Los genes también influyen en el riesgo de padecer un ataque al corazón: la revista científica británica Nature Genetics recoge este domingo en cinco artículos diversas variantes genéticas que predisponen a padecer ese daño cardíaco.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Lubeck (Alemania) ha localizado una susceptibilidad en el cromosoma 3, en concreto en un gen que se expresa de forma intensa en el sistema cardiovascular y puede estar implicado en la adhesión celular.
Otro grupo, esta vez del Institut National de la Santé et de la Réchérche Médicale de París, ha descubierto un grupo de variantes que abarca tres genes del cromosoma 6. Uno de esos genes codifica una lipoproteína conocida por ser un factor de riesgo de la enfermedad de la arteria coronaria.
En el tercer estudio publicado, llevado a cabo por científicos japoneses, se explica que una variante del gen BRAP está asociada con el riesgo de infarto de miocardio. Ese gen se une a otras dos proteínas que los investigadores, dirigidos por Toshihiro Tanaka, ya habían relacionado con el riesgo de padecer infarto de miocardio.
Los investigadores sugieren que esas proteínas podrían estar implicadas en los procesos de inflamación. Otra investigación, del Myocardial Infarction Genetics Consortium, ha encontrado tres localizaciones genéticas que aumentan la probabilidad de sufrir un ataque al corazón y ha constatado que otras seis localizaciones previamente descubiertas también conllevan un riesgo para el individuo.
Por último, la empresa islandesa deCODE Genetics descubrió, mientras llevaba a cabo una investigación genética sobre los eosinófilos -un tipo de glóbulos blancos-, una variante genética en el cromosoma 12 que predispone a sufrir un ataque al corazón.
Esa misma variante está relacionada con los eosinófilos, que están implicados en los procesos inflamatorios, por lo que los científicos consideran que existe una relación entre las cardiopatías y la inflamación.
Aunque los efectos de esas variantes expuestas en el riesgo de la enfermedad son relativamente pequeños, estudios más profundos deberán ahondar en los mecanismos que están detrás de la enfermedad de la arteria coronaria, particularmente en aquellos que implican procesos inflamatorios y sustancias lipídicas.
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