"La vida es un perpetuo ayer"
- "Mi asesino era un hombre de nuestro vecindario". Esto lee ahora en la intimidad de su cuarto Ana G., que cumple 15 años en abril.
- En 2006 estuvo a punto de caer en el dominio del caza niñas Del Valle.
- Reportaje realizado con información de Nicolás Menéndez.
- Mari Luz somos todos | La familia.
- "Soñé que ella me sonreía".
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Las paredes de la habitación están cegadas. Han sido cubiertas totalmente por recortes de la Super Pop (Orlando Bloom, Hugo Silva y otras estrellas de la galaxia adolescente). Hay también fotos de perros y gatos, una minicadena musical y dos armarios. Un libro está cerca de la cama. Es una novela narrada en primera persona por una niña de 14 años, asesinada, descuartizada y enterrada en el jardín por su vecino, un psicópata sexual.
La propietaria del santuario, Ana G., sabe con certeza que está leyendo una novela (Desde mi cielo, de la estadounidense Alice Sebold) de la que ella misma pudo ser protagonista. Hace dos años, cuando tenía 13, fue acosada, perseguida y amenazada de muerte por Santiago del Valle, el pederasta acusado de matar a Mari Luz Cortés, la niña de 5 años de Huelva.
Le gusta especialmente cuando la protagonista de la novela, que se llama Susie Salmon, dice que "la vida para nosotros es un perpetuo ayer" en el "cielo amplísimo" en el que residen los muertos inocentes, un lugar con "bizcochos y almohadones, y un sinfín de colores".
Sueña con ir a Nueva York
Muy delgada, con melenita, guapa y tímida, vestida de negro pero nada gótica, Ana sólo ha salido de Gijón una vez, a Madrid con parada en Ávila. Sueña con ir a Nueva York ("dicen que es una ciudad exótica"), cantar como su admiradísima Christina Aguilera ("es muy echada pa'lante y a mí me gustaría serlo") y encontrar un chico "moreno, de ojos marrones, cariñoso, sincero y romántico". El problema es que
Del Valle llegó a presentarse en la casa de Ana, asegurando que se había enamorado de ella. El atrevimiento del depredador sexual que no ha pisado la cárcel a pesar de tener cinco causas judiciales abiertas, entre ellas una condena firme por abusos a su hija, fue en alza: seguía a Ana al instituto, la perseguía en los recreos y la amenazó de muerte si no se plegaba a sus deseos lascivos.
La madre lo denunció
Sólo la denuncia policial de la madre de la niña, que se encaró varias veces con Del Valle, y la posterior orden de alejamiento paró los pies al hombre que, menos de dos años después, está acusado de matar a Mari Luz, la niña gitana a la que presuntamente raptó en enero en Huelva.
"Tenía un punto raro. Había algo en su cara que no me gustaba. Claro, ¿cómo podía saber yo quién era?", se pregunta Nika, la madre de Ana. Sólo cuando fue a comisaría y presentó la denuncia por acoso los policías le dijeron que aquel hombre tenía antecedentes por abusos sexuales.
Cuando se enteró de que el hombre que la seguía a los baños de chicas del instituto para proponerle sexo era el mismo detenido y acusado del crimen de Huelva, Ana pensó que ella podría haber sido la muerta. "Admiro como lo lleva la familia de Mari Luz. Son muy fuertes, muy honestos. Otra gente hubiera montado una de cuidado y hasta se tomarían la justicia por su mano".
Mientras lee en Desde mi cielo como Susie Salmon es llevada a un sótano por su asesino ("no te vas a ir de aquí, ahora eres mía"), Ana recuerda la "mirada fría" y el aire "calculador y raro" que notó en Del Valle. Al menos, quizá por la lectura catártica, no ha necesitado más que una sesión de psicólogo y duerme bien. "Nunca se me ha aparecido en sueños. Por suerte".