Estela Paz: "Se están poniendo muchos medios en investigar cómo atajar el cáncer reforzando el sistema inmune"

  • Con motivo este lunes del Día Mundial de la Inmunología, la jefa del Servicio en el 12 de Octubre habla con '20minutos' de la necesidad de trabajar en cómo fortalecer las defensas.
Estela Paz Artal, jefa del Servicio de Inmunología del Hospital 12 de Octubre de Madrid.
Estela Paz Artal, jefa del Servicio de Inmunología del Hospital 12 de Octubre de Madrid.
ELENA BUENAVISTA
Estela Paz Artal, jefa del Servicio de Inmunología del Hospital 12 de Octubre de Madrid.

Tener unas defensas fuertes es fundamental pero parece que se nos olvida. Circunstancias como el abuso de los antibióticos, los movimientos antivacunas o incluso un exceso de inmunidad están aumentando los riesgos de contraer determinadas enfermedades. Algunas incluso se consideraban ya erradicadas. Por eso, porque se hace imprescindible la divulgación, cada 29 de abril se celebra el Día Mundial de la Inmunología.

Este año la conmemoración se ha centrado en unos fármacos que, mediante el refuerzo del sistema inmune, han revolucionado el tratamiento del cáncer, según apunta en una entrevista con este diario Estela Paz Artal, jefa del Servicio de Inmunología del hospital 12 de Octubre de Madrid. De hecho, las investigaciones se están dirigiendo cada vez más al desarrollo de medicamentos y terapias que se basan en modular las defensas para curar o prevenir patologías.

También en el caso de los trasplantes, la nanoinmunoterapia empieza a arrojar resultados sobre su eficacia a la hora de acabar con los inmunosupresores y sus efectos secundarios y alargar la vida de los órganos trasplantados.

Paz Artal es licenciada en Medicina por la Universidad de Zaragoza. Tras pasar por el grupo de Transplantation Immunology de la Mount Sinai School of Medicine de New York, es jefa del Servicio de Inmunología del 12 de Octubre desde 2003.

¿Por qué es necesario un Día Mundial de la Inmunología?

Porque sobre nuestro sistema de defensas descansan buena parte de nuestra salud y de las enfermedades. Es una disciplina que en las tres o cuatro últimas décadas ha experimentado un boom de conocimiento. Pasamos de una situación a principios de los 80 donde prácticamente solo se conocía que nuestras defensas eran anticuerpos y que algo tenían que ver con la vacunación, a reconocer su relación con mucha patología humana: enfermedades autoinmunes, inmunodeficiencias, cáncer... y se están desarrollando medicamentos y terapias que se basan en modular el sistema inmune para curar o prevenir enfermedades.

¿Es desconocida por la población?

Pensamos que sí. Hay que recalcar a la población lo que significa tener unas defensas fuertes. Tenemos antibióticos y la vacunación y a nivel general, sobre todo en los países avanzados, nos hemos olvidado de que las infecciones son una amenaza que sigue ahí. La población en general está perdiendo sensibilidad con referencia a la importancia de las vacunas.

¿Corremos el riesgo de que enfermedades ya erradicadas resurjan?

Está habiendo brotes de sarampión en Francia, California… en las zonas más adelantadas del mundo. En EE UU, entre la comunidad judía ortodoxa, también en paralelo con ideas religiosas, se está dando un brote muy importante. La OMS alerta de que el número de casos ha subido un 300% en el primer trimestre.

¿A qué se debe esa tendencia?

Sobre todo a ignorancia, desinformación y a cerrar los ojos a evidencias. Las evidencias sobre el papel protector de la vacunación se tienen desde siglos antes de Cristo. Sin embargo surgen movimientos que se aprovechan de la facilidad de que ideas erróneas se expandan rápidamente y que han logrado calar en ciertos sectores.

¿Es un movimiento nuevo?

Muy nuevo. Es muy paradógico que varios países africanos quieran vacunar masivamente contra la malaria, que esta gente que en teoría tiene mucha menos educación que nosotros vaya masivamente a vacunarse, y en países en desarrollo y occidentales, que tendríamos que estar mucho más formados, estemos así.

¿Es partidaria de medidas como que no se pueda escolarizar a un niño no vacunado?

En un país en el que la escolarización es obligatoria, como el nuestro, pienso que debería ser un derecho del colectivo educativo no aceptar a un niño si no está vacunado. ¿Es ir contra la libertad individual obligar al individuo a vacunarse? El individuo puede tener derecho a no vacunarse. Pero la sociedad puede defenderse frente a quien supone un riesgo para el colectivo.

¿Cuál es el mayor peligro si esto sigue calando?

La posibilidad de protegerse frente a las infecciones con vacunación es muy sencilla y las ventajas superan con muchísimo los riesgos. Podemos contar con los antibióticos, sobre todo para las infecciones bacterianas, pero están experimentando muchos problemas por las resistencias, que van en aumento. De hecho se está investigando activamente en otras formas de vencer las enfermedades infecciosas que no sea tocar el patógeno, sino tocando al sistema inmune.

¿Se trata de hacerlo más fuerte?

Claro. Porque se especula que de aquí a varias décadas la resistencia a los antibióticos va a suponer un problema de salud muy serio, tanto que va a permitir la emergencia de enfermedades infecciosas que se pensaban prácticamente erradicadas.

¿Hemos abusado de ellos?

Sin duda. Y eso ha permitido la emergencia de cepas de bacterias con unas resistencias enormes, sobre todo en los medios sanitarios, que suponen una complicación añadida a patologías ya graves de por sí. En algunos ámbitos los médicos nos quedamos sin posibilidades para atajar estas bacterias.

