¿Afecta nuestra postura a nuestro estado de ánimo? Cómo mejorar nuestro yo interno a través del lenguaje corporal

  • Según la psicóloga social Amy Cuddy, el lenguaje corporal influye en cómo nos ven los demás pero también puede cambiar cómo nos vemos a nosotros mismos.
  • La clave está en adoptar e interiorizar 'posturas de poder' para sentirnos más seguros y menos estresados.
Una mujer adoptando una 'postura de poder'.
Ilustración de una mujer adoptando una 'postura de poder'.
PIXABAY
Una mujer adoptando una 'postura de poder'.

En el refranero popular se utiliza con mucha frecuencia la expresión “la cara es el espejo del alma” para demostrar que el rostro revela sin tapujos las emociones o los sentimientos que mueven por dentro a las personas. Pero, ¿ocurre lo mismo con la postura? La respuesta, en este caso, también es afirmativa y nos perjudica, además, a nivel físico.

Una mala postura no solo puede reflejar un mal estado anímico sino que fomenta unas alteraciones a nivel muscular y esquelético que, por extensión, van a empeorar el cuadro emocional de quién las adopta. Estudios realizados en torno a las posturas adoptadas por personas con tristeza, abatimiento y estados negativos en general evidenciaron distensiones y contracturas musculares, dolores de cabeza, dolores musculares, trastornos digestivos, disminución de la capacidad de expansión torácica y, por ende, de la capacidad respiratoria y los niveles de oxígeno en sangre.

¿Puede entonces nuestra postura exterior ayudarnos a sentirnos mejor anímicamente hablando? Una de las respuestas más contundentes a esta pregunta la dio la psicóloga social estadounidense Amy Cuddy en su libro Presence (El poder de la presencia, 2015) - traducido a 32 idiomas y número tres en la lista de best sellers en The New York Times-, que se centra, básicamente, en la manifestación externa de la ‘postura de poder’ como herramienta esencia para mejorar el yo interno.

Este mismo tema ya lo había abordado unos años antes en una de las charlas TED más populares de esta comunidad experta en la difusión de las ideas - hasta la fecha lleva acumuladas más de 18 millones de reproducciones en YouTube-. Titulada El lenguaje corporal moldea nuestra identidad, en ella Cuddy explica de una forma muy amena que el lenguaje corporal influye en cómo nos ven los demás pero también puede cambiar cómo nos vemos a nosotros mismos. Al mismo tiempo, la psicóloga asegura que estas “posturas de poder” (mostrar una actitud de seguridad aún sintiéndonos inseguros) pueden alterar los niveles cerebrales de testosterona y cortisol, e incluso, mejorar nuestras posibilidades de éxito.

Lo que la experta viene a decir es que la postura que adoptamos puede cambiar de manera significativa lo que pensamos y sentimos sobre nosotros y para ello invita a los presentes (y a todos los espectadores) a adoptar durante dos minutos lo que denomina posturas de apertura: brazos abiertos, hombros hacia atrás, sacar pecho, cabeza alta... Cuddy afirma que bastan solo 120 segundos para incrementar notablemente y durante cierto tiempo los niveles de testosterona (la hormona de la dominación) y disminuir al mismo tiempo el nivel de cortisol (la hormona vinculada con el estrés). La profesora señala que insistir de forma frecuente en estas posturas puede transformar, además, estos cambios transitorios en definitivos.

Ella misma lo define así: “El poder no solo nos expande la mente, sino también el cuerpo. El lenguaje corporal expansivo y abierto está estrechamente asociado con la dominación en el reino animal, como en el caso de los humanos, de primates no humanos, de perros, gatos, serpientes, peces, aves y de otras muchas especies. Cuando nos sentimos poderosos nuestro cuerpo se expande. El estatus y el poder, sean temporales o estables, benevolentes o siniestros, se expresan por medio de manifestaciones no verbales evolucionadas: miembros extendidos, la ocupación de un mayor espacio vital, una postura erguida. Piensa en Wonder Woman y en Superman. Cuando nos sentimos poderosos nos estiramos, levantamos la barbilla, y erguimos la espalda. Abrimos el pecho. Separamos los pies. Alzamos los brazos”.

Los experimentos realizados por Cully demuestran, por lo tanto, que adoptar posturas expansivas y abiertas puede hacernos sentir más poderosos, seguros, asertivos, menos estrésados y ansiosos, y más felices y optimistas. Mientras que la falta de poder limita nuestros pensamientos, acciones y nos encoge el cuerpo: pegamos los miembros, hundimos el pecho, dejamos caer los hombros, doblamos la espalda y agachamos la cabeza. De hecho, practicar estas posturas abiertas y erguidas que facilitan procesos mentales positivos son ejercicios que realizan con frecuencia los deportistas de élite, los políticos o los artistas antes de salir a escena y que pueden ser de gran utilidad a cualquier persona antes, por ejemplo, de una entrevista de trabajo, una reunión de trabajo importante, una presentación o de una negociación que se presenta complicada.

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