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Desprecios, acoso laboral, chistes... las microhomofobias diarias que sufre el colectivo LGTBI

Más de la mitad (55%) de los delitos de odio que se comenten contra el colectivo LGTBI no se denuncian.
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Una pareja se besa apoyada en una pared una noche cualquiera en el centro de Madrid. Un hombre, que va acompañado de varios amigos, se les acerca y les grita: "¡No podéis hacer esto aquí, ¿y si lo viera mi hija pequeña?". La situación se acaba tornando violenta y la pareja termina refugiándose dentro de un portal.

Esta escena, aparentemente inconcebible, solo tiene un motivo: la pareja la forman dos personas del mismo sexo.

"Estoy convencido de que ese muchacho borracho, al segundo, se había olvidado de lo que había hecho y, a mí, el mal sabor de boca no es que me durara esa noche, es que a lo mejor me duró una semana", declara Enrique, de 32 años y víctima de aquella agresión. "A veces, con un gesto, con una mirada, con una palabra, solo con un insulto es que te joden el día, la semana y el mes y no hay derecho".

Un insulto por la calle, ofertas de trabajo o de alquiler rechazadas sin motivo aparente, carreras laborales que se truncan o simples chistes por la espalda. La vida cotidiana de las personas LGBTI está marcada por episodios de discriminación que pasan generalmente desapercibidos, incluso en una sociedad que se percibe habitualmente tolerante como la española.

El asesinato de Samuel Luiz del pasado 3 de julio ha desatado una oleada de denuncias en las redes sociales que ha puesto al descubierto una homofobia latente.

"Ante un caso tan brutal, la violencia que no es tan directa o tan fuerte sale a la luz", declara Rubén López, director del Observatorio Madrileño contra la LGTBIfobia. "Estos episodios te quitan la confianza, te quitan las ganas de relacionarte con la gente, te hacen ser más introvertido, tener miedo… aunque suene como una chorrada no lo es porque te han atacado en lo más íntimo de ti por ser quién eres y eso se te queda para siempre".

Inmunizados desde la infancia

Para muchas personas con una orientación sexual diversa la discriminación empieza desde la adolescencia o incluso la infancia, haciendo que ellos mismos normalicen este tipo de situaciones y no den el paso de denunciar. Es el principal motivo para que este fenómeno sea imposible de cuantificar.

La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB) denunció, el pasado mes de mayo, que más de la mitad (55%) de los delitos de odio que se comenten contra el colectivo LGTBI no se denuncian.

Víctor, también de 32 años, ha sufrido situaciones similares a la que describe Enrique. Una vez, al besarse con otro chico en la calle en Madrid, una mujer empezó a gritarles que había "niños delante". Ese día, prefirió simplemente evitar el conflicto y marcharse. Unos años antes, en una discoteca, un cliente del local le pidió agresivamente que parase de besarse con otro hombre. Entonces, reaccionó retándole a que le golpease, pero la respuesta del resto de personas del local evitó que la situación fuese a mayores. En ningún caso decidió denunciar.

"Lo podría haber hecho, pero minimicé la historia, al final, parece que si no te pegan no estás legitimado para denunciar", admite Víctor. "Igual ahora tengo menos miras para hacerlo, llega un momento que, ante un ataque tan bestia como el de Samuel, ahora tenemos menos remilgos para denunciar y para decir que no voy a volver consentir nada así".

El lento proceso de relacionar acoso y homofobia

Fito Ferreiro, de 58 años, sí decidió dar el paso. Su discriminación se dio en el puesto de trabajo cuando, este cámara con experiencia cubriendo conflictos armados como el de Afganistán, Bosnia o Timor del Este, empezó a sentir que iba siendo relegado a trabajos menores que, mucha veces, no llegaban ni a emitirse.

"Al principio no lo asocias al acoso, sino a que profesionalmente no eres tan bueno. Pero luego te das cuenta de que no. Es un proceso lento", declara Fito, que relacionó la situación con una discriminación por su orientación sexual gracias a su psicólogo y el abogado que contrató para demandar a su empresa. "A petición de mi abogado, escribí un relato sobre mis problemas para construir una demanda de acoso y es cuando te empiezas a dar cuenta de lo que te pasa".

Fito sufrió discrimanción laboral y decidió poner una demanda al relacionarla con su activismo LGTBI.
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"Siempre nos tenemos que esforzar mucho más en cualquier faceta de nuestra vida para demostrar que somos iguales a los demás"

El punto de partida de todo fue cuando se convirtió en una figura pública en el activismo LGTBI en 2005. Empezó a relacionar entonces el momento en el que se trunca su carrera con las risas en los despachos de sus jefes mientras veían sus intervenciones en televisión, los chistes por los pasillos, los desprecios...

