Es aquella persona que no se cree o que pone en duda todo lo que le cuentan. Por su parte, en el campo científico el escepticismo es sinónimo de empirismo: para demostrar la veracidad de las cosas han de ser probadas a través de la investigación. Aún así, el pensador escéptico sigue dudando pues defiende cada persona se ve influenciada por sus propias percepciones sensoriales.

¿Cómo puede entonces ayudarnos en nuestra vida diaria cultivar el escepticismo? La filósofa Marta Larrauri explicaba hace algún tiempo en el programa Para Todos de La 2 que a pesar de la falsa creencia de que el escepticismo lleva al desencanto puede influir justamente para todo lo contrario: “La escuela filosófica de los escépticos intentaba combatir el desencanto, para lo cual hacía un análisis de que ese desencanto o esa desilusión era fruto del hecho de que las personas se ilusionaban. Por tanto lo que habría que desterrar es esa ilusión excesiva que luego puede llevar al desencanto. El escéptico, curándose en salud, enseñaba de qué modo se podía ser para combatir el furor de tener certezas”.

La experta también señala que cuando se habla de escepticismo no se trata de dudar de todo sino de analizar: “Lo que hacen las personas escépticas es analizar o examinar todas las cuestiones y las someten a un grado de duda. Por ejemplo, todos los científicos son escépticos porque no se conforman con lo que todo el mundo ve o todo el mundo dice. Galileo, frente a lo que todo el mundo veía en los cielos, dijo: ‘quizá hay algo más y no tengo por qué aceptar ese grado de evidencia que acepta todo el mundo’. Vio otras cosas gracias al análisis que hizo, a dudar que era eso exactamente lo que había’. Por lo tanto, una de las grandes ventajas del escepticismo es ayuda a las personas a no conformarse y a querer ver más allá.

Para la profesora de Filosofía ser escéptico también nos permite dejar de lado lo que creemos como evidente para analizar las cosas: “Vale la pena dar un paso atrás, suspender el juicio, para pensar y analizar las cosas a la luz de distintas comprobaciones y con eso llegar a ser mucho más libres y felices”.

Por su parte, Francis Fernández en su blog La soportable levedad habla también de esta capacidad del escepticismo para estimular intelectualmente a quien lo practica: “Nietzsche afirmaba que todo gran intelecto comienza con el escepticismo, y no hay nada como dar rienda suelta a esa arma de destrucción masiva de las mentiras y la ignorancia. Todo conocimiento comienza con la duda, y aunque no termine en ella, no debemos tener ningún problema en guardar siempre algún resquicio de duda, por si acaso. Un filósofo y matemático francés del siglo XIX, Jules Tannery, lo tenía meridianamente claro: Es difícil encontrar un sabio que no sea escéptico: el sabio sabe tan poco, y sabe cuánto esfuerzo le cuesta aquel poco. Dudar como antesala de la búsqueda del conocimiento es arduo, es mucho más fácil creerte todo lo que te dicen”.

Para el filósofo, habitual de las páginas de El Independiente de Granada, el escepticismo también es una importante herramienta para enfrentarse a aquellos que puedan querer aprovecharse de nuestra buena fe. “Hay muchas maneras de llegar a convertirte en un escéptico sano, una de ellas es la experiencia de aquellos que nacen con buen corazón y tienden a creer todo lo que la gente le dice. La experiencia debería enseñarnos a mantener una razonable distancia con aquellas afirmaciones que solo nos dicen lo que queremos oír, o la precaución que necesitan las personas con buenos sentimientos que no creen que nadie tenga mala intención”.

Sin embargo, también deja abierta la puerta a una reflexión: dudar de todo es sano siempre que no se caiga en la irracionalidad y el fanatismo. “Una cosa es dudar sobre una afirmación científica, que tenga la posibilidad de ser corregida en algún momento, digamos que los efectos secundarios de las vacunas, que dependen de los resultados de miles de ensayos, pruebas, y factores médicos de cada población, otra diferente, tragarte que las vacunas no resultan seguras y eficaces en su inmensa mayoría, que llevan chips para controlarte el cerebro, o que el 5G es un arma de control de cuatro iluminados que desean dominar el mundo. Entre la precaución y la búsqueda de pruebas para respaldar una verdad, y la irracionalidad de no creerte nada, hay una línea muy gruesa que solo la estupidez puede ver como muy fina”.

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