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Yolanda Díaz lanzará su proyecto en abril y se da seis meses para construirlo sin perder de vista las mareas gallegas

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en el Congreso.
EFE

El "proceso de escucha" que la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, ha anunciado que pondrá en marcha para decidir si se presenta o no a las elecciones generales de 2023 ya tiene fecha de inicio: abril o, como tarde, principios de mayo. Así lo confirman fuentes próximas a la propia Díaz después de que ella anunciara hace unos días que su plataforma echaría a andar en "primavera". Y si la también ministra de Trabajo decidiera finalmente concurrir a las elecciones, su entorno deja caer que ya tiene experiencia en dar forma a "herramientas líquidas" con una nueva marca y estructuras orgánicas distintas a las de los partidos que las integran, y mencionan expresamente a las mareas gallegas como posible referente.

En una entrevista en el programa de TVE La noche en 24 horas, Díaz desveló que ese "proceso de escucha" en el que quiere embarcarse a partir de abril durará unos seis meses, hasta octubre o noviembre. Esa hoja de ruta tendrá lugar por toda España y estará compuesta por actos de diferentes formatos, muchos de ellos simples reuniones públicas con colectivos. Y será tras ella cuando Díaz decida "lo que debe de hacer" dentro de ese espacio "diferente", explicó en esa entrevista, en la que insistió en una idea que ya había expresado con anterioridad: que el proyecto no se limitará a apelar a los votantes a la izquierda del PSOE, sino que aspira a ser de "mayorías". 

Se trata de una apuesta por recuperar la estrategia transversal de los inicios de Podemos, habida cuenta de que la coalición del partido morado con IU no acaba de despegar en las encuestas pese al liderazgo de Díaz. Pero no solo eso: la vicepresidenta apuesta por una renovación integral de "un proyecto de país" que trascienda Unidas Podemos. No es que Díaz quiera acabar con Podemos, pero sí subsumirlo, como lleva meses planteando, en un nuevo proyecto con otro nombre y en el que la estructura del partido morado no sea la columna vertebral.

Esa apuesta ya perfila las futuras tensiones entre Díaz y, especialmente, la dirección de Podemos, que desde su fundación y hasta ahora ha ejercido de actor principal e indiscutible en torno al cual se han movido el resto de los actores de su espacio político, como IU o Equo, en su momento. De hecho, el ex secretario general morado, Pablo Iglesias, ya planteó hace unas semanas la necesidad que, a su juicio, existe de reforzar Podemos y "armarse para la batalla ideológica sin complejos". Todo lo contrario a lo que propone una Díaz que aspira a superar tanto las siglas moradas como, sobre todo, el papel hegemónico que ahora mismo juega a la izquierda del PSOE.

Para eso no hay un formato claro y ni siquiera un proyecto aún concebido, dado que, para empezar, ni siquiera ha comenzado el "proceso de escucha" de Díaz. Pero fuentes próximas a la vicepresidenta mencionan que ésta, desde sus inicios políticos en Galicia -hace apenas unos años-, nunca ha tenido especiales problemas ni en cambiar las marcas ni, especialmente, en crear nuevas organizaciones con órganos ajenos a los de los partidos que las integran para mejorar las perspectivas electorales, algo que encajaría con su actual mensaje de que las formaciones pasan demasiado tiempo enfrascadas en sus asuntos internos.

Las mareas municipalistas gallegas

Buen ejemplo de esta forma de proceder fue la construcción de candidaturas municipalistas a lo largo y ancho de toda España en 2015 al calor del auge de Podemos, pero que no tomaron su marca. En Galicia, estas marcas pudieron agrupar en buena parte de las ciudades más importantes a una parte del nacionalismo progresista y a las formaciones a la izquierda del PSOE. Y lo hicieron sin tomar la marca de ninguno de los partidos que las integraban y, especialmente, sin que ninguno de ellos tuviera la batuta de la dirección en solitario.

Es el caso, por ejemplo, de Compostela Aberta, la formación que ganó las elecciones en la capital gallega en 2015 y que consiguió la Alcaldía de la mano de su entonces líder, Martiño Noriega. Compostela Aberta estaba apoyada por Anova -partido al que pertenecía el propio Noriega-, Podemos, IU y Equo, y en las listas había representantes de la mayoría de ellos. Pero la formación se constituyó jurídicamente como un partido separado con un grupo de dirección propio, pese a contar con apoyo y coordinación con el resto de fuerzas.

Uno de los peligros de esos formatos, no obstante, es la tensión que puede generarse entre los partidos que componen y apoyan la marca principal y las estructuras y liderazgos de esta. Así pasó en En Marea, la traducción para las generales y autonómicas de la alianza entre Anova, Podemos, IU y Equo con otros colectivos y las propias mareas municipalistas, que tuvo una irrupción fulgurante en 2015 y acabó disolviéndose en 2020 tras profundos problemas internos que llevaron a su ruptura.

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