"Estamos acostumbrados a que haya malas miradas, a que haya ciertos comentarios, a que siempre nos tenemos que esforzar mucho más en cualquier faceta de nuestra vida para demostrar que somos iguales a los demás", declara Fito.

Las grandes discriminadas

Hombres homosexuales cisgénero -término que se opone al de transgénero- como Enrique, Víctor o Fito son los que registran un mayor número de episodios de discrimnación, pero son los y las trans los que la sufren en una mayor proporción.

"Para alquilar una habitación en Barcelona, estuve seis meses hasta que alguien me dijo que sí y esto sin problemas económicos, con una buena nómina para pagarlo, no había razones para rechazarme", declara Silvia Sicore, una mujer trans de 56 años.

Silvia tuvo que lidiar con numerosas trabas burocráticas hasta que consiguió cambiar su nombre en el DNI.
Silvia
"Ahora, al recordarlas, me hacen gracia, porque soy una persona muy positiva, pero, cuando las vives, son un fastidio. Tienes los mismos derechos que todo el mundo, pero no puedes ejercerlos"

Silvia logró cambiar su nombre en el DNI en 2019. Su aspecto ya era totalmente el de una mujer desde hacía mucho antes y esto le generó numerosas trabas con la Administración. Alquilar un coche, cambiar de centro médico o incluso votar en unas elecciones resultaba problemático con un DNI en el que ni su nombre ni su fotografía se asociaban a simple vista con su imagen.

"Ahora, al recordarlas, me hacen gracia, porque soy una persona muy positiva, pero, cuando las vives, son un fastidio", declara Silvia. "Tienes los mismos derechos que todo el mundo, pero no puedes ejercerlos".

La lesbofobia invisibilizada

Una de las discriminaciones contra el colectivo LGTBI más invisibilizadas es la que sufren las mujeres lesbianas. Numéricamente, es el grupo que registra un menor número de denuncias, pero la FELGTB determinó en un informe que una de cada 4 mujeres mujeres lesbianas, trans o bisexuales ha sufrido discriminación en el trabajo.

Para Cristina, todo empezó con la discriminación hacia la que era entonces su pareja y compañera de trabajo. Los insultos, el vacío, la bromas y el maltrato psicológico hicieron que su pareja acabara abandonando la empresa. Al denunciar ella lo que había ocurrido, el mismo proceso comenzó con ella. Finalmente, ella también dejó el trabajo, pero la discriminación sufrida le acompañó durante años.

Cristina sufrió discriminación en su trabajo y, posteriormente, evitó hablar de su orientación sexual en sus siguientes empleos.
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"Separas la vida personal del trabajo, hasta que eres consciente de que es imposible, tú eres tú en todos los ámbitos"

"Te afecta porque yo hubo mucho tiempo que no hablaba de ello en mi trabajo, hay una parte de ti que no es que la ocultes, dices: 'No son mis amigos, son gente con la que trabajas'. Separas la vida personal del trabajo, hasta que eres consciente de que es imposible, tú eres tú en todos los ámbitos", explica Cristina. "Uno de los principales problemas que vivimos las mujeres lesbianas es nuestra invisibilización".

Aumento de la discriminación

El aumento de las denuncias de casos de discrimnación contra el colectivo LGTBI ha generado la percepción de que la homofobia, la transfobia o la lesbofobia podrían estar en auge en España en los últimos años. ¿Es solo una percepción o es una tendencia real?

"Sí creo que la situación está empeorando", declara Víctor. "Ahí están las estadísticas de que han aumentado las agresiones y creo que tiene que ver con la salida del armario de la extrema derecha y con que se haya empoderado hasta el punto de que las opiniones que antes eran políticamente incorrectas ahora se puedan verter con total naturalidad".

"Sí que estamos viendo un aumento, porque cuando eres más visible estas mas expuesta para lo bueno y para lo malo", opina, por su parte, Cristina. "Las libertades y avances que hemos conseguidos en los últimos años hace que estemos más expuestos y hay un avance de la extrema derecha que van en contra de la libertad y el respeto de los derechos humanos".

En la misma línea, Rubén López, del Observatorio Madrileño contra la LGBTIfobia, considera que "la violencia es más visible al mismo tiempo que nosotro también somos mucho más visible". López, además, advierte sobre un repunte en los meses posteriores al confinamiento: "Todo el mundo ha vivido en una burbuja, el intolerante no estaba acostumbrado a ver una pareja de chicos andando por la calle agarrados de la mano, de repente, nos ve, y quizás ahora le sobresalta más".

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