Más de dos millones de españoles toman ansiolíticos a diario: claves para hacerlo correctamente y no generar dependencia

  • Los ansiolíticos siempre deben tomarse bajo prescripción médica y nunca más de tres meses seguidos.  
  • "Es importante también contar con otro tipo de estrategias que, sin tener un efecto tan rápido, incidan más en la raíz del problema y puedan tener su utilidad en el medio y largo plazo”, defiende el psicólogo Rafael San Román.
El síndrome del superviviente aparece como consecuencia del trastorno por estrés postraumático.
Los ansiolíticos también pueden utilizarse para tratar otros trastornos, como fobias, trastornos del sueño, esquizofrenia o el síndrome de intestino irritable.
GTRES
El síndrome del superviviente aparece como consecuencia del trastorno por estrés postraumático.

En España, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, más de dos millones de personas, el 5,5 % de la población, toma ansiolíticos a diario. Se trata de una cifra muy elevada teniendo en cuenta que es una de las más altas de Europa, que se ha duplicado en los últimos 20 años y que llega incluso a triplicar la de países como Alemania o Gran Bretaña

Sin embargo, este tipo de medicamentos, especialmente las benzodiacepinas, los ansiolíticos más utilizados, no deben consumirse a la ligera, pues, a la larga, pueden provocar más problemas de los que resuelven a corto plazo. Un uso racional, puntual y siempre siguiendo estrictamente las indicaciones del médico son la clave para evitarlo.

¿Para qué se usan los ansiolíticos?

Como su propio nombre indica, los ansiolíticos son medicamentos que se prescriben en caso de ansiedad, un trastorno que puede ser puntual o crónico y que suelen producir una serie de síntomas tanto físicos como psíquicos, sobre todo nerviosismo, insomnio, mareos, hipertensión, náuseas, cefaleas… 

Cuando este malestar en tal que interfiere de manera significativa en nuestra vida diaria, los ansiolíticos son de gran utilidad, porque actúan sobre el sistema nervioso y el cerebro ralentizando su actividad de manera casi inmediata.

Existen varios tipos de ansiolíticos, pero los más utilizados son las benzodiacepinas y sus derivados -especialmente Lorazepam, alprazolam y diazepam-, que son muy eficaces a dosis muy bajas y, si no se consumen dosis altas, no provocan graves efectos secundarios más allá de la somnolencia.

Además de para la ansiedad, los ansiolíticos también pueden utilizarse para tratar otros trastornos, como fobias, trastornos del sueño, esquizofrenia o el síndrome de intestino irritable, entre otros.

Estos medicamentos deben consumirse siempre bajo prescripción médica y durante periodos de tiempo cortos -4 o 6 semanas- y nunca más de 12. 

¿Por qué no deben consumirse de forma habitual?

El mayor problema de los ansiolíticos es que, debido a su acción rápida, pueden producir adicción muy rápidamente y dependencia, lo que provoca que dejen de hacer efecto y se requieran de mayores dosis para conseguir paliar los síntomas. Por eso no se recomienda su uso habitual y siempre siguiendo estrictamente las indicaciones del médico en cuanto a dosis y tiempo de tratamiento. 

Además, los ansiolíticos pueden ayudar a sobrellevar determinadas situaciones, pero no acaban con los problemas que la causan. Por eso, a largo plazo de deberían buscar otro tipo de tratamiento, ya sean farmacológicos por parte del psiquiatra si los problemas de ansiedad se alargan o psicológicos, para ayudarnos a enfrentarnos a determinados problemas sin necesidad de medicación.

Y es que, en cierto sentido, se están medicalizando los problemas sociales, “proliferan las etiquetas diagnósticas y, lo que es más alarmante, pseudodiagnósticas, para describir fenómenos psicológicos normales y, a menudo, no problemáticos. 

"Tirar de fármacos a la primera de cambio, cuando existen otras alternativas, no es lo más adecuado"

Por eso, siempre es importante explorar suficientemente un problema expresado por una persona y tener los conocimientos adecuados como para determinar si es necesario administrar una medicación o si existe algún otro tratamiento alternativo que sea mejor para el caso en concreto”, afirma Rafael San Román, psicólogo de la aplicación ifeel, “los fármacos suponen un gran avance en cuanto al tratamiento del malestar en general y debemos sentirnos muy afortunados por poder disponer de ellos. Sin embargo, tirar de ellos a la primera de cambio, cuando existen otras alternativas, no es lo más adecuado, ni desde el papel del médico ni, desde luego, desde el papel del paciente”, añade. 

