Nacional

Podemos pone en marcha su maquinaria electoral mientras Díaz insiste en rechazar una "sopa de siglas" que opaque la marca Sumar

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, y la líder de Podemos, Ione Belarra.
EFE

Comienza un nuevo curso político que se prevé más agitado, si cabe, que el último. Con un horizonte en el que se dibujan las elecciones municipales y autonómicas, primero, y las generales, después, los partidos van a sumergirse en una larga precampaña electoral, y Podemos anunció este lunes la puesta en marcha de un comité electoral para preparar los comicios locales y regionales entre las direcciones autonómicas y la nacional del partido. Las generales, previstas para diciembre del año que viene, son otro cantar: los morados apuestan por una coalición de igual a igual con Sumar, la plataforma de la vicepresidenta Yolanda Díaz, pero ella insiste en que no quiere una "sopa de siglas" y apuesta por una plataforma donde Podemos debe estar presente, pero sometido a su marca y su liderazgo.

La puesta en marcha de un comité electoral es un primer paso que permitirá a Podemos planificar con tiempo sus candidaturas, pero también tomar posiciones de cara a la negociación con IU para presentarse en coalición a esas elecciones, previstas para mayo del año que viene. La idea de los morados es mantener la alianza con IU en el mayor número de plazas posible, pero lo cierto es que las relaciones entre ambas fuerzas son muy diferentes según el territorio y, además, a nivel general no pasan por su mejor momento después del duro enfrentamiento que tuvieron al negociar la candidatura para las pasadas elecciones de Andalucía, que se saldó con un sonoro batacazo.

La planificación electoral de Podemos, además, se verá inevitablemente influida por el papel que juegue en los comicios locales y autonómicos la vicepresidenta Yolanda Díaz, que es todavía una incógnita. Díaz ha dejado muy claro que Sumar, la plataforma que lanzó en julio y que podría acabar derivando en una candidatura a las elecciones generales, no se presentará a las urnas en mayo. Pero eso no quiere decir que la dirigente no vaya a tener, inevitablemente, un rol protagonista como líder de Unidas Podemos de cara a esos comicios, aunque su entorno asegura que aún no tiene decidido hasta qué punto se implicará.

En cualquier caso, la conformación de las candidaturas -que es uno de los objetivos del comité electoral que ha puesto en marcha Podemos- no va a ser un camino de rosas. El precedente andaluz de junio no es halagüeño: allí, los morados se sintieron arrinconados por la presión conjunta que ejercieron IU y Más País -el partido de Íñigo Errejón- para imponer a Inma Nieto, militante de IU, como candidata de la coalición, y las negociaciones fueron tan tensas que acabaron con Podemos legalmente fuera de la alianza: IU asegura que Podemos no llegó a tiempo para incluir su nombre en la alianza "por llevar al límite los tiempos del registro", mientras el partido de Ione Belarra culpó a sus socios de haber cometido un "error material" entregando un formulario erróneo.

La relación de Podemos con Díaz ya venía tocada desde antes de esa polémica, pero el choque en Andalucía contribuyó a empeorarla porque fue la vicepresidenta quien, en el último momento, decantó la balanza y señaló a Nieto, de IU, como candidata en detrimento de Juan Antonio Delgado, la opción defendida por Podemos. Ese choque dejó una profunda herida en la relación entre los dos principales partidos de Unidas Podemos que está lejos de cerrarse y que se ha traducido en una pérdida drástica de confianza entre las cúpulas de ambos partidos. La relación no está rota, ni mucho menos, pero ha dejado de ser fluida, y buena prueba de ello fue el cese hace unas semanas de Enrique Santiago, líder del PCE, como número dos del Ministerio de Derechos Sociales que lidera Ione Belarra.

La pugna por el poder interno

Pese a esta tensión, tanto Podemos como IU aseguran -al menos por el momento- que su intención es mantener su alianza en tantas comunidades y ayuntamientos como sea posible, aunque hay lugares como Asturias o Navarra donde las dos formaciones han concurrido por separado desde que Podemos fue fundado en 2014. Así lo expresaba este lunes el portavoz morado Pablo Fernández, que aseguraba que la intención de su partido es "ensanchar y fortalecer el espacio de Unidas Podemos" para "obtener la mejor representación posible en las elecciones".

Las generales, por el contrario, son harina de otro costal. Para empezar, porque ahí Díaz -si finalmente se decide a ser candidata- sí tendrá mucho más que decir de cara a diseñar las candidaturas. Y, además, porque la concepción que tienen Podemos y la vicepresidenta de cómo debería ser ese frente amplio es radicalmente opuesta: Díaz concibe Sumar como una plataforma donde las formaciones deben estar presentes, pero quedar subsumidas bajo su marca y su liderazgo, mientras el partido morado quiere una alianza en pie de igualdad con Sumar, como dos organizaciones con el mismo peso, dos "aliados electorales", el término que se encargó de resaltar este lunes Fernández.

Ese formato de coalición es el que han utilizado los últimos años Podemos e IU para aliarse bajo la marca Unidas Podemos, en la que la fuerza morada controla la mayor parte del poder. Pero esa fórmula de varios partidos coaligados bajo el mismo paraguas no convence en absoluto a Díaz, que, para empezar, no ha puesto en marcha un nuevo partido, ya que Sumar es una asociación para vehicular la gira que la vicepresidenta está llevando a cabo por España, que ella llama "proceso de escucha". Este lunes, de hecho, Díaz insistió en que no quiere que su proyecto sea "una sopa ni una suma de siglas", un rechazo expreso a la oferta de Podemos de celebrar una coalición.

La razón principal de esta pugna es, simple y llanamente, que tanto Díaz como Podemos, IU y Más País están ya dando la batalla para tener el mayor peso posible en el espacio con el que la izquierda a la izquierda del PSOE se presente a las próximas generales. Tener mayor poder interno supone disfrutar de mayor capacidad de decidir puestos, utilizar recursos y, sobre todo, tener mayor capacidad de marcar líneas políticas en el frente amplio. Y ahí el actor que más tiene que perder frente a Díaz es Podemos porque, hasta ahora, ha sido sin discusión el partido mayoritario a la izquierda del PSOE.

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