Mencionaba el cáncer. ¿Qué puede hacer la inmunología en esa lucha?

El Día Mundial de la Inmunología se dedica cada año a un tema y en esta ocasión se centra en unos fármacos que han supuesto una revolución muy importante en el tratamiento del cáncer. Se conocen como bloqueantes del punto de control. Se empezaron a administrar hace pocos años y se vio que, sobre todo determinados cánceres como melanoma, pulmón o algunos cánceres colorrectales, respondían muy bien a esta nueva inmunoterapia. Ha supuesto una mejora tan importante que el Premio Nobel de Medicina 2018 recayó en James P. Allison y Tasuku Honjo, los científicos que lo desarrollaron.

¿Son trabajos recientes?

Se considera que el padre de la inmunoterapia antitumoral es William Coley, quien a principios del siglo XX trató a algunos pacientes de cáncer con una esperanza de vida de semanas. Les administró un extracto de bacterias y logró prolongarles la vida incluso hasta ocho o diez años. Fue una primera demostración de que la estimulación del sistema inmune era útil para detener la proyección del tumor e incluso en algunos casos, eliminarlo. Pero entonces se tomaron unas decisiones estratégicas encaminadas a reforzar la radioterapapia como estrategia terapéutica antitumoral y la inmunoterapia quedó en el olvido hasta finales de siglo.

En el ámbito de los trasplantes, ¿qué puede hacer la inmunoterapia?

Se cree que cuando a un paciente se le pone un hígado o un riñón el problema queda resuelto. No. Esa persona necesita una terapia inmunosupresora, varias pastillas al día durante toda la vida, para evitar el rechazo del órgano, y esta lleva asociados unos efectos secundarios que a veces no son despreciables, como infecciones, cáncer… Los niños que se someten a un trasplante tienen una incidencia de cáncer 30 veces superior al resto. La sociedad piensa también que un paciente se muere de anciano con su órgano trasplantado y no es verdad. En un plazo más o menos largo va a perderlo porque el sistema inmune lo va a rechazar a pesar de la terapia inmunosupresora. Va a tener que empezar de cero pero con mayores dificultades. Por eso es muy importante investigar en nuevas formas que permitan una tolerancia completa o mejor.

Ese mensaje puede causar alarma.

No se trata de alarmar pero sí de informar. Tenemos una terapia que es buena pero mejorable. Hay que ponerlo en positivo. Las terapias de hoy tienen efectos secundarios relativamente llevaderos pero es necesario seguir investigando para lograr la tolerancia del órgano y que el paciente no necesite ninguna droga para aceptarlo y convivir con él de por vida.

¿En qué línea va la investigación?

La terapia inmunosupresora se dirige a los linfocitos T, células del sistema inmune que en parte ejecutan el rechazo. Pero se investiga relativamente poco en cómo modular el sistema inmune dirigiéndonos a otro tipo de compartimentos para evitar el rechazo. Un consorcio de la Comunidad de Madrid, en el que participa nuestro hospital, trabaja en el programa Nieto, nanoinmunoterapia para la tolerancia del trasplante de órganos. Los datos preclínicos indican que con administrarla en el post trasplante inmediato bastaría para la tolerancia del órgano a largo plazo sin inmunosupresores.

¿Es viable llegar al punto de que no se tenga que tomar ninguna medicación para evitar el rechazo?

Es viable. Hay distintos abordajes. En EE UU por ejemplo a algunos pacientes se les trasplantó el riñón y médula ósea y no necesitan tomar ningún inmunosupresor. Son tolerantes totales sanos con su riñón trasplantado de por vida. Por el trasplante de médula ósea. Lo que ocurre es que el procedimiento del trasplante de médula ósea conlleva una serie de riesgos que hacen que no se pueda aplicar a la población general. Sería para un grupo de pacientes muy seleccionado. Pero desde la situación actual hasta una tolerancia total libre de terapia inmunosupresora hay otras posibilidades para ir avanzando que se pueden explorar. Si toleras el órgano tomando una pastilla al mes en lugar de tres al día es una ventaja. Si tomas una terapia que hace que el 80% de los órganos duren 15 años en lugar de cinco también es un avance muy importante.

¿Individualmente en nuestro día a día podemos hacer mucho por reforzar nuestras defensas?

En los países muy desarrollados el problema de salud se está inclinando casi hacia el polo opuesto. Hay patología más preocupante por un exceso de inmunidad que por un defecto. El aumento en la incidencia de las alergias y de las enfermedades autoinmunes, que es algo muy característico de los países avanzados, demuestra que a lo mejor en algunos ámbitos estamos haciendo no tanto respuestas excesivamente protectoras sino aberrantemente protectoras. Respuestas inmunitarias que de forma equivocada o exagerada se dirigen a alimentos, polen…

¿Creemos que estamos siendo más sanos y es al contrario?

Claro. En algunos ámbitos nuestro sistema inmune está un poco despistado y está atacando cosas que no debería.

¿Cuál sería la actitud más peligrosa en ese sentido?

Normalmente esta pregunta se suele responder aludiendo a la famosa hipótesis de la higiene. En el último siglo, la especie humana ha pasado de un estilo de vida muy rural, de mucho contacto con la naturaleza, una alimentación muy natural, poco procesada… a vivir masivamente en las ciudades, en contacto con químicos, contaminantes, comida muy procesada, con muchos detergentes… y eso ha sucedido en muy poco tiempo.

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