¿Qué efectos secundarios producen a largo plazo?

El mayor efecto negativo de los ansiolíticos es la dependencia, que puede, además, de acompañarse de los siguientes efectos secundarios, sobre todo en dosis altas y en personas mayores:

•Somnolencia.

•Mareos y falta de equilibrio

•Confusión.

•Trastornos del habla

•Debilidad muscular

•Estreñimiento

•Náuseas.

•Boca seca

•Visión borrosa

A la larga, además, los síntomas de la ansiedad se acentúan debido a la dependencia que provocan, por lo que es común que las personas adictas a los ansiolíticos acaben en el psiquiatra con ataques de pánico, fuertes crisis de ansiedad e incluso depresiones y deterioro cognitivo.

Para que esto no ocurra, de deben tomar las siguientes precauciones:

•No tomarlos nunca sin que los prescriba un médico.

•Cumplir a rajatabla las instrucciones de tu médico de familia o psiquiatra, en cuanto a horario, dosis...

Nunca elevar la dosis sin consultarlo. Si no produce el efecto esperado, consulta con el médico.

•No dejarlos de golpe. Tiene que hacerse gradualmente y en las dosis indicadas por el facultativo.

•No consumir alcohol u otras drogas mientras se consumen ansiolíticos.

•No tomar otros medicamentos sin consultar al médico, ni siquiera naturales.

•Evitar conducir o realizar tareas peligrosas durante su consumo, pues puede afectar a los reflejos. 

¿Existen alternativas?

La mayor ventaja que tienen los ansiolíticos sobre el resto de tratamientos o abordajes es la eficacia y la rapidez con la que actúan, pero, dado que no se recomienda su uso prolongado, es mejor buscar alternativa y recurrir a ellos solo cuando sea estrictamente necesario, como, según recomienda Rafael San Román, “atacar el síntoma y reducirlo rápidamente es magnífico, sobre todo en los casos más graves, pero en el caso de la ansiedad es importante también contar con otro tipo de estrategias que, sin tener un efecto tan rápido, incidan más en la raíz del problema y puedan tener su utilidad en el medio y largo plazo”. Estas alternativas son:

•Terapia psicológica. “Iniciar una psicoterapia propiamente dicha puede tener perfectamente como foco el aprender a manejar de manera sana la propia ansiedad”, asegura Rafael San Román. Y es que, en muchos casos, es más eficaz a largo plazo para tratar la ansiedad que los fármacos, pues, además de ayudar a paliar los síntomas con técnicas, proporcionan herramientas para modificar nuestra respuesta ante las situaciones que provocan la ansiedad. Sin embargo, recurrir a ella no es algo en fácil en España, teniendo en cuenta el déficit de psicólogos que existen en la sanidad pública, cuatro por cada 100 mil habitantes, muy por debajo de lo recomendado. De ahí que los médicos de familia opten más por prescribir ansiolíticos que por derivar a las personas con ansiedad a consultar psicológicas.

•Remedios naturales. Son mucho menos eficaces que los ansiolíticos, pero pueden ayudar y prácticamente no tienen efectos secundarios. Algunos remedios naturales eficaces contra el nerviosismo y la ansiedad son la valeriana, la pasiflora, la manzanilla o la lavanda. Se suelen vender en preparados combinados y se consiguen fácilmente en herbolario y farmacias. Aun así, conviene consultar al médico.

•Técnicas de relajación. El abuso de los ansiolíticos, es decir, “su consumo en circunstancias en que deberían ser prescindibles, probablemente lleva aparejado el descuido de estrategias alternativas, como la capacidad para regular la excesiva activación somática (del cuerpo) a través de la respiración, la actividad física, la capacidad para tolerar el malestar y, por qué no decirlo, la de aguantarse”, dicen tajante San Román. Y es que hay técnicas que han demostrado ser muy eficaces para paliar la ansiedad, como la respiración diafragmática profunda o la relajación muscular progresiva son muy eficaces, muy efectivas en caso de nerviosismo o ataques de pánico. Otras como el yoga, la meditación e incluso el ejercicio físico, los paseos por el campo, etc. también pueden ayudar. 

Resumiendo, “la medicación está ahí para beneficiarse de ella, pero atrincherarse en ella y descuidar otras alternativas no es la solución ideal a los problemas, aunque ‘llevar la pastilla en el bolso por si acaso’ o tomársela al menor sobresalto aporten una reconfortante sensación de seguridad”, concluye San Román. 

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