La limpieza de nuestro hogar es una obligación sea cual sea la época del año. En España, la tarea más odiada es la de planchar, pero tampoco nos agrada tener que limpiar los cristales, deshacernos de las manchas más difíciles de la ropa (por mucho que contemos con trucos de expertos) o sacar el lavavajillas. En todas estas labores, hay que prestar atención a todos los detalles y a las zonas que pasan más desapercibidas. Con ello, podremos retrasar las limpiezas generales, a pesar de que hay algunas que deberíamos realizar con frecuencia para asegurar la higiene de nuestro hogar.
El techo, por ejemplo, es una de las áreas que pasa más desapercibida y que, sin embargo, podemos limpiar fácilmente con ayuda de las escobas verticales. A esta lista de zonas olvidadas, podemos añadir las juntas de los azulejos, la vitrocerámica en profundidad, el fregadero de la cocina... En estas últimas especialmente, la grasa y la suciedad acumulada complican las labores de limpieza, por lo que dejar estas zonas impolutas requiere de paciencia... ¡y de los aliados adecuados! Uno de ellos puede ser la piedra blanca, un producto capaz de limpiar muchas superficies, incluidas las que después vamos a manipular alimentos, puesto que está formulado con activos de origen natural.
Tampoco tiene olor ni componentes tóxicos, por lo que su uso en la cocina está recomendado. Además, está diseñada con una fórmula abrasiva que es la encargada de limpiar y desengrasar con resultados óptimos. También puede emplearse para limpiar las ventanas (¡óxido incluido!), el baño, los metales, los utensilios de cocina y hasta los restos de quemado si hemos tenido un pequeño percance con las ollas. ¿A qué te han entrado ganas de tener piedra blanca como único producto de limpieza? La más vendida de Amazon incluye esponja para aplicar el producto y, según las opiniones de los que ya la han probado, es muy efectiva.
Cómo limpiar la casa con piedra blanca
Para aplicar este producto, necesitamos una esponja humedecida con agua. Para que la limpieza sea más efectiva, la arriba destacada incluye una. Aplicamos sobre ella la solución que hemos comprado y frotamos hasta que obtengamos una espuma. Para las superficies que requieran de un trabajo más insistente emplearemos la cara más áspera de la esponja.
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